Alaska y sus robots románticos: “No he sido una niña educada para el príncipe azul”
Alaska y Nacho Canut llevan 39 años juntos, 'metamorfoseándose' al ritmo de los cambios que en este país se iban sucediendo. Ahora, cuando Fangoria -su criatura mimada- está a punto de cumplir 25 años, vuelven tras dos veranos sin conciertos con 'Canciones para robots románticos', un álbum lleno de letras irónicas sobre el paso del tiempo y el amor geométrico y polisentimental. También traen un aviso para navegantes despistados: mejor nos iría si usásemos más la cabeza que el corazón.
Olvido Gara no puede poner un pie en la calle sin que se forme una verbena. El efecto es inmediato: hemos quedado en un hotel de Gran Vía y el simple hecho de correr una cortina para las fotos hace que cinco transeúntes se peguen al cristal móvil en mano. Mala idea, pero claro: ¿quién no ha cantado eso de 'A quién le importa'?
¿Qué es un robot romántico?
Un robot muy estropeado: cualquier concesión a los sentimientos por parte de un robot es que no está funcionando bien. Es un recurso muy manido de la ciencia ficción, siempre hay esa máquina que se desarrolla tanto a sí misma que se empieza a plantear qué es tener sentimientos, por qué los humanos lloran… Pero están mal. Como dice Nacho [Canut], imagínate que vas a meter la ropa en la lavadora y te dice: 'hoy no, que estoy triste y no me apetece'.
¿El corazón está sobrevalorado?
No sé si tanto, pero hay un mensaje en esa dirección. Cuando te dicen que pienses con el corazón, no debes hacer caso: hay que pensar con la cabeza. Con el corazón también se piensan cosas malas: el tío que es celoso y posesivo lo está haciendo con el corazón. Y eso no lo queremos. Otra cosa es que una vez que uses la cabeza se te cuele el corazón: ¿Por qué quieres a las personas que quieres? ¿Por qué hay amigos a los que consientes más que a otros? ¿Por qué hay personas que te caen mejor que otras? Pues no se sabe… A mí me encanta el libro de Punset ‘El corazón está en el cerebro’.
¿Tú de qué eres?
Una mezcla, como todo el mundo. Nos vendemos una imagen de nosotros mismos, pero es mentira. Te diría que más de raciocinio, pero me podrías decir: ¿y por qué llevas tres años ayudando económicamente a no sé quién? ¿O por qué llevas aguantando 40 años a esta otra persona? Soy muy cuadriculada, un poquito robot. No puedo hacer dos cosas a la vez, estoy incapacitada para la improvisación y soy muy seria.
¿Te gustaría cambiar algo de eso?
Rotundamente no. Si quisiese cambiar algo podría hacerlo con un poquito de fuerza de voluntad.
¿Nos iría mejor si fuésemos menos románticos?
El problema es qué entendemos por romanticismo. No tengo conciencia de ser una niña educada para el príncipe azul. Pero mi generación y la anterior sí tenían unos esquemas en los que estaban muy claro qué hacía falta para triunfar románticamente: tener un marido que te quisiera, niños monísimos, etc. Eso cambió y ahora es todavía mucho más exigente: hay que tener al lado a un tío estupendo, que sea tu amigo, con el que te lo pases bomba y tengas sexo genial, estar enamoradísima, viajar a mil sitios, trabajar además 14 horas y cuando vuelves estar hecha un pincel... Y no, la vida es más complicada que eso y vamos retorciendo el cuento de hadas.
¡A la mierda el cuento de hadas!
A la vez está bonito intentar cumplirlo (risas). Cuando quieres a alguien haces un esfuerzo porque el día a día sea más uno de hadas que uno de brujas (risas). Todo requiere esfuerzo y cuando llegas derrengado a casa sin ganas de que te hablen, pues bueno, tienes que preguntar qué tal tu día y hacerlo todo un poquito agradable. La convivencia es eso: con el amor, los amigos, las madres… Mi madre me pregunta cada día a dónde voy a ir y la de Mario qué ha comido.
¿Cómo es tu idea del amor?
No me gustan nada las relaciones al principio, me tensan muchísimo. Están llenas de hormonas, sentimientos a flor de piel, inseguridades y desconocimiento de la otra persona. Estás despistada, no comes, no duermes… Eso está bien para una semana, pero no más. Yo me siento más cómoda en la segunda fase: instalarte en que siga habiendo esas mariposas pero con todo más tranquilo. En que cada uno pueda coger su libro y no haya que estar pendiente del otro. Para mí la relación ideal es lo que viene después, que es cuando mucha gente rompe. Espero vivir instalada en esa segunda parte todo lo que pueda.
¿Ahora estás ahí?
Sí, son 16 años ya de segunda parte.
Tu madre siempre dice que nunca te decepcionarás porque no esperas nada de la otra persona. ¿Esa es otra clave?
