Salimos de la sala roja de los Teatros del Canal. Los bailarines del Ballet Nacional de Cuba continúan, ya sin los periodistas, su ensayo general de 'El lago de los cisnes'. Han interpretado la cuarta escena para el pase gráfico. Hay decenas de cámaras. De pronto, algo sucede. Se eleva un murmullo como una revolución ("que viene, que vine") y luego el ruido cesa, brusco: Alicia Alonso, la leyenda, pasa sonriente apoyada en su marido, Pedro Simón, y un ayudante. Tiene 94 años y está algo cansada a esas horas, pero sigue al mando.
Más de 120 premios en Cuba. Cerca de 200 fuera de la isla. Padres españoles, corazón habanero. Primera latina que entró en el olimpo ruso. Alicia Alonso, el icono, la institución, regresa a España poco después del 70º aniversario de su 'Giselle'. La historia de su debut, casi de película, es de sobra conocida: la primera bailarina del Metropolitan se puso enferma y allí estaba ella para sustituirla y volver loco a Dolin, su partenaire en escena. Había nacido un mito.
Ha llovido mucho desde entonces, pero Alonso no vive de nostalgias. Apenas ve. Prefirió el desprendimiento de retina a dejar la danza y durante años tuvo que guiarse en escena por luces estratégicas. El resto de su cuerpo tampoco está para mucha guerra, pero ya quiso dejar claro hace dos años, en una entrevista a El País, que siempre está lista para una gira (esta en concreto empieza en Madrid, del 16 de septiembre y el 4 de octubre): "Yo soy la directora, la responsable. Para lo bueno y para lo malo", dijo Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo.
Mantiene intacta la elegancia sutil de las manos, llenas de anillos, algo felinas por las uñas largas. Y la coquetería del pañuelo en la cabeza y el maquillaje eterno. Pedro Simón, su esposo 18 años más joven y director del Museo Nacional de la Danza, a su flanco para poder desplazarse.
"Trabajar con ella es magnífico. Estuvo en un ensayo y nos dio consejos que nos sirven mucho: sobre todo a la hora de agarrar a las muchachas y de girarlas. También es muy importante para ella el intercambio de miradas, el juego de intenciones entre los personajes. Es todo carisma: se conoce todos los trucos y todas las mañas y eso nos ayuda en cada paso", nos explica Luis Valle, bailarín principal y una de las jóvenes promesas cubanas. Ha acabado su pieza y atiende a los periodistas aún con la ropa del ensayo.
¿Y cómo lo hace para ver las coreografías? Los responsables lo explican. Ella dibuja, rememora, crea en su cabeza y tiene una mano derecha que ejecuta en el día a día. "Yo ya no bailo físicamente en escena, pero sigo bailando en mi cabeza. Todavía acaricio las zapatillas de punta. Me las pongo, para susto de todos, y las acaricio...", aseguraba Alonso en la misma entrevista.
El ensayo general sigue. Alicia pasará un poco más tarde ("si no acaba muy agotada", puntualiza la gente de prensa), para asegurarse de que todo está listo y dar ánimo al equipo. Después de todo, al día siguiente es el estreno del periplo español, que siempre tiene un plus emocional, en el que bailarán también 'Carmen', 'Las Sílfides' o 'El Quijote', y que les llevará por Barcelona, Cuenca, Bilbao o San Sebastián.
Se abre de nuevo un momento la puerta de la sala roja. Puede verse a Verónica Corveas, la primera bailarina, estirando tras acabar su escena, aún con el tutú. Se ha puesto para no enfrianse una sudadera de chándal con los colores de la bandera cubana, la misma que lleva Fidel en algunas de sus últimas fotos públicas.
Su compañero, Luis Valle, continúa respondiendo a los medios: "Notas cuando entra en los sitios: todo el mundo se calla la boca con mucho respeto, la gente deja de hacer lo que está haciendo… No sé cómo explicarte: ¡es que es Alicia Alonso!".
*Foto en color de Alejandro Ernesto (EFE)