Laia Marull: "Las personas más interesantes son las que tienen herida"
'Incendios' te pasa por encima. Eso es lo que pasa con esta obra, escrita por Wajdi Mouawad, que comienza hablando de conocer tu pasado para poder entenderte y acaba preguntándose si hay alguna posibilidad de sobrevivir al horror. Por el medio, elementos de tragedia griega moderna y Nuria Espert, reciente premio Princesa de Asturias, sacando en cada palabra un matiz diferente a sus 81 años. Su yo joven lo interpreta Laia Marull, tres veces Goya y estupendo altergo en escena
Vaya intensidad de obra…
Mucha. Hay gente viene con la obra ya sabida o la película vista, y aun así les afecta. Toca teclas, fibras. Comienza con dos gemelos, chico y chica, que abren el testamento de su madre. Les deja un mandato: tienen que encontrar a su padre y a su hermano mayor. Ella es matemática y tiene necesidad de saber el final de cualquier ecuación y él es boxeador y es la emoción pura. Está enfadado con su madre porque fue fría con ellos y dejó de hablar los últimos cinco años. Ahí entro yo, en 'flashbacks', que hago de la madre cuando era joven en el Líbano. La madre de mayor es Nuria Espert… Es un viaje iniciático, en realidad.
¿Qué tal con Nuria?
Una maravilla de mujer, todo un descubrimiento. Me ha encantado conocerla. Es cercana, se implica, súper buena compañera, sensible... Me gusta que es curiosa y nos pregunta por nuestras cosas. Y que no está de vuelta de nada. Da valor a cada una de las palabras que dice, pero en ningún momento lo hace pomposo. Con lo que consigue que te llegue como un cuchillo todo lo que dice. Estoy ahí rozándome con ella a ver si se me pega algo…
¿Es importante saber de dónde se viene?
Absolutamente, conociendo el pasado entendemos el presente. No podemos agachar la cabeza bajo el ala. Cuando hay un conflicto hay que ir al principio. Ahí está la esperanza de la humanidad: siempre podemos ser mejores.
¿Siempre?
Yo creo que sí, y eso reivindica también la obra. Básicamente dice que la clave está en aprender a hablar y a escribir para no repetir el círculo de la violencia por violencia, del horror por el horror.
¿La palabra como arma?
Es la llave para sobrevivir a nuestra miseria. No solo económica, también moral.
Justo tu personaje es el que abre una ventana en medio del horror…
Le hizo una promesa a su abuela. Le prometió que aprendería a leer y escribir y eso le cambió la vida.
¿En qué te pareces a tu personaje?
Me gusta la idea de su bondad. Y que, como ella, tengo cierta fortaleza, aunque no sé si sería tan fuerte en medio de todo ese horror y esa crueldad. Me gusta que hago también unos 20 años de diferencia en su vida: desde los 14 a los 40. Este personaje vive en continuo conflicto y eso es muy interesante. Le pasa de todo y ella es fuerte para seguir adelante con su bondad.
¿Una cosa es lo que pasa y otra lo que cada cual hace con lo que le pasa?
Efectivamente. Esa es otra clave de la obra. Que puedes elegir entrar en el ciclo de la violencia… o no.
¿Y en qué no te pareces?
No sé si tendría tanto tesón. No soy tan cabezota. En realidad no me gusta definirme, por eso me gusta ser actriz. Pero puedo decir que soy horriblemente sincera, lo que me crea problemas muchas veces y me cuesta mucho decidir.
Una frase que se repite es 'la infancia es un cuchillo clavado en la garganta'…
Es una imagen muy potente. A cada uno le lleva a un lado. De hecho, cada día que la digo, tiene matices diferentes. Puede verse como la pérdida de la inocencia. Y también como que, de nuevo, una cosa es lo que pasa y otra lo que haces con lo que sabes: te lo puedes dejar clavado... o liberarlo y seguir tu vida con la cicatriz. Claro que la cicatriz no te la quita nadie.
¿Los personajes más interesantes son los que tienen herida?
¡Desde luego! Y en esta obra más, que no se libra ni uno. Los personajes… y las personas. Tenemos ahora una especie de alergia a todo lo que no sea felicidad que no me gusta y la gente no se da cuenta de que el evolucionar de una herida te lleva a un sitio mucho más interesante.
¿Tu verso favorito de la obra?
Uno casi mágico que digo yo: 'Aprender a leer, escribir, hablar. Para salir de la miseria, salir del odio. Y voy a cumplir esa promesa, cueste lo que cueste. No odiar a nadie jamás. La cabeza en las estrellas, siempre'.
¿Qué tal te han sentado los Goyas?
Les tengo mucho cariño, pero nunca sé si han significado algo. Con el primero me decían, 'ten cuidado, que está la maldición y no volverás a trabajar'… Pero luego recibí otros dos. Siempre me pasa, que no me entero de nada y de repente estoy recibiendo uno (risas). Me ponen un poco nerviosa, siempre pienso: '¿qué es lo que se supone que hay que hacer ahora?'.
¿Cómo te llevas con la fama?
No me gusta nada. Aunque le estoy cogiendo cariño y eso es peligroso (risas). No, en serio: yo tengo una situación un poco rara, porque no me suelen conocer por la calle y a mí me gusta porque prefiero ser 'transparente', pero tengo tres Goyas, efectivamente. El equilibrio es complicado... porque si te escondes y no vas a los sitios, luego nadie te quiere para los papeles buenos. El dilema está ahí.