Leonor Watling y Alejandro Pelayo han pasado por todas las fases que una pareja puede atravesar: primero fueron amigos, luego más que eso, después rompieron y acabaron uniéndose de nuevo, pero artísticamente, para crear el grupo 'Marlango', su aventura musical desde hace una década. Se conocen bien. Y se nota hasta cuando se turnan para responder. Ahora que el tiempo ha pasado y juegan juntos en el parque los hijos que han tenido con otras personas (Leonor dos, con Jorge Drexler), estrenan su sexto disco, titulado 'El Porvenir'.
Ella es más de letras. Él, de piano. Ella lanza optimismo y buen humor al mundo siempre que tiene oportunidad. Él es más para 'adentro', del norte. Marlango se ha quedado en sus dos pilares después de que Oscar Ybarra, el tercero en armonía, decidiese probar suerte al otro lado del charco, en Chicago. Pero la esencia del grupo está intacta y su sonido tiene "más energía" que nunca, tal y como nos comenta Leonor. Además, en esta ocasión ha remado a su favor el prestigioso productor Sebastian Krys, que ya hizo de gurú con sonidos tan dispares como el de Bisbal, Lory Meyers, Shakira o Alejandro Sanz.
Fito Páez y Enrique Bunbury, dos de sus grandes compadres, también han querido participar en esta nueva aventura cantando un par de temas. De hecho, Páez es el 'culpable' de que vuelvan a componer en español. El detonante fue una cena en la que acabaron todos al piano y en la que el argentino convenció a Leonor Elizabeth Ceballos Watling, hija de una inglesa y un gaditano, para que usase "las dos manos". "Una vez que entendí cómo se compone en español, cómo jugar con las palabras, me apetecía seguir por ese camino y dejar el inglés. Al final es muy diferente y la voz es un instrumento más. Es como una baraja: ¿juegas a las cartas con la francesa o la española? Pues ahora quiero con esta", explica Leonor.
El proceso creativo de este curioso tándem nunca es igual. Unas veces es una foto la que inspira, otras un sentimiento melancólico o alegre en mitad de un rodaje, cuando Watling está "más descolocada y sensible" y tiene más tiempo para sí misma. "Trabajamos mucho por separado. Yo desde el cuaderno y él con el piano. Y luego cada canción tiene su camino propio: hay veces que nos juntamos y tocamos algo que de repente ya es una canción de los dos y solo hay que afilarla. Otras veces hacemos una parte, la guardamos y la vamos engordando… y tiene más que ver con ser ebanista", añade la cantante.
¿Discutís mucho al crear un tema?
Alejandro: Somos cómplices y a la vez intentamos buscar un equilibrio para no hacernos trampa a nosotros mismos. No todo vale. En esa búsqueda es mejor aportar al otro para sumar, porque al fin y al cabo estarías boicoteando tu propia canción.
Leonor: Nos hacemos de espejo. No discutimos mucho porque no tendría sentido. Después de diez años, si no estuviésemos de acuerdo en la mayoría de las cosas no podríamos seguir con el grupo. Sería como unas uñas constantes en una pizarra. El ochenta por cierto lo compartimos y el veinte restante nos cuestionamos para aportar.
Os vais de vacaciones juntos, vuestros hijos juegan en el parque… ¿necesitáis también vacaciones el uno del otro de vez en cuando?
Leonor: Hay mucho de vacaciones el uno del otro (risas)…
Alejandro: Tenemos mucho de ese tiempo cada uno por su lado. Cuando Leonor rueda alguna película, que le lleva dos o tres meses, por ejemplo. Ahí es un buen momento para las canciones, donde más material aparece porque tiene más espacio para ella y yo para hacer otras cosas.
¿Ahí es donde puedes concentrarte más en ti?
Leonor: Sí, estoy trabajando en la película, pero tengo huecos en los que estoy sola. Y también ese descoloque y esa sensiblidad viene bien para las letras, por el contraste. Cojo mi cuaderno y voy apuntando…
¿Qué tal fue colaborar con Fito Páez y Enrique Bunbury?
Leonor: Maravilloso. Fito fue en gran medida el responsable de que empezásemos en el disco anterior con las canciones en español. Me dijo algo así como que usaba una mano y tenía dos. Nos invitó a cenar, estuvimos cantando, pasándolo bien y fue la gota que colmó el vaso. Ya le dije que iba a decir que era su culpa. Es como tener un padrino, un cómplice y la canción en la que participa es un territorio común que tenemos con él. En el caso de Bunbury, le teníamos muy cerca, es amigo y le admiramos mucho, pero nunca teníamos una canción para ofrecerle. Compusimos ‘Dinero’ y ahí sí que nos cuadraba él.
¿Y con Jorge Drexler no os apetece volver a cantar?
Leonor: Ya hemos cantado con él varias veces, pero mandan las canciones.
Alejandro: Hace dos discos ya cantó un par de temas en inglés.
¿Le enseñas tu material en casa?
Leonor: Te contesto diciéndote que me encantaría poder hablar con naturalidad de cómo es nuestra relación, pero como vivimos en un momento en el que los límites en los que saber dónde está tu intimidad y dónde no son muy difíciles. Si hubiera un punto donde yo pudiese hablar de eso y parar, lo haría. Pero no parece que lo haya. En cuanto empiezas, parece que todo vale. Lo publicas en esta entrevista en un contexto concreto y tiene sentido y de repente lo veo dentro de un mes en otra cosa como titular y sacado de contexto. No me siento có moda contestando, la verdad.
De acuerdo, volvamos a vosotros. Soléis decir en entrevistas que Leonor es la parte más positiva y Alejandro la más grave, ¿es así?
Alejandro: Trabajo como soy. Y no soy tan alegre como Leonor. Ella suele estar de buen humor por defecto y yo no es que esté de mal humor, sino que soy más…
Leonor: …económico (risas).
Alejandro: No, soy de Cantabria, de Villacarriedo, un pueblo pequeñito. Somos como el tiempo, para 'dentro'… No regalo fácil, pero nadie del norte regala fácil como lo hace uno del sur, que en un minuto parece que te conoce desde hace mucho y no te acuerdas.
Leonor: Es verdad, es muy raro que yo me enfade, soy hiper empática… para lo bueno y para lo malo. Él tiene a cambio más energía vital: sale a correr todas las mañanas y hace maratones.
Alejandro: Sin embargo, musicalmente, siempre pasa que uno de los dos compensa la tendencia del otro en la canción: si la letra de uno es un drama, el otro intenta que la música no se vea muy arrastrada. La canción va discurriendo por aquí y por allá y te deja en otro lado. Así el que está en su casa escuchando es el que decide por qué camino ir...