Es el rockero español que mejor ha llevado las patillas (con permiso de Fito y Loquillo). Y sigue con sus rizos y los pantalones pitillo a lo Nashville. Carlos Tarque, líder de M-Clan, no sabe muy bien qué fue de Carolina (han dejado descansar el tema en esta nueva gira), pero sí que "tendría ya edad desde hace tiempo para hacer el amor". Ahora tocarán sus nuevos temas, canciones del disco 'Delta con "una energía más luminosa", según nos cuenta, en el Festival Cultura Rock este 28 y 29 de diciembre. Su compadre Quique González
¿Qué 'Delta' es este?
Uno que tiene que ver con la música de raíz americana con la que hemos crecido. Y también con la letra griega, que indica cambio, expansión, aire libre. Ese es su espíritu. Aquí entra mucho la luz, a diferencia de otros discos que hemos hecho más oscuros y densos.
¿Así estáis ahora?
Iluminados, sin duda (risas). Ese es nuestro ‘feeling’ vital ahora mismo. Hasta en los conciertos, con proyecciones y detalles más aéreos y espaciales.
Lo que sí continúa es el amor agridulce…
Es una constante en nosotros. Y en el mundo. La música es terapéutica: cuando estás contento no necesitas nada; pero si estás triste, una canción puede alegrarte. Para eso nació el blues. Es medicina para el alma. Usamos mucho nosotros esa terapia: es bonito hablar de esos sentimientos nostálgicos.
¿Los rockeros sois tipos románticos?
Sin duda.
¿No es casualidad que el single se titule 'La esperanza'?
Quizá tiene un punto mesiánico. Pero hace falta hablar de eso, de que hay luz. Empieza diciendo 'yo soy aquel' y sigue con 'vengo de vuelta'… que sonase a Jesucristo me hacía gracia. El sonido de este tema para mí es el de las nubes que se abren para que entre la luz. Hace falta hablar de eso, de que hay luz.
¿Cómo fue grabar y vivir en Nashville?
Nos encanta. La atracción de la ciudad es la música, así que imagínate. Los músicos country que querían triunfar se iban allí. Todo gira en torno a ello. Hemos grabado con algunos impresionantes.
¿Con el guitarrista de Bob Dylan?
Uno de ellos, ha tenido docenas. Jon Jackson ha estado en varias de sus giras, lo que quiere decir que toca muy bien. También con gente que ha tocado con Sheryl Crow, Dolly Parton… La música allí es especial, pero ser músico no es estrambótico como aquí, sino muy normal: eso me gusta. Los músicos tenemos un toque extravagante, como si fuésemos tipos extraños, pero no tiene por qué ser así: es un oficio más. Si les dices a tus padres que quieres ser músico te dicen ‘puff’ y ser economista no creo que sea mucho mejor.
¿Qué fue de Carolina?
(Risas) Es una de nuestros hits, pero no la tocaremos en este concierto del 28 de diciembre. Dejaremos espacio en el repertorio para este nuevo disco. No es un nuestro único hit, podemos jugar con los otros para dejarla respirar.
¿Cómo sería ahora?
No era ninguna persona real, no existe. No sé cómo sería, la he perdido la pista… Eso sí, tendría edad para hacer el amor hace años (risas). Aunque para eso siempre hay edad. Tendría sus treinta y pico tacos, perfecta.
¿Ha cambiado en estas dos décadas el tipo de chicas al que cantáis?
Nunca responden a un tipo ni edad concreto, son ficciones diferentes. Carolina era una Lolita, un tema recurrente en el cine y la literatura. Nosotros cantamos al amor, ni siquiera al sexo… y ni siquiera entre chico y chica, sino a uno en el que no importa el género.
¿De quién es el perro de la portada del disco?
Es de Ricardo y se llama Pebo. Quedó una portada preciosa y él es lo mejor. Nos levantamos a las cinco de la mañana en Murcia, en la playa de Mazarrón, para poder pillar el amanecer. Quería recrear un poco el espíritu de las bandas de California de los 60 y 70: playa, guitarra acústica, ‘freedom’… esas cosas.
¿Y las patillas igual, no?
(Risas) Sí, es que si me las quito se me ve mucho con esta cara tan grande que tengo: parecería un pan pasiego. Ahí están, siempre ahí…
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