La idea era hablar de su nuevo disco, 'Similares', pero Laura Pausini acabó conversando de casi todo. Su crisis vital a los 28 años, cuando su novio desde los 19 la traicionó y tocó fondo, su terror a la soledad, la historia de amor de diez años con Paolo, su guitarrista y padre de tres hijos con otra mujer, incluso de su trasero y la deteminación a no casarse hasta que su mejor amiga lesbiana no pueda hacerlo en Italia.
Pero cuando la emoción se le dispara es con su hija Paola, "su sueño", que apareció naturalmente pocos meses después de que su madre dejase las decenas de tratamientos que intentó durante años. Así es la Laura, la chica de Faenza que quería cantar.
¿Por qué 'Similares'?
La palabra se me ocurrió ponieldo el pulgar en un consulado americano en Roma, mientras estaba haciéndome una Visa para trabajar en Estados Unidos. Tenía a mi izquierda y derecha gente haciendo lo mismo, pero para identificarnos como diferentes. La palabra 'diferencia en mi país está de moda, pero para mal, para odiar. 'Similares une la contradicción de ser iguales y diferentes, y para mí es muy interesante. Es un disco muy mío, pero diferentes al todo el resto. Aunque mi voz haya cambiado a lo largo de los años, han quedado cosas muy iguales a cuando era pequeña.
¿Qué se ha quedado?
Todas las raíces. Todo en lo que creo está igual: el ser simple, directa, sincera. Ser consciente que estoy en búsqueda de estar equilibrada en el amor, algo súper difícil, quizá lo más difícil en el mundo.
¿Estás viviendo tu gran momento?
Sí, en el amor y en otras cosas. Es una consecuencia de haber encontrado a Paolo hace diez años, quien me ha permitido empezar a vivir una vida más individual. Es raro decir que te unes a una persona y vives más tú más sola.
¿Antes tus parejas eran más absorbentes?
Sí, básicamente yo buscaba a alguien que me protegiera y eso no está bien. Era más inmadura y tenía miedo de la soledad. Siempre era muy dependiente de la persona que amaba. Trataba siempre de hacer cosas para gustarle y cuando la gente me dice que le pasa lo mismo les digo: 'no, no cometas ese error'. Pero debes hacerlo para aprenderlo y conocer otra parte de ti. Dentro de mi hay sentimientos muy conservadores, porque vengo de un pequeño pueblo y he crecido rodeada de personas cerradas con sus sentimientos, pero todo eso me explotó cuando aprendí a vivir sola. Para lograr ese cambio, fui a donde una psicóloga: quería aprender a vivir mi vida sin el viejo amor.
¿Viejo amor?
Mi primer novio, pasé de vivir con mis padres en un pueblo a vivir nueve años con él.
¿Fue difícil?
Mucho. Tuve que aprender a levantarme sola, dormirme sola, cocinar sola, hacer mi maleta sola… Imagínate que primero que canté fue 'La Soledad', porque era la cosa que más miedo me daba, y ahora sin embargo es algo que a veces busco. Dentro de mí soy siempre yo, pero ahora me siento más segura y más atrevida. No hay que tener miedo a atreverse: si te equivocas, paciencia, no pasa nada.
¿A qué edad fue ese cambio?
A los 28, cuando dejé a esa persona que yo pensaba que era el hombre de mi vida y en el cual había concentrado todo mi ser. Era una dependencia auténtica. Acostumbrarme a vivir sin él después de nueve años fue duro: tuve que alejarme de todo mi entorno, porque yo había cancelado a todos los míos para estar con los suyos. Descubrí que era otro hombre. Viví con mis padres hasta los 18 años, y eran muy rígidos, ni fui a una discoteca; luego gané San Remo y me fui a vivir nueve años con esta persona. Era todo: mi mejor amigo, mi trabajo, mis firmas en contratos… ¡Cosas gigantes!
¿Consideras que tocaste fondo?
No podía escribir, ni dormir, ni cantar. Mis vecinos de al lado eran una pareja de chicos gays, que conocí entonces, porque no podía dormir y les llamaba a su puerta. Me abrían y me dejaban dormir en su casa varias veces y se convirtieron n mis mejores amigos. Luego empecé a hacer cosas por primera vez.
¿Por ejemplo?
Salir con un hombre la primera vez apenas conociéndolo. Aunque nunca he pasado la noche con un hombre al que luego no viese más, cosa que ahora me arrepiento (risas), pero para mí era algo nuevo y yo estaba descubriendo muchas cosas de mí misma. Ten en cuenta que durante nueve años yo no salía de casa si no era para ir a cantar en un escenario o en una televisión.
Entonces qué bien esa crisis...
¡Sí, qué bien! Pero es que era muy terca. Mira que mucha gente me decía que ese chico no, pero cuando estás enamorada… Más me lo decían mis amigos, más les alejaba yo a ellos.
¿A qué cosas te atreves ahora?
