Belén Rueda: "Solo me da miedo una enfermedad en la que no pueda decidir"
Belén Rueda espera sentada. Ha tenido un percance. Bajo la sandalia roja puede verse un vendaje que le ocupa media pierna. "Me he abrasado el pie por ser sana. Si me hubiera bebido un vinito en vez de una infusión, no me habría pasado nada (risas)", dice señalándose. Me enseña el móvil con la foto de una imponente ampolla de unos veinte centímetros. Parece maquillaje. El tipo de maquillaje de látex que en una película de miedo parecería excesivo. "Estoy mirándomelo con una cirujana plástica para que me quede bien la cicatriz, porque parezco de 'Walking Dead", añade sin abandonar el sentido del humor. La charla con la actriz fluye fácil. Venimos a hablar de 'No dormirás', su nueva cinta, un thriller (justo) de terror, pero acabamos charlando de las oscuridades de cada cual, su única noche de insomnio, la estupenda relación con sus dos hijas, Lucía y Belén, y su nueva aventura: dirigir junto a otra mujer.
¿De qué va 'No dormirás'?
Mi personaje, Alma, monta una obra de teatro muy especial: una de sus frases preferidas, para que te hagas una idea, es que 'sin dolor no hay creación' y que 'solo con dolor se alcanza lo sublime'.
Bien de intensidad…
Eso es (risas). Es un personaje bastante oscuro que somete a sus actores a insomnio durante cuatro días seguidos. Ellos no van obligados, les da libertad para que se vayan cuando quieran. Cuando van pasando las horas sin dormir se abren los sentidos, la percepción de la realidad cambia, el cerebro sí que duerme a trozos pero el cuerpo se queda despierto, con lo cual las pesadillas se convierten en algo real… De hecho, si no estás muy equilibrado puedes tener brotes esquizofrénicos. Mi personaje es la única que duerme, así que domina la situación.
¿Has probado a hacerlo?
¿Sabes qué pasa? Que si no duermes no puedes trabajar. Hice algún experimento, pero poco más.
¿Has tenido insomnio alguna vez?
Nunca (se queda callada). Solo una noche no pude dormir, cuando falleció mi hija, y me metieron un trankimazín. Solo me lo enseñaron y me desmayé. Cuando no tomas nada, el cuerpo lo absorbe todo muy intensamente.
¿Has cogido alguna de tus experiencias para tu personaje?
La verdad es que venía de rodar el 'Cuaderno de Sara' en África, que era un personaje con mucha luz y que me ha marcado mucho, y aterrizar en esta oscuridad de pronto al principio me dio mucho rechazo. Mi cuerpo volvió de África, pero mi mente tardó un par de meses en volver. Ese continente me atrapó, así que pasaba por la mesa y veía el guión, pero me costaba un montón ponerme a estudiar. Alma tiene una visión de la vida muy creativa y muy artística, pero muy oscura. Y no pude entrar en el nuevo personaje hasta que vi un documental de una artista española brutal que se llama Angelica Liddell y entonces lo vi: esta es mi Alma. Todos los sentimientos los lleva al extremo y crea desde ahí. Crea desde el dolor puro.
¿Eres miedosa?
No soy muy miedosa de la vida, pero sí de las películas de miedo (risas). Sé que no tiene ningún sentido, sobre todo porque las hago.
¿De qué de la vida sí?
Solo a una enfermedad en la que no pueda decidir. Eso es aterrador. Porque si puedes decidir, pues tú vas llevando tu vida como sea, pero si el cuerpo o la mente no te lo permite… Eso es otra cosa. Me da pavor.
¿Disfrutaste sacando tu lado oscuro a pesar de que te costase entrar?
Mis herramientas son mis propias experiencias, pero con el tiempo he aprendido a entrar en determinados lugares un poco más dolorosos y salir, no quedarte ahí. Es muy importante no quedarte, porque entonces te afecta a tu vida personal. Una vez que vi qué tipo de personaje iba a poner en pie, me emocioné y ya busqué por qué la vida la había llevado hasta ahí: sí que sufre y siente.
