Sabina le tira los trastos (artísticos), Benjamín Prado es su mentor, acaba de recitar en Nueva York y México con Adriana Moragues, su chica, a la guitarra, 46K tuiteros y 37K instagramerscomparten sus poemas cada vez que está inspirada y "los saca fuera del cuerpo", como a ella le gusta decir, que no es otra cosa que lanzar al ciberespacio las palabras al minuto siguiente de haberlas conjugado. Un nuevo modo de sentir y leer poesía ha llegado y Elvira Sastre (1992) y su generación (Irene X, Sara Bueno…) tienen la culpa. ¡Una revolución de poetas... con wifi! De la uni, al bar. De la librería, a tu móvil. Las editoriales ya se han dado cuenta y les tienden la mano para saltar al papel. De hecho, su primer libro lleva meses entre los más vendidos. Ahora llega el tercero, 'Ya nadie baila'. Y todo… todo gracias a un desamor.
Chica 1 deja a chica 2 y chica 2 queda destrozada. Así empezó su historia. Nada nuevo en la historia de la literatura de todos los tiempos. Sastre hizo lo que tocaba, es decir, escribirlo para "quitarse esos sentimientos de encima", explica mientras pide un vaso de leche fría en una terraza de La Latina (pura poética de juventud el detalle). Y las redes sociales hicieron el resto. En pocos meses le seguían miles de personas. Seguro que te has cruzado más de una vez en la red con uno de sus versos más conocidos. Está "Día 12 sin ti: he conocido a alguien/soy yo/ voy a darme una oportunidad" o "Quiero hacer contigo/todo lo que la poesía/aún no ha escrito" o también "Si pudiera llamarte amor/o si pueda/tal vez/solo llamarte". ¿No te suena? Espera unos días.
¿Por qué 'Ya nadie baila'?
Es una antología que reúne mis dos libros hasta ahora y algunos poemas nuevos, así que quería hacer referencia a que estos poemas han estado ya en muchos sitios y han bailado con mucha gente… y ya es hora de un cambio de etapa. Ahora, además de otros poemas, estoy preparando una novela.
¿Sobre?
Hablará sobre los días sin ti, el proceso del olvido, la superación, la curación: ese tiempo que viene después de que lo dejas con alguien y quieres morirte. Lo que aprendes. Más que de la típica historia de desamor, quiero hablar de lo que ganas con el duelo.
¿Qué ganas?
Mucho. Conocerte más a ti mismo, por ejemplo. Así es como acabas superándolo. Te haces más fuerte y esas sensaciones te sirven también después cuando tienes una nueva relación. De querer morirte, a ser otra cosa mejor.
¿Quisiste morirte?
No (risas), lo que pasa es que soy un poco trágica. La primera vez que te sucede lo pasas fatal y la frase se te va a ‘no puedo vivir sin esta persona’, pero en verdad hay más. Mucho más. De un desamor llegas a un amor más sano, que es el que uno tiene consigo mismo.
Ese es uno de tus versos más conocidos, ¿no?
Sí, "día 12 sin ti: he conocido a alguien/soy yo/ voy a darme una oportunidad".
¿Te pasó en el día 12?
(Risas) Escribo desde experiencias personales, pero leo mucho también, y eso acaba en mis poemas. Cuando la gente me dice que soy muy joven, que cómo escribo de esas cosas, les digo que he aprendido a ponerme en la piel de otras personas gracias a leer. Y la gente lee más poesía ahora que nunca.
¿Tu primer libro, '43 maneras de soltarse el pelo', es quizá el más biográfico?
Sí, casi todos los poemas son muy biográficos. En el siguiente, 'Baluarte', ya se ve una evolución. Creo que mi poesía ganó con lo que fui leyendo, hice más autocrítica, hay una madurez personal mayor... Todo eso se nota.
¿Cómo definirías tu poesía en tres adjetivos?
Directa, sencilla pero no simple (eso me lo dijo un amigo, que convertía cosas complejas en versos sencillos) y visceral.
¿Estamos todos enamorados o desenamorándonos?
Yo creo que sí, creo que a la gente le mueve el amor. Puede ser por una idea, un sueño, una persona o un trabajo, pero siempre hay algo. Y cuando no se consigue, claro… es un desamor.
¿Trucos para un desamor?
La clave es aceptarlo, asumirlo: no luchar. Las sensaciones malas hay que aceptarlas también, y cuanto antes mejor. Al revés también pasa: es más fácil ser feliz si quieres, ya tienes la mitad del camino hecho. Hay que pasar el duelo, no se puede bordear. Y mucho amor propio, para mi es la clave: decirte que saldrás de eso reforzado.
¿Tu estás ya reforzada?
(Risas) Sí, yo estoy estupendamente ahora.
¿Por qué crees que conectas con la gente o que la gente conecta contigo?
Los que escribimos poesía buscamos responder a preguntas de las que no conocemos la respuesta. Al leer poesía intento descubrirme en esos versos, voy con esa intención, así que es muy fácil verse reflejado. El otro día, por ejemplo, leía un libro de aforismos de Benjamín Prado y a mí me traía imágenes de unas cosas y a una amiga que se lo estaba leyendo también le recordaba a otras totalmente diferentes. Si estás dispuesto a que algo entre en ti, entra.
¿Cómo surgió la sintonía con Benjamín Prado?
