Miller y Nin. Henry y Anaïs. Seguro que te suena la historia. Su amor fou, el París de los 30, la pulsión de escribir, la bohème, los tríos, las buhardillas, vino y queso, la censura, que te como que te destruyo, la Olivetti a cuestas desde Brookling, dormir bajo los puentes del Sena, fumar en la cama, ay que me he acostado con mi padre y con tu mujer, sin que lo sepas tú ni mi marido, ay mis diarios y tus trópicos. Esas cosas. De las de antes. O de ahora. De la búsqueda del amor y la creación como agua y pan. La obra de teatro 'Solo creo en el fuego', creada por Carlos Martín-Peñasco y Ángela Palacios, recrea estos días el universo íntimo de estos dos escritores, que influyeron en la Generación Beat y que se escribieron cartas a lo largo y ancho de varias décadas y diferentes continentes. Tras su éxito en Barcelona, estará los sábados de junio en en el Umbral de la Primavera, en Lavapiés. Luego no digas que no te enteraste.
¿Por qué os atrapó esta historia de amor?
Queríamos hacer una obra para hablar sobre temas con los que estábamos lidiando en nuestras vidas: la autobiografía en el arte, la vocación, la censura, el amor, la sexualidad, la moralidad. Y nos entusiasmó el descubrimiento que fueron el uno para el otro, más allá de su relación romántico-sexual.
¿Cómo habéis hecho el guion entre dos?
Partimos de 'Una pasión literaria', un libro que recopila las cartas que ellos dos se enviaron durante veinte años para reconstruir las historia de amor. Convertimos el salón de mi casa en un despacho de policía científica para reconstruir los hechos. Para rellenar los huecos recurrimos a los diarios de Anaïs Nin (sobre todo 'Incesto' y 'Fuego') y las novelas de Henry Miller (sobre todo 'Trópico de Cáncer' y 'Trópico de Capricornio').
¿Cómo describiríais ese amor?
Comenzó siendo un amor fou, desprejuiciado, embriagador, pasional e incontrolable. Pero también fue un amor imposible, condenado a fracasar. Hay muchos motivos por los que no prosperaron como pareja y cada uno tiene su teoría. Fue muy interesante para Ángela y para mí debatir la causa del fracaso. Como escribió Anaïs: "no busques el por qué, en el amor no existe ni por qué, ni razón, ni explicación, ni soluciones".
¿Habéis querido destacar el lado más sexual o el más espiritual?
Vivían el sexo de una manera mucho más profunda que ahora. Pero mucho más allá de lo sexual, que es muy interesante, también hemos destacado cómo pasaron de ser amantes a cómplices artísticos. Su encuentro espiritual les hizo enfrentarse a sí mismos porque alguien los había descubierto por fin. Henry Miller no sería el que es sin Anaïs, ni Anaïs sería quién es sin Henry. Él escribiría sobre ella más tarde: "Anaïs fue y siempre será la única persona a la que pueda llamar mi alma fiel".
¿Cómo es el Miller que queréis retratar?
Esa fue una gran pregunta para mí al comenzar a crear la obra. Cuando comencé a leer 'Trópico de Cáncer', el protagonista era él mismo y me caía fatal. Me resultaba arrogante, machista, homófobo, canalla, aprovechado. Mi gran sorpresa al leer más libros y estudiar sus cartas y su relación con Anaïs fue que el personaje que Henry Miller había creado de sí mismo en sus novelas escondía dentro a la persona de carne y hueso: un hombre sensible, espiritual, contradictorio, provocador y enamorado de la vida. También aprendimos mucho de su valentía al defender su obra a pesar de ser llevado a juicio sesenta veces por pornógrafo y obsceno.
¿Qué más contradicciones que os habéis con él?
Su relación con Anaïs es en sí misma contradictoria. Comienza siendo una abierta y desprejuiciada, pero van creciendo reproches más monógamos y clásicos. En él hay una gran necesidad de amor, pero expresada desde el rechazo, la destrucción y la caricaturización del mundo que le rodea.
¿Creéis que las acusaciones de misógino son acertadas?
Tenemos una escena de esto, que surge de una discusión real con Ángela en la que yo dudaba de mostrar textos suyos claramente misóginos. Su personaje podría serlo, claro que sí, pero si analizas la profunda admiración, respeto y apoyo que le profesaba a Anaïs como como escritora, puedes entender que no. En la obra hablamos de su carencia de amor materno y creo que eso complicó su relación con lo femenino. Como él escribió sobre su madre: "aún sigo esperándote sentado a las puertas de tu útero".
¿Cómo es vuestra Anaïs?
Queríamos mostrar la luz y oscuridad de los dos, no salvarlos. Lo que más nos interesaba de ella era su gran dilema vital: publicar o no sus diarios, en los que desvelaba una vida secreta que no sería aceptada ni por la sociedad, ni por su familia, ni mucho menos por su marido. Vivía su sexualidad con plena libertad y fue la primera mujer en publicar relatos sexuales con su nombre real.
¿Por qué no habéis metido apenas referencias a June, la segunda mujer de Miller, con la que Nin estuvo mientras Miller no lo sabía y sin decirle a ella que estaba a su vez Henry?
Aunque ese trío es el más conocido y contado de su historia, no era la parte de sus vidas que más nos interesaba. Queríamos hablar de ellos como artistas y de su propia relación, que fue mucho más larga y profunda después de que el trío con June terminase.
Con toda esta intensidad, ¿por qué metísteis escenas de humor?
Tenemos tendencia a lo cómico y disfrutamos mucho. Y es verdad que, a veces, se A veces se tomaban demasiado en serio a sí mismos. Era coherente que nos incluyéramos como personajes, y en ese juego de espejos entre Ángela y Carlos y Anïs y Henry, nosotros damos el contrapunto metateatral a la historia.
¿Quién creeis que se lo puede pasar bien con esta obra?
¡Todo el mundo! Más allá de que hable en lo concreto de literatura y de la historia de estos dos personajes, en realidad viene a contar una búsqueda universal, la de encontrarse a uno mismo y, por supuesto, la búsqueda de un amor verdadero.