Vanesa Lorenzo: "Hago yoga con mis niñas, me ha ayudado tanto que quiero regalárselo"
Vanesa Lorenzo lleva más de dos décadas haciendo yoga. Ashtanga en concreto. Seguro que te suenan las acrobacias yogui que en ocasiones cuelga en redes con su chico, el ex futbolista Carles Puyol, o con sus niñas Manuela (4 años) y María (2) en el salón de casa. Comenzó a hacer las figuras del pez y del guerrero en Nueva York cuando era apenas una veinteañera y exploraba con ansia la ciudad entre shooting y shooting. Entonces ya era "risueña, contradictoria y emocional" y recuerda observar los cuerpos de 60 años de aquel local lleno de esterillas y pensar: "yo quiero envejecer así de bien". Ahora, a sus 41, alejada del primer plano de la moda, acaba de publicar el libro 'Yoga, un estilo de vida', en el que te cuenta cómo conectar el cuerpo con la mente para sentirte mejor y cuáles son sus totems de alimentación. Hablamos con ella en la azotea en el centro de Madrid, donde nos hará incluso algunas figuras.
¿Cómo te enganchaste?
Desde el primer día de clase en Nueva York me despertó unas cositas maravillosas. Aunque al principio me dolía lo que no está escrito. De niña hice ballet clásico y reconocí algo en el yoga que me encantaba y que había olvidado.
¿Qué 'cositas'?
Algo así como un esfuerzo acompañado de una ligereza y una energía brutales. Una sensación de alineamiento del cuerpo, de armonía. Está en cada uno de nosotros lo que te da el yoga, es una filosofía de miles de años por algo, y hay que aprender a aprovecharlo.
¿Viene de fuera o sale de dentro?
Está dentro de cada uno. En realidad solo es conectar con tu cuerpo, entenderlo. No se trata de hacer la postura más rara, no es ese el objetivo, sino de ser conscientes de la conexión cuerpo y mente.
¿Tú como modelo siempre has escuchado a tu cuerpo?
No de la misma forma que ahora. Dedicar tiempo a ver qué tiene que decir me ha ayudado mucho. A veces nos ponemos malos y no hemos visto sus avisos.
¿Si estás preocupada por algo te lo notas?
Reconozco que esto preocupada. Durante el día pasamos por muchas emociones de las que no somos conscientes. Yo he aprendido a ser más consciente de ellas y a obrar en consecuencia. O tienes miedo a algo y ni siquiera te das cuenta, aunque actúas con ese miedo. No sé si me explico. Me voy preguntando: ¿qué es lo que me pasa para reaccionar así? ¿Qué me sucede por dentro? Cuando algo nos provocan cosas bonitas, bien. Si siento frustración, saltaré a la primera.
¿Cómo es Vanesa Lorenzo en ese día a día?
Risueña, contradictoria y emocional. Soy muy poco cerebral.
¿Echas de menos la moda?
Aún estoy, pero sí echo de menos la parte más internacional que me daba la moda. La maternidad lógicamente me hizo renunciar a esa parte de mi vida: la independencia, el tiempo para ti, viajar… Lo echo mucho de menos, muchísimo. Yo siempre digo que el trabajo de modelo no es un trabajo, es un regalo. Ahora mi prioridad es mi familia, es otra etapa.
¿Haces yoga con las niñas?
Es muy bonito verlas cómo exploran con su cuerpo. Como no tienen miedo, para ellas es como un juego. Debería ser así para los adultos también, pero nos cuesta más dejarnos llevar. Nos cuesta pasar barreras, tenemos losas que vienen de experiencias negativas. Es una pena que no nos enseñen desde pequeñitos a mirarnos hacia dentro, a entendernos… Yo eso quiero dárselo a mis hijas. Como yo me lo he encontrado de mayor y me ha ayudado tanto, quiero que ellas tengan esa herramienta pronto.
¿Os ponéis en el salón de casa?
Claro, si estoy con los ejercicios vienen y me imitan. Y a veces me interrumpen para que las mire. Esas cosas. También hacemos ejercicios conjuntos. La de año y pico no sabe ni dónde va el brazo, la mi pobre, pero ella lo intenta. Le digo: 'Coge el pie, coge el dedo'. Y aprende partes del cuerpo de paso.
¿Qué tal llevas la fase esta de ser madre?
