Natalia Lafourcade: "Tras un desamor, siempre hay un renacer y un reflorecer"
Lafourcade apenas supera el metro y medio, pero viene fuerte de gira por Europa, "empoderada", con la flor roja del pelo en todo lo alto. Simbólica. Mexicana. Raíz. Arrastraba un desamor que la dejó hecha polvo y se filtró en las canciones de sus discos anteriores, pero ahora, ya mejor, ya con el apego colocado en su sitio, ha decidido invocar a sus 'Musas II', que así es como se llama su nuevo disco. Chavela (Vargas), Violeta (Parra), Mercedes (Sosa)… Natalia ha querido homenajear a esas mujeres totem re-cantando algunos de sus temas y componiendo otros ella misma poseída por ese "flow cálido de madera y tierra". A su lado ha colocado además a los Macorinos, los míticos guitarristas de Chavela, que redrescubre para los más jóvenes.
Poca gente sabe que no es la primera vez que la música cura a la de Veracruz. Además de con los baches del amor, a los seis años le ayudó a recuperar el habla, la luz y el movimiento tras caerse de un caballo. Fueron el ritmo y los acordes lo que le salvaron la vida, según ella misma nos cuenta. "Los doctores le dijeron a mi mamá que no podría volver a la escuela. Perdí la capacidad de leer, de caminar y de hacer muchas cosas y ella, que es pianista, con la música me fue ayudando a recuperarme. Quedé un poco loca, pero como todos (risas). Se ha convertido en mi propio método de sanación". Hablamos con Natalia en la sede de Sony en la Castellana, mientras atardece sobre Madrid, una de sus "ciudades favoritas del planeta".
¿Por qué 'Musas'?
Porque sentí en este disco la presencia de todas estas mujeres, compositoras y empoderadas. Violeta Parra, Mercedes Sosa, Chavela Vargas, María Grever… Se volvió un homenaje al folclor latinoamericano. Quería tocar esta música con mucho respeto y conectar con su energía espiritual, del más allá. La inspiración, las musas, es algo que no puedes tocar y que te conecta a otra dimensión. Este disco me hace sentir de esta manera. Algo dentro de mi me dijo que ese era el nombre. Y quiero que dé mucho calor a la gente.
Algunos temas también los has compuesto tú
Hubo un momento en el que la naturaleza del proyecto me llevó a empezar a componer. A homenajear yo misma la vida, la muerte, el amor, el desamor, la tierra donde crecí, la soledad… Se fue entrelazando todo.
'Danza de gardenias', el nuevo single, va de un desamor sin rabia. ¿Has hecho las paces?
Es una canción de buen augurio, de desear el bienestar y el florecer para otra persona. Porque cuando te separas de alguien viene una muerte. Así que este tema es el buen augurio para esta nueva vida que renace en ambos. Dice: 'Ese antiguo encanto dentro de tu pecho reflorecerá'. Algo se rompe dentro de uno… y a veces creemos que eso no se puede volver a reconstruir, pero tras un desamor siempre hay un renacer y un reflorecer. Nada es permanente y eso hay que entenderlo. Rinde un homenaje a los ciclos y es alegre como un carnaval.
¿Cierra también el ciclo del disco anterior?
Lo pasé mal. Hablaba en el anterior de muchas cosas, entre otras me preguntaba 'si sabes quererme' y ahora digo más bien que 'con amor me despido'. El desapego es muy importante. Mi idea en este ha sido conectar con las emociones y dejar al aire en crudo lo que uno siente. Volver a la madera, a lo acústico, a la raíz. Recuperar la esencia con la tradición.
¿Por qué de lo indie y al floclore?
Mi música ha ido reflejando mucho mis momentos. Siento que he quitado ahora mismo muchas barreras sobre si soy indie, pop, jazz o lo que sea. La gente que me conoce sabe que siempre voy a explorar algo nuevo. Y se ha generado una complicidad grande en eso. Y me dejan hacerlo y lo disfrutamos juntos.
¿También en la vida real estás siempre explorando algo?