Descubrir su poesía fue para mí muy importante. Venía del instituto de leer a Becquer, Cernuda, Juan Ramón Jiménez, etc, y recuerdo perfectamente estar en Madrid, en el metro, leyendo a Benjamín y pensar: 'algo ha cambiado, este hombre me está diciendo algo distinto'. Luego él me conoció a través de redes y me dio un par de retuits, algo que me hizo estar en mi nube de emoción, imagínate (risas), y me atreví a mandarle un mail, que me costó muchísimo porque soy muy tímida, por si quería escribirme el prólogo del primer libro. Dijo que sí, y ahora es como mi padrino, un mentor: le hago caso en casi todos sus consejos.
¿Cómo se lleva ser tímida y tener 46K seguidores en Twitter y 37K en Instagram?
Da un poco de vértigo. No tanto a la hora de publicarlo en internet, porque para mí se ha convertido en una parte natural de mi escritura: escribo un poema y lo suelto en la red, lo saco fuera y lo dejo ahí para la gente. Yo me lo quito de encima, saco afuera sentimientos que me quiero quitar del cuerpo. Que lo lea o no la gente es algo a lo que no le he dado nunca demasiada importancia. Es halagador, pero que te lean no significa que te conozcan. Escribo sobre sentimientos, pero soy una persona normal con mis cosas aparte. No me siento realmente expuesta, la verdad. La gente puede pensar que me expongo, que me desnudo al contar cosas personales, pero para mí es el efecto contrario: liberarlas me las quita de encima. Cuando subo un poema no pienso en la gente, si no probablemente no lo haría. Escribo para mí.
Irene X, Sara Bueno… Vuestra generación está creando un mix nuevo al mezclar poesía e internet, ¿por qué crees que funciona?
Nunca renegaría de internet. Hace unos años, para que alguien te leyera tenía que haber una editorial que apostara por ti, librerías… debía existir una voluntad muy clara. Ahora te encuentras con el poema aunque tú no lo estés buscando. Es algo muy loco, pero funciona muy bien porque se ha eliminado ese agente externo que se necesitaba para que un libro llegue a una persona. Eso ha hecho además que la gente escriba más: en el instituto era la rara por escribir y ahora el raro es el que no escribe. Al final el público joven es el que más está moviendo esto, y eso es muy bueno.
¿Te reconocen por la calle?
Alguna vez. Pero intento no subir fotos mías. Quizá al principio más, pero cuando empecé a ver que la cosa iba para arriba, dejé de hacerlo. No lo paso bien…
¿Estás enganchada a la melancolía?
No enganchada, pero la recibo bien (risas). No me siento incómoda cuando viene, la dejo que se quede el rato que quiera. No rechazo estar mal, es bueno también.
¿Tu verso favorito?
Mi poema favorito es 'Conversación en la isla', de Benjamín Prado. De principio a fin me parece increíble. Tiene una imagen muy clara y muy potente.
¿Un poema para conquistar a alguien?
Nunca le he mandado un poema a nadie para conquistarle. Mis poemas son de cuando me han dejado (risas). Nunca he usado la poesía para ligar, sería como mancharla un poco. Sí he mandado poemas a personas que me recordaban a esa persona o algo así, pero no para ligar por ligar.
Un verso potente de desamor…
'Yo solo quiero estar contigo, o contra mí', también de Benjamín.
¿Qué otros poetas te gustan?
Luis García Montero me encanta. Sobre todo si recita, y mira que a mí me gusta leer la poesía, no oírla recitada, pero se crea un silencio que dura mucho. Karmelo Iribarren, Luis Alberto de Cuenca, Inma Luna, Eva Picazo, Fernando Valverde, que me ha hecho el prólogo y está entre los mejores poetas menores de treinta, Diego Álvarez Miguel es muy joven y brutal y este miércoles estará al piano con nosotras en la Sala Galileo…
¿Qué se siente al ver tu libro entre los más vendidos?
Es raro. Antes la poesía no vendía nada y es bonito pensar que cada vez hay más gente que lee poemas. Mis padres alucinan. La primera vez que nos fuimos a la feria del Libro de Columbia, o cuando fui con Adriana [Moragues] a recitar a Nueva York y a México… Les sorprende mucho todo esto tan bonito que está pasando.
¿Has tenido algún problema por salir del armario con tus poemas?
Tampoco lo he hecho, en realidad. Hablo de mis sentimientos sin más y no me hace falta explicar nada más. Si me preguntan, no niego quien soy, pero tampoco lo voy pregonando. Nunca he tenido problemas y si he intuido que podría tenerlos me he ido de ese sitio.
Tenéis una gira de recitales por diferentes ciudades: ¿cómo surgió lo de unir poesía y música?
Soy muy amante de la música, de hecho siempre escribo con música de fondo, sobre todo Ludovico Einaudi. Y las letras de cantaautor son casi versos, así que empatizo mucho. Me encanta lo de hace Adriana, claro, y Marwan, Paco Cifuentes, Patricia Lázaro, Manu Míguez creo una canción con cuarteto de cuerda con uno de mis poemas… Soy muy tímida y puede que no me subiese sola a un escenario a recitar, pero si voy con ella me escondo un poco detrás y entonces sale todo bien (risas). Empezamos improvisadamente y al final se iba creando una magia muy especial con el público, se iban a creando una burbuja y un silencio muy especiales.
¿Los poetas sois las nuevas estrellas del pop?
Depende de la personalidad de cada uno… Es verdad que hay mucha gente pendiente de lo que haces y lo que dices, pero hay que saber hasta qué punto te importa. Creo que es un poco moda y se va a acabar pasando. Y quedará quien siga escribiendo y quien lo deje.
¿Cómo te ves en diez años?
No lo sé, pero escribiendo seguro.