The Corrs ya no se sienten 'so young', pero sí "más sabios". Y optimistas. Después de vender 50 millones de copias, convertirse en el grupo irlandés de referencia (junto con 'U2') y tomarse un descanso de diez años, en el que les ha dado tiempo a tener varios hijos, casarse e incluso divorciarse, vuelven con 'White Light'. Un disco dedicado a su madre y a su padre, fallecido a principios de año, los verdaderos culpables del amor por la música de estos cuatro hermanos del condado de Louth.
A Guerry Corrs dedicaron también su primer concierto de esta nueva etapa, un tributo sobrio en su funeral, donde además leyeron un par de poemas que su padre escribió a su esposa, fallecida en 1999 tras un trasplante de pulmón. Juntos tuvieron un grupo durante treinta años, mientras enseñaban a sus cuatro hijos el arte de la percusión (Caroline), los violines (Sharon), los teclados (Jim) y el canto (Andrea).
Quedamos en un hotel del centro de Madrid y los paseos hasta la cafetera de expresos se repiten: tocaron el día anterior en Londres, tienen todo el día de promo en España (somos grandes fans del grupo, a juzgar por las ventas) y en apenas tres horas cogen otro vuelo de vuelta para prepararse para la siguiente actuación. Parece que ya no es tan fácil seguir el ritmo de antes, al menos sin cafeína. Jim (el más callado) se ha pasado además al cigarrillo electrónico. "Me sienta mejor, ya no se me carga el pecho por las mañanas", dice.
¿Por qué habéis decidido ahora?
Caroline: Realmente nunca decidimos parar. Fue algo natural. Empezamos a tener hijos y decidimos centrarnos en nuestra vida personal. Tenía la sensación de que necesitaba dejar de hacer música un tiempo, de que la historia se estaba acabando. Y musicalmente también. No creo que hubiese funcionado si nos hubiésemos forzado a seguir. Y era ahora o nunca, tampoco podíamos esperar cinco o diez años más. Ahora volvemos con más fuerza, en otro momento vital, y con un disco nuevo. Un álbum que, por cierto, no sabíamos si íbamos a ser capaces de hacer. Queríamos traer el mejor disco posible, y no sabíamos si lo íbamos a lograr hasta que comenzamos. Y ahora sí lo sabemos: es muy especial la magia que se crea al tocar juntos otra vez.
¿La primera vez que os unísteis fue en el funeral de vuestro padre a principios de año, no?
Andrea: Él y mi madre eran nuestros mayores fans. Eran músicos los dos, tenían un grupo, y nos enseñaron a tocar a los cuatro: eso es un enorme regalo, la música fue el regalo que nos dieron mis padres. Han sido nuestra mayor inspiración. Ya habíamos empezado a componer cuando él falleció, así que fue muy natural juntarnos y tocar para él como un tributo.
¿Por qué elegísteis 'White Light' como título?
Andrea: El fallecimiento de nuestro padre nos ha hecho plantearnos más cosas sobre la vida posterior a la muerte. La vida después de la vida. Hay muchas reacciones posibles a la pérdida, pero la nuestra ha sido: 'bueno, pues ahora estoy aquí, así que toca vivir cada momento como el último'. 'White Light', la canción que da nombre al álbum, está inspirada líricamente además en el documental de Amy Winehouse. Fui a verlo y salí conmovida. Es tan emocional, tan trágico… Es una frase del final. Viene a decir que hay que aprender a vivir. Así que sí, es una postura que inunda todo el disco: hay que ser valiente para encarar los problemas y sobrevivir lo mejor posible el día a día: todo pasará. Lo bueno y lo malo: eso es la vida.
¿Así que aunque hable de la muerte al final es muy positivo?
Andrea: Completamente. Muy positivo.
¿Cómo os organizáis para componer los temas entre cuatro? ¿Tenéis un protocolo?
Sharon: Depende la canción. A veces comienza una canción Jim, o Andrea o Caroline o yo y luego la seguimos el resto. Al final están las ideas de todos. Quién esté más inspirado comienza, como en el caso de ‘White Light’ de Andrea… Lo bonito es que acabamos colaborando todos y te diré que creo que ahora nos escuchamos más unos a otros. Somos más capaces de aguantar nuestras propias ideas para escuchar las del otro. Tener paciencia, aceptar las sugerencias… Somos muy colaborativos. Esa increíble magia que surge cuando tocamos juntos es por eso, The Corrs es eso.
Caroline: Otra parte importante es saber elegir. No todas las canciones entran en el alma de este disco. Teníamos muchas más compuestas, pero estas son las que deben estar. Ese es el modo de hacer el mejor disco posible, de sentirlo.
¿Podemos decir entonces que no sois 'so young' pero sí más sabios?
Sharon: (Risas) Vamos a decir que no somos tan viejos y sí más sabios.
Andrea: (Risas, canta el estribillo de uno de sus singles más vendidos) ¡No vamos a poder cantar ese tema más! ¡A ver qué hacemos ahora! We are not so old, so old, now!
Todos habéis tenido hijos en este tiempo, ocho en total, ¿tocan también algún instrumento?
Caroline: Algunos son aún demasiado pequeños, pero sí. Nosotros nos sentimos terriblemente afortunados de que nuestros padres nos hayan regalado el amor por la música. Es un regalo gigante que nos hayan enseñado a tocar y que en casa siempre la música estuviese presente, así que obviamente intentamos hacérselo llegar también nuestros hijos también.
¿Tenemos segunda generación de The Corrs?
Sharon: No (risas). La magia de la música es que tienes que amarla, tienes la necesidad de estar en contacto con ella. Y para mis hijos y sus primos es algo muy normal, lo ven todo el tiempo en casa y en todas partes. Todos menos Andrew, que es aún muy pequeñito, tocan algún instrumento por ellos mismos, así que ya veremos qué sucede en un futuro. No hay que forzar nada.
¿Qué haríais diferente ahora que no hicisteis antes?
Andrea: Es diferente. No es que ahora queramos hacer otras cosas, es que creo que lo podemos disfrutar más, porque hay algo en tocar con mis hermanos y luego volver a casa y ser la mamá de mis hijos que es más sano para mí mentalmente. Me siento más protegida que cuando tocaba en solitario, por ejemplo. Ahora tenemos más perspectiva. Amo la música y amo a mis hijos. Con perspectiva se puede poner cada cosa en su sitio y disfrutar de las dos cosas. Tenemos la oportunidad de hacer música de nuevo juntos y de estar con nuestras familias, así que allá vamos.