Hoy toca analizar los detalles de estilo de algunos de los principales líderes políticos masculinos y en esta ocasión no sólo lo que hacen bien, también algunos errores que podrían mejorar su aspecto con poco esfuerzo. Centramos la atención en detalles concretos que, con independencia de si adoptan un estilo clásico o sport, deben ser apreciados como un esfuerzo de estilo y también en otros que, probablemente, ni siquiera ellos han caído en que no lo están haciendo bien.
Mariano Rajoy. Siempre en traje y corbata
Es el Presidente del Gobierno, tiene 60 años y viste acorde con su cargo y su edad. Mariano Rajoy no corre riesgos de estilo porque viste a la manera tradicional, es decir, con traje y corbata y en estas dos palabras radican lo peor y lo mejor de su estilo. La parte negativa es que no se atreve a salir de los clásicos azul, gris y negro, por eso siempre parece que va igual vestido, ya sea para dar un premio a Rafa Nadal o para una recepción en la Casa Real. Rayas, cuadros, tejidos de mezclilla e incluso tonos más claros se echan de menos en un armario demasiado homogéneo.
La parte positiva radica en sus corbatas, pocos hombres están tan cómodos con ella que no se la quitan ni para montar en bicicleta. Mariano Rajoy parece que siente debilidad por ellas, tiene muchas y muy variadas y tal vez sea la única licencia que se permite en cuestión de indumentaria.
Pedro Sánchez. El dominio del sport
Es el líder del Partido Socialista tiene 43 años y no parece que le asusten las tendencias. Domina a la perfección el estilo sport, algo sorprendente en el entorno en el que se mueve, aunque en la calle nada tiene de raro encontrar a hombres de su edad que utilicen vaqueros ‘slim fit’. Lo mejor, que no usa estos ni los chinos con corbata.
Cuando se equivoca es a la hora de vestir formal, aunque por su altura y empaque los trajes le sientan bien, no siempre recuerda que cuando se usa corbata lo correcto es abrochar el botón superior de la chaqueta.
Pablo Iglesias. Hacer política en camisa
Es el Secretario General y Eurodiputado de Podemos, tiene 37 años y su manera de vestir refleja su falta de interés por la moda. Esto no es en absoluto objetable, la pega que hay que poner a Pablo Iglesias es algo que probablemente le haya recriminado más de una vez: lo guarda todo en los bolsillos de sus pantalones deformándolos hasta que parecen alforjas.
La parte positiva del estilo de Pablo Iglesias es que ha conseguido hacer política en camisa –aunque a menudo no las plancha- algo impensable hasta hace muy poco tiempo. Desde siempre, de la derecha más acérrima a la izquierda más radical han vestido con chaqueta sus discursos ¿quién no recuerda la pana de los primeros años de la democracia? Y eso es algo que ha creado escuela.
Albert Rivera. Buenos trajes, camisas y zapatos
Es el presidente de Ciudadanos, tiene 35 años, hace deporte para mantenerse en forma y le gusta vestir de traje. La objeción que cabría poner al estilo de Albert Rivera es que le cuesta despojarse de la formalidad de su cargo hasta cuando va en vaqueros y eso se nota porque no se quita la corbata a pesar de que son dos prendas que no casan bien en un mismo ‘look’.
Lo mejor de Albert Rivera son sus trajes de Hugo Boss que, como él mismo dice, el tallaje le va perfecto, sus camisas de cuello italiano o ‘cutaway’ y los zapatos que, según ha explicado en alguna entrevista, son su punto débil.
Alberto Garzón. La insignia de su chaqueta
Es el líder de Izquierda Unida, tiene 30 años y un estilo que se podría llamar ecléctico en el que no caben las corbatas aunque si las chaquetas, quizás para diferenciarse. Un detalle destaca sobre cualquier otro, el pin en forma de triángulo rojo que luce en la solapa de sus chaquetas y que también han llevado otros líderes del partido como Cayo Lara. Desde Izquierda Unida explican que con él pretenden homenajear a los presos políticos y a quienes sufrieron la barbarie nazi.
Lo peor del estilo de Alberto Garzón es que, en su despreocupación por la ropa, en ocasiones cae en errores como elegir pantalones mal cortados o combinar prendas de colores oscuros y anodinos, un fallo que no sólo no le favorece sino que le resta entusiasmo y hace que su semblante parezca triste.