Jon Kortajarena: "No me quiero perder la experiencia de ser padre"
Poca gente sabe que Jon es modelo por casualidad. Su carrera comenzó de paseo por Barcelona, cuando un cazatalentos se fijó en su cuerpo fibroso de 18 años y le dijo 'hola'. En un año ya había dado el salto internacional, Armani le hacía hueco y la gente no dejó de hablar de aquel español de 188 centímetros y cejas pobladas hasta convertirle en top. Todo fue fluido, sin lastres, pero a Kortajarena se le quedó una espinita íntima clavada: la actuación siempre fue su primer impulso. Eso que sale solo. Vocación. "Ser actor no es un caprichito de ahora", advierte el vasco mirando fijo.
Tras diez años como muso de Tom Ford, le llegó la oportunidad de debutar en la gran pantalla con 'A single man', y sus sospechas se hicieron reales. Sí, efectivamente, el texto, la claqueta, el dominio del cuerpo... todo el pack seguía siendo un anhelo de estómago que le hacía "feliz". Así que el de Bilbao dio un paso atrás, y decidió seguir formándose sobre las tablas de Madrid y Nueva York. "Mi madre no tenía dinero entonces para pagarme una escuela de teatro", explica. Varios años después, llega con 'La Verdad' bajo el brazo, la serie en la que da vida a Marcos Eguia, un aspirante a policía con buen corazón y mucha ambición.
¿Te importa mucho esto, no?
Mucho (risas). Sobre todo este proyecto como protagonista, que me ha dado mucha ilusión y también mucha responsabilidad. Decidí incluso dejar de trabajar como modelo, solo he cogido las cosas más extraordinarias.
Poca gente sabe que de niño querías ser actor
Así es, pero a veces la vida es caprichosa. En aquel entonces mi madre no tenía dinero para pagarme una escuela de teatro en Madrid y me surgió la oportunidad de ir por el camino de la moda. Cuando hice ‘A single man’, con Tom Ford, me di cuenta de que tenía que seguir investigando por ahí de nuevo porque me hacía feliz. Después tuve otras oportunidades de trabajar como actor, pero la gente no es tonta y no se le puede engañar: si quiero que me respeten como actor, tengo que formarme, y eso es lo que hice. Me fui a una escuela en Madrid y otra en Nueva York. Luego surgió esta serie, que es buena y tengo compañeros maravillosos, y me lancé de cabeza.
¿Crees que nos queda mucho Jon por conocer?
Absolutamente. La moda me ha permitido durante muchos años justo quedarme más al margen, en el sentido de que cuando trabajas como actor lo haces con un montón de cosas íntimas y ahí sí que te expones. Por eso también estoy nervioso, porque he ido con todo. Digamos que la moda es aparentar ser el hombre perfecto… y es imposible, irreal, una ilusión. Y te permite cierta distancia, no tienes por qué abrirte en canal y contar nada a través de esta apertura y esa vulnerabilidad, como en el caso del actor. Esa diferencia es crucial para mí.
¿Has tirado de entraña?
Lo necesité para poner en pie este personaje. Tuve que entender muy bien desde cero el mundo de los policías, que para mí era muy desconocido. Yo no he ido a la policía ni a poner una denuncia, así que verme formando parte de un grupo, con sus jerarquías, cómo se tratan… Me despertó mucho la curiosidad.
En la serie no te puedes fiar de nadie: ¿tú en la vida real tiendes a ser confiado o suspicaz?
Siempre tiendo a confiar en la gente. Eso sí, si alguien me falla, me cuesta mucho perdonar. A veces la gente se sorprende de que de primeras confíe, pero es como quiero vivir mi vida y como quiero enfrentarme al mundo. Si luego alguien decide traicionar esa confianza, es su responsabilidad, yo no he cometido ningún error por darla. Quizá sea un defecto, pero bueno, soy así y ya está, quizá hasta tenga un punto cultural de carácter del norte.
Una de tus partes más tiernas la hemos visto con tu ahijado londinense
Es el hijo de una de mis mejores amigas. Me vuelvo loco con los niños, me encantan. En concreto ese niño es que es un ángel. Tengo una tía que tiene cuatro años más que yo y que hemos crecido juntos y ella tiene dos hijas y de verdad, miro a esas niñas que son como mis sobrinas también y admiro cómo las ha educado y pienso: algún día me gustaría poder educar así a mis hijos. Libertad, respeto… todo muy sano. Y cuando veo a mi ahijado, todo lo que le queda de vida… No sé, son cosas que me gustaría experimentar.
¿Quizá sea tu próxima aventura?
Es una experiencia que no me quiero perder. No sé cuándo será el momento, la vida dirá, pero al final tener un hijo tiene que ser una experiencia muy gigante, un cambio de prioridades muy interesante. La vida es larga y cada momento tiene su lugar. Si te organizas bien, puedes vivirlos todos intensamente.
¿Eres muy emocional?
Sí, lo soy. Necesito fluir con la emoción por la vida. Supongo que por eso para mí ser actor es tan importante. Es terapéutico y siento que, cuando pongo todas estas emociones en un personaje, me siento mejor. Hasta físicamente, es una catarsis. Vengo de la moda, un mundo en el que me tratan como un rey, todo de súper lujo, y llego de nuevas a un mundo en el que empiezo con toda la humildad desde abajo, pasito a pasito. Entiéndeme, es algo que si no fuese porque me sienta bien y lo vivo desde un lugar verdaderamente honesto, vocacional, pues no lo haría. Cuando hice ‘A single man’ supe que esto no iba a ser un caprichito.