Alba Lago, sobre su novela: "Cuando emigré entendí la historia de muchas familias"
Alba Lago (1985) estaba harta. Del trabajo precario de periodista y de los phrasal verbs escurridizos. Así que lo hizo. Paró la rueda y se salió por la tangente, directa a Oxford Street desde Vigo. Allí se atiborró de Kit Kats de crema de cacahuete, vivió en un piso con cinco personas mientras trabajaba en un restaurante y sí, también se enamoró. Dos generaciones antes, su abuelo hizo algo parecido, aunque sin las chocolatinas y rumbo a Buenos Aires. Al volver, la gallega se pasó decenas de fines de semana en pijama escribiéndolo todo en 'Andrea contra pronóstico', su primera novela. Nos lo cuenta ahora que deja el micro de Radioset para presentar el informativo matinal de Telecinco.
¿Aún te emociona eso de 'vuelve a casa por Navidad'?
Siempre. No he pasado una sola nochebuena fuera de casa... La morriña que acompaña siempre y en estas fechas se acentúa.
¿Por qué te fuiste a Londres?
Por el inglés.
¿Te sentiste una inmigrante?
Totalmente. El acento ya es motivo suficiente para ser observando por encima del hombro y eso que de aquella éramos todos europeos. Vivía con cinco personas más; dos italianos, una griega, otra española y una inglesa. No quiero pensar qué va a pasar ahora... Lo mejor de aquello era poder empezar de cero. Lo peor, la soledad.
Tu abuelo emigró a Argentina y sale en el libro: ¿te unió más a él?
Sí, emigró a Argentina, pero no tuve la oportunidad de que me contara su historia. Utilizo en este caso un punto de partida real para desencadenar mi propia historia ficticia.
¿Entendiste mejor la historia de la familia?
Entendí la historia de muchas familias, acepté otras maneras de convivir y de relacionarse. Aprendí a empatizar con gente ajena a mi entorno más cercano.
¿Habrá otros que dentro de unos años nos miren como nosotros miramos a nuestros abuelos que se fueron?
No creo. Pienso que la generación actual considera la emigración temporal como una oportunidad de aprendizaje más que como un drama. No tienen las mismas responsabilidades de antaño a los veintipocos ni los motivos del viaje son los mismos. Antes se emigraba por necesidad extrema. Nosotros también fuimos refugiados.
¿Qué parte de autobiografía hay en la novela?
Un 30%. Yo también emigré a Londres, también me encontré con obstáculos vitales y también me enamoré.
¿Cómo es el amor fuera?
Intenso. Hay una cultura por descubrir y una visión de la vida diferente que aprender a compartir.
¿Tres cosas que te trajiste?
Aprendí a reinventarme, a desdramatizar y a superar escollos sola. En definitiva, madurar. Valió la pena, sin duda.
Lo mejor y lo peor de la ciudad fue…
Lo mejor, el halo de solemnidad de la city. Lo peor, la comida, sin duda.
¿Cómo nació la idea de escribirla?
Penguin (la editorial) se puso en contacto conmigo y me preguntó si sabía contar historias... Le narré mi cuento y me abrazó.
¿Alguna anécdota?
¿Escribiendo? Además de las noches en vela, los fines de semana en pijama y los cambios de humor en función de la trama que estuviese desarrollando, ninguna.
¿Lo que más te costó escribir?
Una escena de sexo... y fue lo primero que hice.
Tu parte favorita…
Toda la historia del abuelo. Más reflexiva, más cinematográfica... y el final.
"Volveré, os lo prometo", dices en el libro. ¿Qué les dirías a los que están fuera y quieren volver?
Eso, que volverán... así que lo mejor es que aprovechen para aprender de todo y todos. Hasta el ambiente más hostil les hará crecer.
Un consejo para alguien que se lo esté pensando…
Vete, huye, aprende... ¡y vuelve triunfal y completo!