"Todos tenemos una vida propia, que muchas veces se desconoce", dice Giuseppe Tringali, vicepresidente de Mediaset. Se refiere a otros directivos que, como él, en el día a día viven en un universo de números y tantos por ciento, pero luego reservan un espacio íntimo para la creación. En su caso, la pintura. El color. La armonía. Todo empezó al visitar el atelier de un amigo italiano, donde se "enamoró" del encanto de aquel taller lleno de lienzos y óleo, así que decidió montarse el suyo propio una vez de vuelta a Madrid, aprovechando la luz que llegaba a su ático frente al Retiro. Sucedió en 2004. Desde entonces, lleva ya seis exposiciones. En la última, titulada con mucha intención 'Diversión', explora el formato digital y se atreve por primera vez con las esculturas. "Si usamos todos los días el móvil, el ipad y las pantallas, ¿por qué no hacer arte con ello?", dice.
¿Cómo comenzaste a pintar?
Todo nació cuando un amigo me enseñó su atelier: había cuadros acabados y a medias, pintura, música, todo con mucho encanto… Ahí me enamoré. Pensé: este es mi mundo. Así que en el vuelo de vuelta desde Milán pensé que me iba a hacer mi propio taller y compré todos los materiales. Aquí en Madrid estoy solo y antes tenía un ático alquilado, con una parte de la terraza cubierta, así que ahí puse mi estudio, con una luz preciosa sobre el Retiro.
¿Expusiste enseguida?
Al principio empecé solo a pintar para mi, en formato grande y utilizando acrílico, porque el óleo en casa es poco práctico. Iba poniendo los cuadros por casa, pero un día una vecina fotógrafa hizo una fiesta de cumpleaños y me invitó y acabamos todos viendo las obras. Me hizo un book de regalo de los cuadros y de repente una galería se interesó. Así que hice mi primera exposición en 2004. Desde ahí, cada dos años, he hecho otra. Vas seis.
¿Hay un hilo común?
El color, amo el color. Soy muy inquieto y me gusta mucho la creatividad y buscar siempre cosas nuevas para no repetirme, así que he ido metiendo materiales nuevos. Yeso para el volumen del acrílico, metal, fotos, tecnología…
¿Qué traes nuevo en esta última exposición?
He querido volver a cambiar un poco. Ahora con lo digital. Si usamos todos los días el móvil, el ipad y las pantallas, ¿por qué no hacer arte con ello? Hay tres tipos de obras. La primera me llevó año y medio y son cuadros digitales: mi lienzo se ha convertido en una pantalla de Ipad y mis pinceles son apps. Colores digitales pintados con mis manos. Otra parte son ocho fotos que hice en Escocia, en el Lago Ness. Y también tres esculturas de metacrilato y color, en las que la materia también tiene peso.
¿Por qué el título de 'Diversión'?
Porque me divierto mucho. Si no, no lo haría. Es primordial. Nadie me está obligando. Si sufro, no tiene sentido. Es una palabra preciosa en español. Y también por ese perderse al experimentar con cosas nuevas.
¿Qué tres rasgos caracterizan tus obras?
Que adoro los colores: su fuerza. Luego, la importancia de las combinaciones. Y, por él último, la armonía. El cuadro debe ser un conjunto estético de elementos que respire armoniosidad.
¿Dirías que eres un poco así?
Sí. Soy positivo: veo todo en color y no en blanco y negro. Estoy feliz de hacer lo que hago y me despierto con el ánimo de 'a ver qué pasa hoy, a ver qué puedo aprender'. Por otro lado, me encantan las relaciones entre personas, esa combinación. Y sí, para mi vivir es creatividad: en cada momento puedes crear algo que no había. Y luego la armonía: si lo enfocas así, la vida es bonita, no un peso o una amenaza.
¿De dónde sacas el tiempo?
Llevo muchos años súper operativo en el día a día y no tenía tiempo, pero no duermo mucho, así que iba robando ratos. Estrés positivo lo llamo yo, si no estaría muerto. Iba apuntando cosas, me acostaba tarde, como tenía el estudio en casa a veces por la mañana antes del trabajo… Cuando te metes en un cuadro quieres acabarlo, ver qué sale cuando estás inspirado. A veces lo estaba, mucho, pero otras veces solo seguía trabajando a ver por dónde iba. Es increíble ver cómo la mano te lleva.
¿Una especie de meditación?
Vas yendo por ahí a ver dónde llegas. Por eso me encanta la creatividad: poner en pie algo de la nada, una mezcla de emociones y estética. Es el valor del presente. Si uno quiere vivir bien la vida, debe vivir eso, el presente. El pasado no puede ser un ancla y el futuro solo en el sentido de tener ilusión, no como una angustia. Hay que estar contento del punto en el que uno está. En ese sentido, me siento muy satisfecho.
¿Algún color favorito?
El verde, pero en este momento. Todos son fantásticos.
¿Qué es arte para ti?
Todo lo relacionado con la expresión humana. Pintura, literatura y hasta lo que tiene que tener un líder mundial para ejercer ese liderazgo, ese carisma que expresa también es arte.
Tres pintores que te inspiren…
Pollock, a nivel filosófico Rothko y también Delaunay y Miró.
¿Tus hijos te piden que les pintes cuadros?
La verdad es que sí (risas). Me piden cosas de las exposiciones para ellos.
¿Otros directivos te cuentan que hacen cosas creativas cuando les dices que pintas?
Cuanto más te abres, más se abre la gente. Menos cuentas, menos te cuentan. No es obligatorio contar siempre, pero depende de la relación empática que se cree. Mira, para mí la empatía es parte de mi vida, me gustan las personas, estoy interesado en ellas. Me encanta estar ahí, socializar, profundizar. Es muy importante. Todos tenemos una vida propia, que muchas veces se desconoce.
¿Tiene algún otro hobbie desconocido?
Las motos. Soy un apasionado. No sé si es porque soy italiano, pero amo la estética, así que no me gustan las motos modernas, solo las vintages. Modernas de motor, porque de eso no tengo ni idea, y vintages por fuera. Tiene que tener un cierto gusto. Las compro, las cambio… como un niño pequeño. Y feliz de ello, porque a mi edad, si no recuperas tu niño, empiezas a ser un viejo (risas).