Siempre. En búsqueda constante. Mantener la ilusión viva es algo muy importante para mí. Si no me encasillo y me aburro. Me gusta ponerle pimienta a la vida, darle movimiento a las cosas. Soy hiper curiosa, eso no lo puedo evitar. Siempre quiero cambiar. Y determinante: si quiero hacer algo voy a ello y lo consigo, cueste lo que cueste. Y se me ha ido asentando a través de los años, así que ahora lo hago al revés: me pienso primero mucho si quiero algo antes de ir a por ello, porque iré a por ello. Y me gusta compartir los procesos, no hacerlo sola.
¿Como con los guitarritas de Chavela, los Macorinos, que tocan contigo?
Son dos seres maravillosos. Los necesitaba justo a ellos para este disco. Iban a llenar de peso y de sentido algo que yo quería hacer, ese homenaje. Les necesitaba de aliados, no lo podía hacer sola.
¿Crees que Chavela estaría contenta?
¡Mucho! La he sentido en estas canciones, sé que está feliz porque ella no quería que los Macorinos quedaran en el olvido. A ellos les ha dado la oportunidad de volver a mostrarse a la gente joven, y eso ha sido muy especial.
Se te compara mucho con Julieta Venegas
Somos muy amigas. Crecí cantando sus temas… Ha habido varios artistas que despertaron en mí las ganas de componer mi música y ella es una de ellas. Dije: 'algún día quiero ser a mi manera como ella'. Una mujer que compone su propia música, hace cosas interesantes, canta…
¿Recuerdas el primer momento en el que pensaste que ibas a hacer música?
Cuando era muy chiquita. Yo decía: quiero ser famosa y cantar. Y eso ha ido evolucionando y ha ido tomando diferentes formas. Primero quise un grupo de pop, luego hacer mi música, me retiré y fui a vivir a Canadá, luego regresé desde cero y empecé a mi manera de verdad para probarme a mí misma que podía. Hasta ahora, que ya no intento probar nada a nadie. Ahora disfruto y ya está.
¿Tus padres también son músicos, no?
Mi mamá estudió la carrera de pianista y luego fue pedagoga musical y creó un método de enseñanza musical integral para ayudar a los niños. Y mi papá es constructor de clavecines, laudero. También fue profesor de bellas artes. Y también constructor de barcos de madera. Es como un capitán frustrado, yo creo que en otra vida fue pirata. Porque tiene un espíritu muy bonito y muy especial y le encantan trabajar la madera con sus manos y transformarla en instrumentos.
¿Es verdad que tu madre te trató de niña?
Sí, cuando tenía seis años tuve un accidente de caballo y mi rehabilitación se llevó muchos meses. Los doctores en algún momento le dijeron a mi mamá que no podría hacer una carrera universitaria o que no podría volver a la escuela. Mi mamá no sabía qué pensar porque el panorama no era muy claro. Yo perdí la capacidad de leer, de caminar y de hacer muchas cosas y ella, que es pianista, con la música me fue ayudando a recuperarme. Quedé un poco loca, como todos. Pero ando bien. ¡Ando! ¡Puedo cantar! Y desde entonces ella imparte este método a escuelas. Ahora está buscando cómo modernizarlo con las nuevas tecnologías y quiere hacer una aplicación.
¿Se inventó el método para ti?
Lo venía haciendo más o menos, pero cambió el rumbo totalmente. Mi accidente hizo que ella decidiera aprender mucho más y expandirse en la pedagogía infantil con música.
¿Cómo recuerdas aquella época?
La recuerdo muy bien. Tuve una infancia feliz, quitando ese accidente, que sí fue duro porque fue un año en blanco para mí. Como si no hubiera existido. Raro. Pero la música se volvió parte de mi vida y la interioricé, la metí en el cuerpo.
Le pasó a Frida con su accidente y a muchos escritores…
Esos baches de niño son un disparador del mundo íntimo. Te empujan a algo. Siempre quise cantar, pero desde ese accidente se me creó un vínculo con la música muy particular. Algo vital. Se ha convertido en mi propio método de sanación.