¿Cómo se hace meterte 'solo un poco' en esas oscuridades?
A ver, no es tan inmediato. Necesitas mucha concentración y un método, pero lo haces. Te traes de casa la sensación: si me toca una escena más dolorosa, estoy más aislada en el rodaje, a mi bola.
¿Qué haces para aislarte?
Te pones música, estas sola… En esta película en concreto la propia casa te ayudaba, era un antiguo orfanato enorme, en el que hacía muchísimo frío, con mucha humedad: parecía que las paredes lloraban.
¿Ha habido alguna película que te haya afectado a tu vida personal?
'Mar adentro'. Fue muy especial: era mi primera película tras muchas series y yo estaba en un momento delicado. El director también hace mucho y Amenábar me dijo: 'te voy a coger de la mano y vamos a hacer un viaje'. Me metí mucho en el universo del personaje: San Pedro hablaba mucho sobre la muerte, así que leí muchos libros sobre el tema, como la recibe cada uno, cómo la afronta, cómo vivir una enfermedad… Me dejó un tiempo tocada. Y la última, 'El cuaderno de Sara', porque África es mucha África y vivimos allí un tiempo compartiendo con la gente algo más que un viaje de trabajo. Incluso he pensado que en un momento dado igual me voy a vivir allí.
¿Quieres irte a vivir a África?
Sí, no me importaría. Estuvimos en Uganda. Y dos años antes, para preparar la película en un viaje de documentación estuvimos en Congo. Ahí sí que notabas que la vida no vale nada. Para ellos el futuro es mañana pero de verdad, no como nosotros que tenemos que ir a terapeutas para que nos hagan sentir de verdad que hay que vivir el presente.
¿Estamos un poco anestesiados?
Eso es (risas). Insensibilizados.
Lo que parece que no te da miedo es empezar a dirigir
Ya veremos, que no quiero que empiece la presión, pero sí: ya estoy empezando a ver posibles proyectos. No sé si en dirección o en producción, pero seguro que con una mujer. Vamos a hacer equipazo. Tenemos una responsabilidad.
¿Crees que tus niñas que viven el feminismo de un modo diferente a ti?
Sí, hemos avanzado y me alegro, pero tenemos mucho por hacer aún. A veces les digo cosas que pasaban y me miran como si fuese extraterrestre, porque ellas lo ven diferente ya, pero yo les digo que no bajen la guardia con el machismo. Somos una generación que nos pusimos una responsabilidad y una culpa muy grandes por trabajar y a la vez poder ver crecer a nuestros hijos. Hacemos ambas cosas, pero no estamos completamente convencidas, porque en este sentido de la culpa nos afecta mucho. Por eso creo que todas estamos un poco intentando quitarnos esa culpa antigua.
¿Te has sentido culpable?
Sí. Unas veces de no estar con mi familia y otras de no estar metiendo más horas en mi trabajo porque estoy con ellas. Tenemos ahí un poco de cacao. Aunque he de decir que con los años se me ha ido relajando bastante. Y que cuando ha habido cosas que laboralmente no he hecho porque quería estar con mis hijas, lo he hecho porque QUERÍA estar con ellas, así con mayúsculas. Y ahora me alegro tanto: tenemos una conexión aunque no estemos juntas que me da la vida. Y una relación muy especial. No me arrepiento de nada. La gente habla de éxito, ¿pero qué es en realidad el éxito?
¿Qué es?
¿Irte a Hollywood? Para mí no. Tener una conexión profunda con ellas me parece mucho más éxito. He tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y de no haberme perdido ni media de su vida.
¿Cuántos años tienen ahora?
Lucía tiene 23 y Belén, 18. Y nos divertimos mucho. La mayor quiere ser actriz y la pequeña quiere ser psicóloga... quizá para arreglarnos un poco a todos (risas).