A viajar por el mundo con una niña de dos años, por ejemplo. Vivir con un hombre que estaba casado y tuvo tres hijos antes de encontrarnos. Para mí, ese fue el cambio más grande, y tuve que luchar. Durante varios meses, al principio, rechacé su presencia en mi vida porque estaba separado. Esa parte conservadora tiró entonces de mí. Siempre estuve muy abierta a él, pero al mismo tiempo era tímida. Todo fue bien, ya te digo, por el cambio en mí misma.
Habrá muchas mujeres que se sientan identificadas contigo ahora mismo.
Seguro que sí. En esa época escribí además un disco que se llama 'Escucha', el más enojado de mi carrera, que escribí y produje sola, sin él, y es el único que ha ganado todos los premios que existen. Gracias a eso me dije: 'sé hacerlo'. Porque yo estaba segura que no era capaz sola. Y luego todo cambió: estuve cuatro años con otro chico y nos dejamos con cariño, cosa que para mí no era posible tampoco, porque pensaba que cuando se deja es por algo gravísimo… Era nuevo también para mi descubrir que te podías querer aunque la historia se acabase.
¿Cómo empezó lo de Paolo?
Estuvo dos meses tocando conmigo y casi ni me di cuenta de que estaba a mi izquierda. Empezamos a hacer conciertos más grandes en aquella época y llamamos a otro guitarrista, y me aconsejaron a él porque era el más conocido de Italia. Es una persona timidísima, vamos, que no habla. Y entonces apenas hablamos hasta que en la gira, después de un concierto, fuimos todos a un cuarto a jugar a las cartas. Yo le dije a mi asistente: ‘mira que este guitarrista te mira, ¿eh?’. Y ella me dijo que no, que me miraba a mí desde hace dos meses. Y me dio un ataque de vergüenza: acababa de dejar a mi novio nuevo y no quería enamorarme de inmediato por respeto a él. Pero fue la primera vez que me enamoré de alguien que me lo pedía, antes siempre lo pedí yo.
¿El qué pediste?
Yo siempre era la que había hecho la pregunta del millón: '¿quieres estar conmigo?' Paolo vino un día y me dijo: eres la mujer de mi vida. Y fue el primero que me miró también el cuerpo… con amor. Hasta ese momento, los otros me decías que me tápate el trasero, ponte la chaqueta, estás demasiado gorda. ¡Yo pensaba que lo decían por mi bien, porque me querían! ¿Qué loca, no?
A ti te gustaba tu trasero, ¿no?
A mí no me interesa mucho mi trasero, lo que me gustaba era que le gustase a él. Al primero no le gustaba. Antes de Paolo buscaba parejas protectoras: ahora soy más mujer, nunca más una niña. Y, al mismo tiempo, siento que hemos hecho juntos lo que hacen los niños cuando se enamoran. No sé cómo explicarte: él me permite elegir lo que debo hacer. Nunca me ha dicho que por qué me he puesto tal o cual vestido o he dicho esta cosa o la otra en una entrevista. Es raro para mí: no es protector, eso es lo que más me gusta.
¿Escribe música para tus discos?
Escribe para mucha gente, pero a veces oigo por casa algo que me gusta y le dio: ‘stop, esto es para mí’.
¿Escribió él la canción 'Nuestro amor de cada día'?
Esa es muy autobiográfica de nuestra historia y la melodía la ha escrito su hijo pequeño, que tiene 14 años. Es un tipo muy especial: escucha todo el día música y solo dos estilos, clásica o dance. Tengo otro tema dance que me ha arreglado él. Paolo no escribe letra, de eso me encargo yo. Pero ojo que ‘Nuestro amor de cada día’ no es parte de las tres canciones súper autobiográficas que hemos metido: una está dedicada a mi padre (‘Lo sabías antes tú’), otra que canto con mi hija y Paolo toca (‘A ella le debo mi amor’) y otra para mis fans, que es una idea de Paolo.
¿Tu hija canta?
Todo el día.
Otro cambio importante, además del de los 28 años, habrá sido ser madre.
Ese era mi sueño, no cantar. A ver, cantar también, pero no ser famosa. Yo sabía que la música iba a estar de todas formas, ya fuese en el piano bar de al lado de casa de mis padres. Soy tauro, desde pequeña he sido muy organizada: quería ser arquitecta de día y por la noche cantar en ese restaurante, aunque no me pagasen. Nunca he soñado con ser famosa, pero sí con ser mamá. Lo intenté durante diez años y no podía. Hice todos los tratamientos del mundo y nada.
¿Cuándo sucedió?
Decidí dejar de intentarlo, porque estaba muy triste. Por suerte, siempre estaba Paolo a mi lado. Él siempre estaba convencido de que iba a pasar. Me hice incluso amigas de algunas de las chicas que me iba encontrando en el doctor. Por eso ahora cuando me dicen que si quiero tener el segundo hijo, yo digo que no, que mejor ellas tengan uno. Después de cuatro meses que dejé los tratamientos, me levanté y estaba embarazada naturalmente. Si lo pienso, aún siento la emoción (ríe). En esos primeros meses tenía miedo de hasta respirar, me aterraba perderla. Luego fue todo bien. Es una cosa que no se puede explicar con palabras. Mi vida empieza ahí...