Si los signos de la edad empiezan a ser visibles en tu rostro, ha llegado el momento de incluir en tu rutina de belleza algo más que una simple crema hidratante. Arrugas, flacidez, tez apagada, manchas…, cada piel reacciona de manera diferente al paso del tiempo, y cada problema requiere una solución concreta. Saber para qué es eficaz cada ingrediente activo es fundamental, pero también es importante el formato si se quiere elegir el cosmético más adecuado para tratar cada problema concreto.
A cada problema una solución: los ingredientes
Dejarte llevar por la publicidad no es el mejor método para decidir comprar un cosmético. Lo ideal es leer los ingredientes que contiene y hacerte con el más adecuado para tratar tus problemas específicos. La cosmética antiedad debe estar formulada con algunos de los siguientes ingredientes: Coenzima Q10 para promover la renovación celular, atenuar arrugas y aportar firmeza; Antioxidantes como el resveratrol y las vitaminas A, C y E; Niacinamida (vitamina B3), que además de promover la renovación celular actúa contra las manchas; Alfahidroxiácidos (AHA), que incrementan la síntesis de colágeno y elastina disminuyendo las arrugas; Ácido Hialurónico, que aporta hidratación y estimula la producción de colágeno; Retinol, que neutraliza los radicales libres y suaviza las arrugas, manchas y poros dilatados.
Lógicamente, ningún cosmético va a estar formulado con todos y cada uno de estos ingredientes, por tanto, debes elegir aquél que actúe más eficazmente contra los signos de la edad que revele tu piel. Otra opción es combinar diferentes ingredientes en distintas cremas, serums y ampollas para actuar desde diferentes frentes.
Diferencias entre serum, crema y ampolla
El formato elegido también es importante, ya que serums, cremas y ampollas no actúan del mismo modo ni al mismo nivel sobre la piel. Un serum es un concentrado de principios activos con alta capacidad para penetrar en las capas internas de la piel debido a su consistencia, que suele ser ligera. Están pensados para actuar a largo plazo en combinación con la crema, que trabaja en las capas superficiales de la piel. Por esta razón no se debe prescindir de la crema cuando se utiliza un serum, ya que intervienen a diferentes niveles.
En cuanto a las ampollas, son un concentrado de principios activos y existen dos tipos según su eficacia: las de efecto flash, actúan sobre la piel de manera inmediata proporcionando un extra de hidratación, luminosidad y firmeza y las de tratamiento, que combaten los signos de envejecimiento a largo plazo. Su formato monodosis implica que una vez abierta se debe utilizar en un corto plazo de tiempo (generalmente de 24 horas), para que conserven todas sus propiedades en perfecto estado.
Modo de aplicación
Para que cada uno de estos cosméticos realice de manera correcta su función es importante aplicarlos sobre la piel limpia y en este orden: ampolla, serum y crema. Recuerda que las ampollas son monodosis y en la mayoría de los casos están pensadas para ser utilizadas en dos aplicaciones (mañana y noche) o en un plazo máximo de 24 horas.
Lo ideal es utilizar un tratamiento de ampollas en cada cambio de estación y, una vez acabado, continuar con una rutina antiedad que incluya serum y crema a diario mañana y noche. Esta regla también es válida cuando quieras usar una ampolla de efecto flash, pues lo correcto es aplicarla en la piel antes que cualquier otro cosmético: serum, crema, prebase y base de maquillaje.
Pero para poder aplicarte la ampolla, cuando es de cristal primero es necesario abrirla sin cortarte y lo más sencillo es cubrir la cabeza de la ampolla con una gasita, un pañuelo, un disco desmaquillante o cualquier tejido que sirva para proteger los dedos. Sujeta la base con una mano y tira de la parte superior firmemente hacia atrás. En muchas ocasiones encontrarás que la caja cuenta con un dispositivo de plástico para romper limpiamente las ampollas sin riesgos de corte y también puedes adquirirlos en las farmacias.