Muy bien... Muy bien y muy mal, como todas las madres (risas). Es la verdad. Depende del día. Los niños sacan lo mejor y lo peor de ti, es un aprendizaje continuo. Como no se enseña, hay que ir aprendiendo. Es una etapa preciosa, pero también agotadora y a veces pierdes la paciencia y a la vez te sientes mal porque ellas no tienen la culpa de que tú quieras seguir con tu trabajo y con tus cosas. Una hace lo que puede.
¿Te dejan dormir?
Ahora va mejor, aunque aún hay algunas noches que se nos da regular.
También haces yoga con Puyol
Bastante a menudo. Le he metido el gusanillo. Nunca había practicado yoga antes de conocerme, pero sí pilates cuando jugaba en el Barça. Tenía una conciencia del cuerpo y una elasticidad mayor que lo que suelen tener los jugadores. No fue difícil porque venía con esa base.
¿Le das clase?
Yo hago mi autopráctiga de ashtanga y él se acopla. Me sigue. Tengo impresa la tabla y vamos haciendo los ejercicios. Lo hace muy bien, la verdad. Lo bueno de los hombres es equilibran el dúo: lo ganado que tenemos las mujeres con la elasticidad, ellos lo suplen con la fuerza. Al final hay posturas que se les dan mejor: en acrobacia, mejor que yo esté arriba y él abajo (risas).
Con las piruetas que hacéis, sí…
Yo de fuerza de glúteo voy bien, pero no para tanto (risas). No puedo con un Pujol entero. Queremos escaparnos a hacer algún retiro chulo de yoga, a ver si este año lo conseguimos. Aunque sea dos o tres días, lo tenemos pendiente.
¿Tu postura favorita?
Depende del día. Una misma postura puede ser completamente diferente dependiendo de cómo te encuentres. Una de equilibrio, por ejemplo, te cuesta más y te inclinas si tienes el día cruzado. Y te das cuenta: claro, es que no estoy hoy bien en esto. O posturas de empoderamiento, como aguantar un guerrero con una apertura de cadera potente: cuando quieres hacerla y no estás de hacer la guerra, pues ves que no estás bajando bien y te da una bofetada de autoconocimiento, de autoconciencia.
Una postura para un desamor:
Las de apertura de pecho. Arcos y puentes: en los desamores te tiendes a proteger y a cerrarte para que o te vuelvan a hacer daño, así que viene bien compensar hacia afuera. Abrir bien el pecho. A mí el pez por ejemplo me relaja mucho en los días de estrés, en los que uno rota hacia dentro: se me libera la tensión.
Otro punto importante del libro es la alimentación
Para mí es fundamental cuidarme por dentro. Pero no creo en las dietas, hay que saber cómo funciona nuestro cuerpo dependiendo de lo que comas. Eso es lo que he querido compartir: que la gente entienda por qué come esto y no lo otro y cómo podría mejorar siendo más conscientes. Por qué necesitamos las proteínas, las grasas… No uso el lenguaje de contar las calorías, es un mensaje malsano. Yo nunca he tenido problemas de peso, tengo un metabolismo bastante acelerado que hace que incluso me cueste engordar, pero necesito nutrirme muy bien. ¡No puedo no cenar, por ejemplo! Muchas chicas a mi lado estaban obsesionadas con las dietas y las calorías y lo han pasado muy mal, así que he querido enfocarlo por otro lado en mi libro. Es decir, cómo tú puedes entender lo que necesita tu cuerpo.
¿Te das caprichos fuera de lo sano?
Sí, desde luego: es que eso también es sano. Soy muy cervecera, por ejemplo, así que me gusta disfrutar de una cañita. Y en cuanto a comida basura, pues a veces también, pero habría que definir primero qué es. Si me como una hamburguesa, intento elegir una en la que todos los ingredientes sean de buena calidad. Un pan bueno, la carne buena, vegatales… Una pizza, pues lo mismo. Me encanta el chocolate negro con frutos secos. No me obsesiono.
¿Cómo convencerías a alguien para que haga yoga?
Le diría que estar conectado ayuda a gestionar mejor las emociones. No solo es una práctica física, que te da fortaleza y energía desde la calma, sino que te da tranquilidad. Además, es el mejor regalo que le puedes hacer a tu cuerpo para envejecer bien.