Paula Bonet y Aitor Saraiba: "Hemos aprendido a salir del dolor para llegar al placer"
Ya lo dicen ellos. Que no es fácil describir 'Por el Olvido'. Que es un libro y muchas cosas más. "Un laberinto", dicen. Una experiencia. Un estado emocional. Un canto al amor. A la amistad. Un duelo. Una oda a la muerte y a la vida. Un homenaje a Bolaño, que a ambos les llega al tuétano. Un viajazo, al fin y al cabo. Paula Bonet y Aitor Saraiba han unido sus personalísimos universos para que crear un tercero en este libro, en el que hablan de lo que más han querido y quieren. Lo que más les ha dolido... y duele. Todo, desde la oscuridad hacia la luz. "El suicidio de mi amigo Antonio, el asesinato de una amiga, la muerte de mi primer novio, mi abuela Amailia que pierde la cabeza… Este libro es una curación enorme", dice Aitor junto a la Gran Vía madrileña.
Hace apenas cuatro años, esta valenciana y este toledano apenas se conocían. Paula supo por un editor común que Aitor estaba preparando una ambiciosa obra sobre Bolaño, justo lo que ella quería hacer. Así que siguió con sus proyectos mientras esperaba impaciente el resultado. Ese mismo editor, guiado por la intuición, les presentó un buen día, aprovechando una exposición de Aitor en Madrid. Ella le preguntó por el libro. Él admitió que lo había tenido que dejar, que no rulaba. No acababa de encontrar el camino. A veces pasa con los libros, que mueren sin llegar a nacer. Las razones del (casi) fracaso la conmovieron. La conversación le consoló más de lo que el propio Aitor pensaba. Al día siguiente, la llamó: "Paula, venga, retomo el libro, pero sólo si lo haces conmigo", dijo. Ese fue el primer paso del nuevo 'Por el Olvido'.
¿Qué es este libro?
Aitor: Un laberinto. Pero hemos dejado miguitas de pan para que cada uno siga el camino que más le interese. Un libro con un montón de historias: Bolaño, cómo conocía a Paula, nuestra pasión por la literatura, un montón de amores perdidos, varios amigos muertos... Pero, sobre todo, sobre el hecho de perseguir la pasión sea como sea.
Todo muy fragmentado, como la literatura de Bolaño
Paula: Eso es. Entrando y saliendo de las historias y creando un libro global.
¿Qué hay que olvidar?
Aitor: El título viene de un poema de Borges, que se llama 'Otros poemas de los dones'. Hay un verso que dice: 'por el olvido, que anula o modifica el pasado'. Y me parece una cosa súper sádica y aterradora. ¿Qué es eso de anular o modificar el pasado? (risas). Todos, sin querer, intentamos cambiar un poco nuestras historias. Me lo planteé cuando empecé este libro solo, cuando quise hacer un recorrido por la vida y obra de Bolaño, pero lo tuve que abandonar porque no fui capaz. Es un título homenaje también a ese proyecto que abandoné.
¿Y ahí entraste tú?
Paula: Hace tres años, yo me enteré por nuestro editor que Aitor estaba haciendo un libro curradísimo sobre Bolaño, que era lo que yo quería hacer, así que me dio mucha rabia y mucha alegría a la vez. Durante dos años estuve esperando a leerlo y cuando nos conocimos le pregunté y el porqué de haberlo abandona me fascinó. Estuvo dos horas explicándomelo. Así que eso es el libro: la historia de por qué no fue capaz de hacer ese libro y cómo lo retomamos juntos. ¡Para mí fue un regalo! ¡Y el proceso ha sido muy bolañesco! Nuestras postales, poemas, nuestros viajes a México y Chile, sus países, y nuestra tradición de un cada diciembre a un pueblo de la Costa Brava cerca de Blanes donde vivió él…
Hay mucha oscuridad: ¿solo desde ahí se puede ver un poco de luz?
Aitor: Mucha. Entendemos muy bien esa lucha de la luz contra la oscuridad en la obra del otro. Nunca gana la oscuridad, somos muy consciente de que la trayectoria es hacia la luz y tiramos hacia ella con todo en contra. Hemos vivido golpes grandes que aún hacen que se nos pongan los pelos de punta.
Paula: Nuestro compromiso es con la búsqueda constante. Somos conscientes de que se tiene que convivir con el dolor y defendemos los tiempos que se necesitan para transitarlo. Hay que convivir un rato con la angustia para superarla.
¿Aitor ha puesto las palabras y Paula las imágenes?
Aitor: Ojalá que no. Es la forma más técnica de expresarlo, pero ha sido un partido de tenis en el que todo se ha mezclado.
