El nuevo Rubén Cortada trae uniforme militar: "Blanca Suárez es muy noble"
Rubén Cortada ha dejado la chilaba de narco ceutí De la Falange. El cubano con los ojos más reconocibles de la televisión se ha limado el acento y se ha repeinado el pelo hacia atrás para moverse y sentir como Ramón Serrano Súñer, el enigmático cuñadísimo de Franco. Trae en la solapa una miniserie, titulada 'Lo que escondían tus ojos' (martes, 22.30 horas), sobre una de las mayores historias de amor clandestino de la posguerra. Un tabú a voces que surge cuando su personaje y la Marquesa Sonsoles de Icaza, ambos casados con otros (él con la hermana de Carmen Polo y ella con el Marqués de Llanzol), se encontraron en una fiesta de la alta sociedad y tuvieron un flechazo fulminante. A partir de ahí, secretos, intrigas políticas, celos y pasión. Mucha pasión. A su lado, una Blanca Suárez imponente vestida de Balenciaga.
¿Qué tal con ese uniforme?
¡Me lo preguntan mucho! Bueno, la historia que estamos contando lo requiere. Yo me dedico a no juzgar, ser actor es justo eso.
¿Cómo surgió este papel?
Me llamó mi representante y me dijo que estaba gestándose todo esto. Inmediatamente me puse a leer todo lo que fui encontrando, a mí la historia me interesa mucho. Serrano Súñer, su cuñado Franco, su hijo… Me pareció que era un personaje polémico que iba a tener que lidiar con todo tipo de presiones y eso es muy interesante para un actor.
¿Cómo te lo has preparado?
Fue como un rally: lecturas sobre él y la época y luego estuve en el estudio de Juan Codina trabajando bastante su forma de moverse y cómo miraba. Fue un trabajo de construcción y laboratorio muy bonito. Es un tío aceitoso, delicado… llegaba a ser hasta amanerado en las formas. Era elegante, cada vez que entraba en algún lugar se le quedaban mirando, había estudiado derecho y era un tipo al que le encantaba gustar. Sobre todo destacaría lo elegante que era y en eso se incluye la forma de moverse.
¿Y el acento?
Me llegaron a dar el alta en la clínica foniátrica López-Tappero, que dice si hablas castellano perfectamente (risas). En serio, tienen una máquica que te mide. Me parece un plus conseguir este acento español. Por suerte tengo los dos ahora y sigo limándolo, claro, porque si no se te va.
¿Fue muy duro el casting?
Fue complicado. Estaba rodando ‘El Príncipe’ todavía y tenía el pelo corto. Me dejé el bigote porque tenía que parecer falangista, claro, y me vestí de negro entero: recuerdo que las señoras me miraban por la calle… con cara un poco de temor, como un ‘flash back’.
¿Es más fácil interpretar un personaje tan polémico para España haciéndolo desde el lado cubano?
No, no lo creo. Yo me centré en una parte de su personalidad concreta, en el hecho de que un personaje así tenía que responder diferente con cada una de las personas con las que hablaba. Lo hacemos todos a diario, tú no me hablas igual a mí que a tu pareja o tu jefe. Y el jefe de este tío no era cualquiera: era Franco. Las reuniones de trabajo que tenía no eran con cualquiera: sino con el embajador inglés o con Hitler, en su casa tenía una esposa (está casado con Tita, la hermana de Carmen Polo) que le apoyaba mucho y una amante que era poderío en estado puro. ¡Conquístala! Consigue a esa mujer y convence a todo el mundo de que no está pasando nada… En fin, era muy interesante humanamente las caras que me ofrecía este personaje.
¿Cómo ha sido trabajar con Blanca?
Es una persona muy noble. Y a la hora de trabajar fue muy fácil. Era una conquista, pero de las dos partes, así que no fue solo una guerra mía hacia allá: había que recrear el momento en el que dos personas de reconocen y no pueden evitar enamorarse. A partir de ahí, fuimos construyendo el proceso de una historia de amor maravillosa.
