Cámara es uno de los mejores actores españoles. Lo dicen Almodóvar y Trueba, por poner un ejemplo. Darín es uno de los mejores intérpretes argentinos. Lo dice el público español, con el que engancha siempre, y sobre todo Javier Cámara, que asegura estar "en primero de Darín". Juntos han ganado la Concha de Plata de San Sebastián por 'Truman', de Cesc Gay, la historia sobre dos amigos que se enfrentan a los últimos cuatro días de vida de uno de ellos. Una película sobre la amistad, el consuelo y, también, sobre aprender a estar solo.
Concha de Plata, ¿qué subidón, no?
Muchísimo. Y además compartido con Ricando. Fuimos juntos en una furgoneta camino de San Sebastián, paramos a comer en Burgos, fue como una road movie, como una película más. Todo lo que me pasa con él es muy divertido. Es una persona muy fantástica este tío. Ahora entiendo por qué traspasa un poco la pantalla, tiene una energía muy especial. Hay gente así, ¿eh? Pero de repente te le encuentras tan conectado con cosas normales, con la vida, que dices: 'este es el camino que hay que llevar'.
¿Habeís tenido algo así como un flechazo de amistad?
Total (ríe). Yo le tenía antes ya mucho respeto, porque le admiro mucho. Ves su trayectoria y ves que cada película la hace por algo muy concreto… Parece que las películas son trajes perfectos para él.
¿Amigos de verdad, como los de la película?
Yo creo que sí. Hombre, a ver: es la primera. Tengo amigos con los que llevo la cuarta y vamos creciendo juntos. ¿Sabes qué pasa? Que la sorpresa no ha estado en llevarnos bien fuera, no es eso, sino en llevarnos bien cuando dicen 'acción'. Cuando conectas y pasan cosas con magia mientras ruedas. Eso no es fácil, no me pasa con muchos otros amigos actores.
¿Qué es eso de 'Estoy en primero de Darín'?
¡Es que es verdad! (Ríe) Quería decir que he aprendido mucho. Cuando estaba con él, pensaba: 'joe, este tío es un despliegue'. Porque de repente maneja cosas intuitivamente muy interesantes, como crear un buen ambiente. Algo fundamental. Y a mí eso me gusta mucho de siempre, intento que el día a día discurra de buen rollo, porque son muchas horas y hay que sentarse a comer, ir, ensayar, volver. Y no siempre sucede. Hay mucha gente con mucho ego, o muy asustada, o insegura por si no lo van a hacer bien… Y te pasas el rodaje calmando cosas. Eso no pasa con él. Por eso estoy 'en primero de Darín', porque es un maestro.
También has dicho que has 'aprendido a callar'
Sí, hay un punto en los rodajes en el que el actor tiene que pensar en que la película es del director. Un tío que lleva dos o tres años peleando por una historia de la que se ha enamorado y buscando pasta para hacerla. Te da un papel, pero no te pertenece. Y hay que callarse y preguntar: 'vale, ¿cómo ves este personaje?'. Y eso tampoco pasa siempre.
Con tus amigos de verdad también te sucederá que hay que aprender a escuchar...
Desde luego. Esta película además va de que el personaje de Ricardo tiene una enfermedad muy grave. Y claro, en esos casos, ¿qué dices? A todos nos ha pasado. Pasas de los treinta, ¡no ya de los cincuenta, sino los treinta!, y empiezan los amigos a ponerse malos, un familiar se va… ¡alguien de repente se va! ¿Qué dices? ¿Qué se dice en esos casos? ¿Cómo se aporta calma, cómo se consuela? Siempre pienso que estos dos amigos de la película son esos a los que uno llama de madrugada, cuando la llamada es complicada. A cierta edad, ya uno nunca elige a los padres porque les matas del susto. Uno mira la agenda y se queda reducida a uno, dos, tres. ¡Como mucho tres! Esta película va de eso.
¿De la familia elegida?
Justo, y de que llega alguien a echar una mano... y el que viene también está cagado de miedo.
¿A ti te ha pasado?
Sí. De primera mano. De hecho he intentado aprender de esta película para que la próxima vez que me suceda, ojalá no, pero puede pasar, sepa mejor cómo comportarme. Hay que callar, hay que escuchar, hay que preguntar…
Es difícil pensar en cómo le gustaría morirse a uno, ¿lo has hecho?
Me parece muy clave que te ayuden a no sufrir. Esto también lo planteamos en la película: la libertad personal para decidirlo.
¿Crees que tienes una buena familia elegida?
¡Sí, sí!. Bueno, va creciendo: nos van saliendo, otros entrar, vuelven. Yo me caigo de las de otras personas. Aunque me da que vamos a acabar pocos (ríe), me da la sensación de que hay un momento en el que hay un cedazo, que se dice en mi pueblo, un colador. Hay gente que se te va quedando y hay gente que dejas de ver pero sabes que volverán. Por ejemplo, yo tengo un buenísimo amigo en Venezuela que me ayudó mucho cuando vivió aquí en Madrid y me gustaría que la vida nos pusiese otro rato al lado. Hay gente que te ayuda a ser mejor persona.
¿Es una prioridad para ti la amistad? ¿Está entre el amor, el dinero y salud?
(Hace un pausa) Estaba pensando en que hay que aprender a estar solo, algo que yo no he hecho todavía. No me refiero a pareja, familia y demás, sino a la soledad en sí misma. Cuando veo películas de Bergman o de Wollie Allen me hablan todo el tiempo de eso, de la soledad de uno, de cómo enfrentarse a estar solo por muy rodeado que estés. Me imagino que los amigos están alrededor como satélites y uno tiene que disfrutar de la aventura de encontrarte a uno solo. Ahora justo me está pasando.
¿El qué?
Que me he cogido una maleta y llevo varios meses rodando en Roma, y en principio no me apetecía porque aquí me están pasando cosas bonitas, pero no me está viviendo mal al final. Estar dispuesto a aguantarte es un reto.