Sidonie: "Somos muy románticos, me atrevería a decir que incluso sensiblones"
Marc Ros, el compositor y líder de 'Sidonie', está en la cama con fiebre, pero curiosamente acaba siendo el protagonista de la entrevista. El grupo lleva casi dos años de gira y el cansancio se va notando, así que se ha quedado recuperándose en Barna antes de la traca final de conciertos -10 de diciembre en Madrid, el 12 en Barcelona-. Aunque enseguida descubriremos un detalle importante: está siendo muy bien cuidado por 'Sierra', una misteriosa chica que inspiró la canción que dio título a último disco, 'Sierra y Canadá'. Pero, ¿no iba sobre un amor imposible? Nos cuentan esto y mucho más Jesús Senra y Axel Pi, bajista y batería, el tándem que queda -sanísimo- del trío catalán.
La historia es conocida por pocos. Incluso el propio Marc, las veces que se ha referido a ese "amor asincrónico" explicaba que era una situación cercana, sin precisar. Eran malos tiempos. Aquel disco lo compuso triste, dolorido, describiendo lo que supone "estar enamorado de alguien cuando esa persona lo estuvo de ti, tú no le correspondiste y ella ya no lo está: y eso resulta letal porque uno acaba fustigándose por no haber sabido darse cuenta a tiempo", según nos explica Axel Pi. Pero eso fue hace dos años. Es ahora cuando llega la intrahistoria con final feliz: Sierra ya no "está hecha de metal", como dice la canción, sino que dice "sí, sí, sí, si" a Canadá. De hecho, si todo sigue así, Sidonie traerá un nuevo disco lleno de luz.
¿Acabáis en alto esta gira, no?
Jesús: Acabamos en un momento maravilloso, ha sido nuestra mejor gira. Llevamos casi dos años sin parar de tocar. Da un poco de pena dejarlo tan alto, pero necesitamos descansar y empezar a componer ya el disco nuevo.
¿Os lo seguís pasando bien?
Axel: Mucho. La mejor arma para compartir las pequeñas miserias de ser músico son las risas y la amistad. ¡Y el placer de tocar! Sin la música nosotros seríamos muy poco.
¿Vuestro matrimonio de tres no se resiente?
Axel: Bromeamos mucho con eso, hacemos chistes comparándonos los tres con el amor de una pareja. La gracia está en que el matrimonio se fortalezca. El mejor secreto cuando existe amor, que existe, es respetarte y comunicarte. Y preocuparte porque la otra persona a la que quieres esté bien. Si el amor además va acompañado de discos, pues ya es redondo.
¿Todas las letras son autobiográficas?
Axel: Marc es el compositor, aunque a veces Jesús también hace algún tema. Él siempre dice que empieza a escribir con un papel en blanco y parte de una primera idea autobiográfica sobre el amor o el desamor. Otra cosa es como se desarrolle la canción y por dónde acabe yendo. Unas veces acaba siendo una letra pornográfica, en el sentido más de desnudo emocional, como el caso de ‘Un día de mierda’: ese día lo vivió tal cual, no hay filtros. Otras veces acaba en una metáfora sobre otra cosa.
¿Sois muy románticos?
Axel: ¡Sin duda! Y nos encanta decirlo. Los tres somos muy románticos y me atrevería a decir incluso que somos muy ‘sensiblones’, en el mejor y peor sentido de la palabra. El amor y la música es lo que nos mueve. Y lo vivimos muy intensamente: por eso cuando sufrimos un desamor se puede percibir claramente en las letras de nuestras canciones.
¿Cuál es vuestra canción de desamor favorita?
Jesús: En este último disco, ‘Sierra y Canadá’, hay una canción que es demoledora, que se titula ‘Hiroshima mi amor’ y se rompe en pedazos. Cuando escuché está canción por primera vez, poco después de que Marc la compusiese, me pareció maravillosa.
Axel: Yo diría ‘Las dos Coreas’, que es desamor por la dureza con la que mira al mundo de la pareja. Sufrimos el desamor por ser víctimas del paso del tiempo: todo se desgasta y acaba siendo extraño e incongruente.
Dice: 'Al año empezaréis a mentiros, es la gran verdad…'
Jesús: (Risas) ¡Duele oírlo por lo real que es!
Axel: Otra demoledora es la que da título al disco, ‘Sierra y Canadá’, que explica lo que supone estar enamorado de alguien cuando esa persona lo estuvo de ti, tú no le correspondiste y ella ya no lo está. Y eso resulta letal, porque uno acaba fustigándose por vivir el desamor por no haber sabido darse cuenta a tiempo.
¿Sierra es de carne y hueso?
Axel: Sí, y de hecho el disco está dedicado a ella. Afortunadamente Sierra ahora mismo está cuidando y abrazando a Marc, que está enfermo en Barcelona en la cama con fiebre.
¡Disco con final feliz!
Jesús: (Risas) ¡El disco dio en la diana!
Axel: Ha sido muy bonito todo el proceso. Es raro hablarlo nosotros sin que esté él, pero desde fuera ha sido precioso. Como amigos nos ha encantado: ha sido un disco cargado de realidad autobiográfica y pasados dos años de la edición no podemos estar más felices Jesús y yo de decir que Sierra y Canadá están juntos.
¿O sea, que tenéis una 'cuñada' nueva?
Jesús: Sí, viene a los conciertos y todo. Antes veíamos a Marc cantar el tema triste y ahora está ella ahí entre el público. Es muy bonito.
¿Qué dice ella del tema?
Jesús: (Risas) Supongo que se sentirá muy orgullosa, debe ser muy bonito escuchar los temas que han compuesto con tanto corazón para ti.
Axel: Sobre todo viniendo de alguien que usa la palabra como Marc. Los dos admiramos mucho su talento, es uno de los mejores letristas de este país. ¡Y ahora que está enamorado, haremos el siguiente disco de amor!
¿Ahora os toca a vosotros dedicar un disco a ver si funciona?
Axel: Nosotros también estamos muy felices. ¡Y también vienen a los conciertos (risas)! Llevamos muchos años tocando juntos y creo que nunca habíamos coincidido en un momento de tanta felicidad amorosa triple.
Otra gran canción de amor, pero con ironía, fue la queja que hicisteis con un ukelele a Ryan Air, que se hizo viral y saltó a otros países…
Jesús: Aquello fue muy improvisado. Solo intentamos cambiar en una sonrisa aquel mal rollo que vivimos. Marc cogió el ukelele, lo grabamos y se fue de madre, se convirtió en algo muy bestia y con una repercusión internacional muy animal.
Axel: Lo que está claro es que la vida está llena de sorpresas. Han acabado siendo los 10 segundos más escuchados de Sidonie. Te das cuenta de que aún nos deparan muchas más. Yo me quedo con ese instante en el que nos miramos los tres, cogimos el ukelele y la indignación y la rabia que sentíamos cambió en buen rolllo: ¡qué gran poder tiene la música y el sentido del humor!