Dice que tengo muy poca expectativa con las cosas y tiene razón. No soy de las personas que se emocionan con una nueva amistad, por ejemplo, sino que dih¡go 'ui, qué majo', y voy hablando sin depositar grandes esperanzas. Cojo lo que hay, no me invento cosas ni espero otras que igual no van a ocurrir.
¿Esto también te pasa con Nacho y Mario?
Los dos son muy diferentes. Nacho es muy pragmático y Mario mucho más visceral. Mario enseguida reacciona si algo no le gusta y te lo dirá. Sin embargo, Nacho y yo no nos decimos nada en caliente, todo es más pausado. Si algo no nos parece bien nos lo callamos o lo decimos en un momento menos alterado. Nunca nos hemos peleado en treinta y nueve años, parece increíble pero es así.
¿Cómo se hace para metamorfosear así de bien?
No somos tan cambiantes. Tenemos desde que somos pequeños el ejemplo de Bowie, al que amamos, y él sí que cambiaba: las guitarras por el soul, luego se va a Berlín y hace un disco instrumental… Eso es cambiar. Nosotros tenemos una base muy nosotros con muchas aristas, pero no somos tan radicales como otros artistas. Somos más moldeables que 'evolucionadores'. Intentamos movernos hacia adelante y rodear vallas, no tirarlas. Eso tiene que ver con el carácter: no es ni un mérito ni un problema. Nos hemos ido adaptando a lo que hemos ido encontrando.
¿Qué tal os lleváis con la nostalgia?
No somos nada nostálgicos. No volvería a ningún momento de mi vida previa. Me resultaría muy extraño desearlo. Hay personas que han tenido situaciones muy tristes y extremas en las que se les ha muerto alguien fundamental y ahí sí lo puedo entender. Pero en una situación 'normal' querer revivir un momento pasado no entra en mi cabeza.
Vuestras letras están llenas de ironía…
Es un arma muy complicada la ironía. Solo se puede hacer oralmente, si lo transcribes se pierde y no se entiende. Eso pasa mucho en las redes sociales. En nuestras letras sí solemos utilizarla, es un modo literario de no tomarnos muy en serio, pero con cuidado. Cuando la gente dice que le encantan las hombreras de los ochenta, siempre me quedo pensando si lo dice en serio o es irónico. Lo que era horrible, porque lo era, no es gracioso solo porque hayan pasado veinte años. Lo que nos gusta, nos gusta.
Da la sensación de que tenéis las cosas siempre muy claras. ¿Sabéis muy bien siempre lo que os gusta?
Sabemos mejor lo que no (risas). Cuando empiezas a trabajar con un productor, por ejemplo esta es la segunda vez con Guille Milkyway, nos es más fácil decir lo que no queremos. Otra cosa es en la vida, eso es más complicado. Nunca estás cien por cien seguro de nada, puede aparecer alguien que te cambie el punto de vista. Todos tenemos verdades absolutas a la hora de hablar, en una entrevista o aconsejando a un amigo. Le puedes decir, 'eso no es así', pero luego te pasa a ti y se carga de matices.
¿Qué canción del nuevo disco es tu favorita?
Disco Sally. No sé si lo será también cuando empecemos a tocarla, porque cogen vida propia y a veces unas que te encantan resulta que en el escenario te aburren soberanamente. Habla del paso imparable del tiempo. De esa chica tan moderna y que bailaba todas las noches pero que murió igualmente. Y de las moléculas que van desapareciendo y de cómo el homo sapiens llegó y el neandertal desapareció. Por mucho que te empeñes, el tiempo es más grande que tú.
¿Os han entendido bien con la polémica de las hipotecas
No quiero hablar mucho porque no se puede explicar. Lo que dijimos no fue eso. Hablábamos en un contexto. Entiendo que vosotros hacéis periodismo y que esta conversación de una hora la tienes que dejar en 25 líneas: no quiero ver mala idea, pero los titulares tienen efectivamente muy mala idea. Porque estábamos hablando en el contexto de una canción que va de la fuerza de voluntad y de que una vez que te llegan todos los problemas del mundo, no te tienes más que a mí mismo. Puedes echar la culpa a tu madre, a tu novio, a la sociedad… pero una vez que te llevan, estarás solo. Hasta aquí puedo leer. No me gusta que me utilicen. Y no me gusta que haya un titular así, que pasa a otro titular y más tarde a un twit que sea aún peor… No tengo mucho más que añadir.
¿Te has sentido utilizada?
Bueno, es que me han utilizado. Pero a todos nos utilizan todos los días. Hacer un titular, aunque sea bonito, no es algo real. Hay un contexto alrededor. Yo escribo entrevistas y sé que es complicado, pero intento pensar que no hay maldad. Pero como no lo sé, ahí se queda…