Dónde y cómo poner el iluminador para no parecer una bombilla
Maquillarse es un arte, especialmente cuando entran en juego elementos como el iluminador. Manejar bien este cosmético puede cambiar la cara para mejor: agrandar los ojos, dar volumen a los labios e incluso levantar los pómulos. Hacerlo mal te convierte en una bombilla. Su función es realzar, no corregir, por eso es importante dominar los puntos estratégicos en que hay que aplicarlo y el tipo de iluminador a utilizar según el resultado que se quiera conseguir.
Cuáles son los tipos de iluminador
Existen diferentes formatos de iluminadores, tanto por su textura - líquidos, en crema y en polvo -, como por el acabado -mate, nacarado y brillo-. Dependiendo de la textura elegida, se utiliza encima o debajo de la base de maquillaje: el iluminador en crema se utiliza debajo de la base y antes de los polvos matificantes; el iluminador líquido se puede usar encima de la base, sólo en puntos estratégicos o debajo como prebase; finalmente, el iluminador en polvo se utiliza encima de la base o directamente sobre la piel si no se utiliza base.
En cuanto a los diferentes acabados, el mate sirve para elevar zonas hundidas en las que se suelen crear sombras y tanto el nacarado como el de acabado brillo se usan para crear puntos de luz.
Cómo elegir el tono y en qué formato
Para elegir el iluminador perfecto es necesario atender tanto al tipo de piel como a su color. Para pieles grasas, los más adecuados son los iluminadores en polvo, para las pieles secas los más ligeros y fáciles de extender son los líquidos. Por su parte, los de formato en crema son adecuados para todo tipo de piel.
En cuanto al tono, lo ideal es escoger un tono (no más) por debajo del de nuestra piel, para que se funda con ella, pero que al mismo tiempo aporte luz al rostro. Si se ha elegido un tono demasiado claro no lo descartes, prueba a mezclarlo con tu base antes de aplicarlo. Esta premisa no es aplicable a los iluminadores de acabado glitter, que se suelen usar para maquillajes muy intensos en los que puedes jugar con la fantasía: plata, oro, rosa e incluso arcoíris.
Dónde aplicarlo y con qué finalidad
Lo primero, advertir que hay que tener mucha cautela hasta dominar su uso, porque el exceso de iluminador puede potenciar lo que no quieres: arrugas, ojeras, bolsas, poros dilatados, nariz aguileña… Lo segundo es que debes conocer tu rostro para saber qué quieres potenciar para poder aplicarlo en la zona correcta.
Lo habitual es querer destacar las zonas del rostro donde incide la luz: parte alta de los pómulos, centro de la frente, arco de cupido, tabique y punta de la nariz, clavículas…, o lugares en los que buscas apertura como debajo de la ceja en su punto más alto o el lagrimal, pero depende de lo que cada cual necesite.