El aspecto de ambos cosméticos confunde, parecen lo mismo, aunque la función del agua micelar y el tónico facial es muy diferente. Ambos forman parte de la rutina de limpieza diaria, pero mientras que el primero limpia, el segundo equilibra el PH tras la limpieza. Os contamos cuáles son sus similitudes y diferencias, cuándo, cómo y para qué usar cada uno de ellos.
Este tipo de cosmético de aspecto acuoso (aunque existen también leches, aceites y hasta toallitas micelares) está formado a base de micelas que, sin meternos en profundidades, son un conjunto de moléculas capaces de atrapar la suciedad y la grasa. Actúa como todo en uno, es decir, limpia, hidrata y tonifica, pero ninguna de estas funciones la realiza en profundidad. No obstante, se trata de un producto fantástico como solución de urgencia, para llevártelo de viaje o para la higiene facial matutina.
Como limpiador único se queda corto en pieles maquilladas, pero es perfecto como segunda opción si se realiza una doble limpieza, es decir, tras la espuma, el jabón o la leche desmaquillante. Aunque hidrata, no deja la piel tan jugosa como una crema y a pesar de tonificar la piel, no llega a equilibrar el PH del mismo modo que un tónico facial.
Por tanto, es un buen limpiador si te niegas en rotundo a una rutina de higiene facial más larga. Mejor el agua micelar que nada.
Es el penúltimo escalón en una limpieza facial bien hecha. La función de este cosmético no es sólo refrescar la piel, su cometido es equilibrar del PH tras el uso de cualquier tipo de limpiador (gel, espuma, jabón, leche…). Además, hidrata (siempre que no contenga alcohol), cierra los poros y prepara la piel para recibir el tratamiento posterior: crema hidratante, antiarrugas, reafirmante…
Otra de sus funciones es eliminar los posibles restos de suciedad que hayan quedado en la piel tras la doble limpieza: puedes retirar el maquillaje con el limpiador que mejor le vaya a tu piel, continuar pasando un algodón con agua micelar y terminar aplicando el tónico. Esta es la manera correcta de hacer una limpieza, especialmente por la noche cuando utilizas maquillaje.
Además del aspecto, el tónico y el agua micelar se parecen sólo un poco porque casi todas las aguas micelares tonifican la piel, pero no lo hacen tan en profundidad como un producto formulado específicamente para ello. Vamos, que el agua micelar hace a medias la función del tónico (igual que hace a medias la de un limpiador y una hidratante).
También son similares en la forma de uso, ambos se aplican con un disco de algodón dando pequeños toquecitos y a continuación con movimientos circulares. No obstante, si ya tienes la piel completamente limpia, el tónico resulta mucho más eficaz si se aplica con las manos a pequeños toques y a continuación se pellizca suavemente la piel.
Ambos se diferencian en la función que realizan y en el momento de su aplicación. En cuanto a la función, el agua micelar es perfecta para limpiar la piel siempre que no se haya maquillado antes. Para pieles maquilladas no se debe utilizar como único producto de limpieza porque dejará restos, en este caso será necesaria una limpieza previa con un limpiador específico (el más adecuado para cada piel) antes del agua micelar. El tónico es el paso siguiente a la limpieza y previo a la aplicación del serum o crema, ya que su función principal es reequilibrar el PH de la piel tras la limpieza.
En lo que respecta al momento de aplicación, el agua micelar está destinada a limpiar el rostro, por lo que debe ser el primer producto que apliques por la mañana y por la noche, salvo que necesites una limpieza más profunda, en cuyo caso debes dejarlo para el segundo lugar. Con el tónico lo que se busca es equilibrar, revitalizar, refrescar, minimizar poros y aumentar el riego sanguíneo de la piel tras la limpieza, por tanto, se debe utilizar con la piel limpia y antes de cualquier crema de tratamiento.