Paula: Cuando leí la primera versión del texto supe que aquel era mi texto. Hablaba del mismo amor, oscuridad, lucha, pasión por la literatura. Nos hemos permitido meternos en el trabajo del otro, pidiéndole que haga cambios o que elimine fragmentos… El texto de su abuela va con un retrato de la mía, para que te hagas una idea. Nos hemos fundido.
¿Es un resumen de vuestro modo de estar en el mundo?
Aitor: Totalmente. Hemos intentado expresar, del modo más humilde posible, nuestro modo de pintar, leer, vivir, amor, llorar, narrar, caer en el abismo de nuevo…
Paula: Y de nuestros placeres más potentes. Y de la no impostura. Y la necesidad de mostrarnos tal y como somos. Si hubiésemos sabido que íbamos a meter nuestras postales, no serían todo lo honestas que son.
¿El pudor es algo que a ti te importa mucho, no Paula?
Paula: Así es, pero he sufrido una transformación. Me di cuenta de que el arte que más valoro es justo el que se come ese pudor y no lo disfraza todo de metáfora. De hecho yo creo que tengo un conflicto grande con mi primer libro, que creo que no se entendió y cuyo éxito yo no entendí, y justamente no estoy del todo cómoda con él ahora porque lo disfracé todo demasiado. La metáfora se lo comió todo. El arte que yo disfruto es el que no se disfraza. Al pasar por el segundo aborto lo pensé mucho. Todas las mujeres a las que leo desde hace cuatro años no se esconden: hablan de masturbarse, de parir, de los malos tratos... Y decidí espontáneamente cargarme ese tabú con la foto del ascensor. No quise anular el dolor, quise la crudeza.
¿De qué querías hablar en 'The End'?
Quise hablar de maltrato, de relaciones a tres bandas, desigualdad de género… pero no lo conseguí. Lo disfracé demasiado de metáfora y de ese tono que senos pide a las mujeres: 'habla, pero poco'; 'di, pero que no sea desagradable'… 'The End' me dio ese bofetón y me ha ayudado a reaccionar.
¿Obtuviste la respuesta que esperabas al colgar esa ya famosa foto en Instagram de tu segundo aborto?
Paula: No esperaba ninguna respuesta. El legrado, el posoperatorio, el dolor… todo eso no dependía de mí. Pero mi silencio sí. Eso estaba en mis manos. No quería otra vez palmaditas en la espalda y miradas de condolencia o comentarios que me hacían sentir con una tara. El contexto que más te quiere al final te responsabiliza de la pérdida, y eso no puede ser. El primer aborto lo llevé muy mal porque no tenía información y porque no supe plantarme ante ese entorno que me agredía sin querer. Pero con el segundo tenía ya experiencia y lo llevé de un modo más sano. Supe que no era culpable y cómo afrontarlo. Esa foto de embarazada con embrión muerto me ha ayudado porque he visto a más gente en la misma situación y me ha hecho sentir menos sola.
¿En qué os ayuda el otro?
Paula: No tengo al ridículo ni a la mediocridad delante de Aitor. Me hace avanzar en la relación conmigo misma, me hace que verbalice cosas delicadas y bestias como agresiones de género y me hace querer actuar ante ellas aunque hayan pasado 15 años y no sean denunciables legalmente. Pero tener alguien cerca que te hace abrirte de ese modo, es maravilloso.
Aitor: Gracias Paula, qué cosas más bonitas dices. Espero que eso se vea en el libro. Ella también es muy importante para mí.
Hay varias muertes en el libro: ¿van mejor esos duelos después del libro?
Aitor: Por supuesto, este libro es una curación enorme. Inconscientemente nos hemos invitado mutuamente a sacar todas esas historias que dolían. Mi amiga Agnes fue asesinada en México y nunca se ha sabido quién es el culpable, mi amigo Antonio se suicidó y la muerte de Gerardo, que es un fantasma que me acompaña en todos mis libros. Fue mi primer novio y murió cuando éramos unos críos, con 22 años. Ahora pienso en él y le veo como un niño. De hecho he vuelto a México y vi a sus hermanos pequeños y ya tienen 30 años y son mayores de lo que nunca fue él. Este libro también me ha ayudado a sanar esa herida. El arte es la única garantía de sanidad que tenemos. Ahí está la salvación.
¿Hay cierto placer en el dolor?
Aitor: No, nunca he encontrado placer en el dolor. He aprendido a salir del dolor para llegar al placer, pero el dolor es una mierda (risas). Y quedarte ahí más.
Paula: A mí me gusta verlo como que hay un tiempo que necesita el dolor y que hay que dárselo. Muerte al bombardeo de frases positivas que anulan un dolor necesario.
¿Va a haber otro libro?
Aitor: No sabemos el qué, pero que seguiremos haciendo cosas juntos fijo.
Paula: Estábamos haciendo 'Por el olvido' y no lo sabíamos, así que claro que seguiremos con nuestro amor y nuestro arte.