¿Fue un flechazo?
La cosa explota desde el primer encuentro. De cada conversación de ellos van a ir quedando remanentes y va a ir a más, a más y a más. Hasta que revienta. Pero se va contando como un thriller, se van narrando los detalles que van llevando, pongamos que el investigador es la sociedad, al crimen. Está muy bien contado.
¿Cómo fue esa conquista?
La verdad es que nuestro director fue muy inteligente. Trabajó sobre la 'burla' sobre la propia conquista. Por ejemplo: 'Sonsoles, esto es lo que te diría un casanova, pero yo te lo digo riéndome de que te lo estoy diciendo'. Llevamos los diálogos por muy buen camino.
¿Qué crees que pensaría Serrano?
Creo que si iba a pasar esto, mejor que haya sido conmigo. O bueno, igual me mandaba fusilar, no lo sé (risas). Lo que quiero decir es que yo he tratado con mucho respeto al personaje y, como actor, he dado lo mejor de mí.
¿Va a molestar a alguien esta serie?
Si es así, yo les pido disculpas de antemano. No es plato de buen gusto quizá que se trate la vida privada de alguien, pero también se cuenta mucha política a través de eso y saber lo que pasó es importante.
¿Qué 'esconden tus ojos'?
Poca cosa, yo soy muy transparente (risas). Pero bueno, se habla de los ojos de Blanca aquí (risas).
¿Qué haces cuando no estás rodando?
De momento el poco tiempo que tengo lo uso para seguir estudiando, no para mí. Todo es un poco ping-ball ahora mismo, de cualquier comida puede surgir un papel, un mal comentario te puede perjudicarte, esto es un desastre, un lío (risas). Yo soy un privilegiado en España, mi única pega quizá es que la vida privada a veces es un problema, pero fuera de eso no tengo queja.
¿Conocías esa parte de la historia de España?
Había leído mucho sobre Europa, pero no sobre el peso o no que tenía España entonces. Y me he dado cuenta de que la guerra civil tuvo un papel fundamental. Si los alemanes hubiesen ganado el puerto de Gibraltar hubiese cambiado mucho su guerra.
¿Crees que polémico sacar ahora esto?
Soy de los que piensan que conocer la historia evita nuevos errores en el futuro. La gente tiene que saber lo que pasó, la vida política de la época de un ministro, la idea de entrar o no en la guerra. No se verá la reunión con Hitler, pero sí las intrigar entre falangistas, monárquicos, militares, anarquistas…
¿Encuentras parecidos con tu uniforme y los de tu país?
No juzgo a los personajes, soy actor. No entro en las ciencias políticas como tal. Me gusta más el entendimiento del actor, averiguar qué pasaba por la cabeza de esa gente, qué les movía… Entiendo que haya personas que no entiendan esta sutileza, pero a mí sí me interesa entender todos los extremos y medios del ser humano. Este personaje tiene mucho poderío y por qué no intentar entenderlo. Aparte de eso, claro que me alegro de lo que está pasando con Cuba y Estados Unidos, es bueno para todos.
¿A qué serie estás enganchado ahora?
Fargo. Sin duda. Maravillosa. La riqueza de los personajes, guion, imágenes. Es una locura.
¿Y para desconectar?
Me encanta el tenis. Y sigo aprendiendo 3D, programas de composición. Me interesa ese mundo en el puedes crear tu propio universo en el que nadie se mete y nadie te dice si está bien o está mal. Me parece una salida a todo.
¿Algún placer culpable?
¿Tú los tienes, no (risas)? Todos los tenemos…
¿El próximo reto?
Me gustaría algo relacionado con la distorsión de la imagen. Que la cambie, que la rompe, no que la potencie. Sobre todo que no se me reconozca, que sea difícil entender que soy yo el que está detrás.
¿Tienes ganas de quitarte el bigote?
Sí, ya pasó. A nivel personal, claro.