Pablo Alborán, sobre su nuevo disco: "Todo en mí se rige a través de las pasiones"
- "Para componer canciones de amor hay que haber sentido las cosquillas"
- "He cometido errores en estos tres años que no quiero volver a cometer"
Es la primera vez que mira de frente en la portada de un disco. Podría ser casualidad, pero no lo es. Después de su despegue a la estratosfera musical en apenas tres años gracias a aquellos vídeos colgados en la red cantando desde el sofá de su casa, Pablo Alborán necesitó parar. El chico rubito del que todos querían algo pisó el freno y volvió a su tierra. A su cafetera de siempre. A su estudio con hueveras en las paredes. A ir a la compra y al cine. A su familia. En ese útero ha compuesto su trabajo más él, dice, y lo ha titulado 'Terral' con toda la intención, como "ese viento muy caliente malagueño que de noche se transforma en brisa".
Alborán es un tipo pasional. Para bien y para mal. Le va y le tambalea la vida en lo que compone. Por eso este retorno a sus raíces le ha devuelto los pies a su sitio. "¡Qué bien me ha venido este bendito cambio, pensé que si no volvía a vivir no volvería componer", se le cuela entre las frases. "Todo en mí se rige a través de las pasiones y sigo muriendo por la música", explica, "pero tengo 25 años y en los últimos tres no he tenido un solo domingo libre".
Estamos en el Teatro Real, un conexto lleno de solera para un recién llegado que pega fuerte. Aparece en vaqueros pero con rollo, estudiadamente sencillo. Y comienza a responder a los periodistas con naturalidad, dejando claro por dónde van los tiros de lo que ha vivido los últimos meses: "No me gusta que me idolatren, he vivido con un miedo constante a defraudar. Quizá no debería decirlo, pero a veces cuanto mejor me va en lo profesional más inseguro me siento en lo personal". O esta otra: "No soy una persona que necesite grandes cosas ni busco los focos por historias que no sean mi trabajo".
El caso es que Pablo está de vuelta. Y con energías renovadas. Ha cambiado de manager, de discográfica y de productor. Eric Rosse fue el elegido y la grabación en Los Ángeles lo recuerda como un tiempo "maravilloso": "Tocábamos hasta las cinco de la mañana, comíamos en el estudio, recuerdo que al chelista se le cayeron las lágrimas en un tema, tuve una contractura de espalda por tocar todas las guitarras y me tuve que hacer acupuntura… Todo fue muy orgánico. Parecíamos una banda de adolescentes tocando en un garaje", explica.
Y además estuvo Ricky Martin para grabar un dúo, ¿cómo fue?
Una pasada. La gente lo va a disfrutar mucho. 'Quimera' es una canción que compuse para él hace un par de años y al final lo saqué del cajón para mi disco. Eso sí, solo tenía sentido si lo cantaba con él. Ricky es una persona increíble, llena de luz. Y transmite mucha paz y mucha calma. Nos conocemos desde hace tiempo y fue muy generoso: lo podía haber grabado desde donde hubiese querido, pero vino a Los Ángeles al estudio con todo su equipo.
¿Cómo describirías este disco en pocas palabras?
He intentado sacar el cien por cien de mí mismo. Lo que pasa es que hay muchas veces que uno no sabe cómo hacer eso y necesitas un productor que te ayude a volver a lo sencillo. Empezamos de cero, intentamos que nada perturbase mi esencia.
Llegó tras un en un momento de cambios...
Cambié de compañía, manager, productor, equipo… Y todo sucede por algo. Paré y me alegro de haberlo hecho. Los otros discos los compuse en mitad de un avión, de un tren… y este se ha hecho desde la calma. La idea era mostrarme lo más desnudo posible, musicalmente hablando. He participado en los arreglos, en la grabación no habido egos ni protagonistas, todos hemos aportado… si pienso en esas semanas en Los Ángeles me trasporto a una burbuja. Estoy muy tranquilo y feliz con el resultado.
Dices que querías salir a la calle, ir a comprar, al cine…
Si la gente me conociese de verdad sabría que soy un chico muy normal y que mis costumbres y mis necesidades son muy sencillas. Tres años seguidos sin un domingo libre es una pasada. Y todo lo que me ha pasado abruma. He estado muy pendiente de no equivocarme en este trabajo tan estupendo que tengo la suerte de tener y eso ha hecho que haya acabado agotado. Quería hacer las cosas bien, es mentira los que dicen que no les importa lo que diga la gente de ellos. El juicio constante está ahí y yo necesitaba desconectar. También de la montaña rusa emocional que supone: un día estás genial y en todo lo alto en la nube y al día siguiente estás por los suelos y no sabes por qué. Necesitaba hacer balance y asimilar todo lo que me había pasado. ¡Bendito cambio! Eso me ha permitido recordar de dónde soy y hacia dónde quiero ir. Y cuidar a mi gente. Pero, sobre todo, volver a mi casa y ver a mi familia.
Compones pensando en…
Yo compongo por mí, porque necesito desahogarme. Como el que dibuja o hace deporte. Luego viene lo de compartirlas con los demás y disfrutar juntos de ellas.
¿Para componer al amor hay que estar enamorado?
Hay que saber lo que es sentir cosquillas. Hay que saber lo que es echar de menos a alguien. Y amar y ser amado. Pero bueno, hay canciones que me he inventado de los pies a la cabeza, como 'La escalera', de una femme fatale que le roba la cartera. Es un disco muy visual.
Es la primera vez que sales en una portada de frente…
Sí [risas]. No me gustan las fotos, me dan mucha vergüenza y tengo mis inseguridades, como todos. No tanto como Sia, que se da la vuelta en el escenario para cantar, pero casi [risas]. Esta vez me veis más despeinado en la foto, de frente, con los colores cálidos de mi tierra. Y no es casualidad.
¿Cuál es tu canción favorita?
He parido cada canción, de verdad que es difícil elegir. 'Por fin' quizá, que no ha cambiado tanto desde la maqueta y automáticamente me teletransporta a Málaga. Te coge de las piernas y te baja a tierra. Habla de un amor que es el buen amor, que te conecta con el suelo, que te cuida… ese en el que no todo es de color de rosa, porque la vida no todo es bonito. Es un amor que va más allá del enamoramiento. También está 'Recuérdame', en el que se dice a alguien que te recuerde aunque esté en los brazos de otra persona… y ese tema me duele.
¿Y 'Gracias'?
He hecho una canción de lo que no se ve, de la trastienda. Tengo la responsabilidad de salir ahí fuera y sonreír y muchas veces he sentido sin embargo la necesidad de huir, pero el cariño de la gente me ha hecho darme cuenta de que tengo un trabajo que me apasiona. De eso va el tema.