El nuevo personaje de Quim Gutiérrez en 'El Accidente' (martes, 22:40 horas) parece el perfecto padre de familia… hasta que un avión en el que se supone que va se estrella y su mujer descubre que no viajaba en él. A partir de ahí, sus mentiras comienzan a quedar al descubierto. El actor ha tenido que reflexionar mucho para preparárselo sobre cómo se relaciona la (no) verdad y los afectos, así que hemos aprovechado para hacerle un test rápido monotemático. ¿Miente mucho el catalán? ¿En qué dice su abuela que se le nota? ¿Qué trola le metieron doblada y le dolió especialmente? ¿Piadosas sí o no?
¿Cómo se relaciona tu personaje con la mentira?
Considera que tiene motivos para ocultar parte de la realidad. Se mete en lo que se mete por un motivo noble, pero luego le compensa. Entonces mentir sigue siendo un modo de llegar al fin último, que es mejorar la situación de su familia, pero tiene que seguir y seguir aunque ya no quiera.
¿Alguna vez has llevado también una doble vida?
No.
¿La peor mentira que te han hecho y has pillado?
Un boli de esos de un montón de colores que mi hermano me juró y perjuró que no me había robado y lo encontré en su estuche años después.
¿Se te da bien mentir?
En la vida real, fatal.
¿Te suelen cazar?
La mayoría de las veces. Supongo que a la hora de actuar tengo muy claro el juego, la convención, pero en la vida real no. De todos modos, miento muy poco.
¿Cómo se te nota?
Mi abuela dice que soy muy transparente de ojos. Que siempre que cogía un polvorón que no me tocaba se me notaba ahí.
¿Hay que mirarte a los ojos?
Si sé que lo vas a hacer, intentaré disimular.
¿Siendo actor es más fácil?
Teóricamente sería que sí. Pero no. Lo que sí es más sencillo es ser capaz de actuar de una manera que no es la tuya natural con cierta solvencia.
Un ejemplo...
Una cena con gente que apenas conoces: eres capaz de interpretar un personaje que se adecúa al entorno con solvencia. Es un ejercicio: copias las formas y te adaptas. Pero sirve para un rato, no para siempre.
¿Te pones una máscara?
Eso es. Pero no es mentir. Es traducir en un lenguaje corporal que pega y todos van a entender fácil. Tengo el lenguaje corporal muy integrado.
¿Mentiras piadosas sí o no?
No.
¿Sería posible un mundo sin mentiras?
Eso es otro debate ético. Hay momentos en los que es mejor no contar la verdad. Y también habría que pensar qué es en realidad la verdad. Imagínate en el periodismo con los titulares.
¿Nos autoengañamos mucho?
A veces. Yo no, soy muy consciente. Me pienso bastante y me conozco mucho, así que el autoengaño para mí es difícil.
¿Has mentido mucho en esta entrevista?
No, solo un poco (risas).