Los leggins de vinilo ya son un básico y otras cinco cosas que han pasado de tendencia a fondo de armario
Hay prendas que nacen para una temporada y terminan convirtiéndose en un básico para toda la vida. No ocurre en demasiadas ocasiones, pero cuando pasa no hay vuelta atrás: lo que era una prenda que llevaban unas pocas elegidas, se convierte en tendencia dominante y atrapa a la mayoría. Es lo que ha ocurrido con los leggins de vinilo, que llegaron en 2012 y parece que se han quedado a vivir todos estos inviernos, pero hay otras prendas, como las botas UGG (y similares) o la bufanda manta, que han pasado a formar parte del llamado fondo de armario.
El leggin de vinilo que democratizó Calzedonia
Nació como prenda sólo apta para las más atrevidas, aquellas que seguían a pies juntillas el ejemplo de Kate Moss que, del brazo de su por entonces amado Pete Doherty, los lució por todo el festival de Glastonbury de 2007. A partir de entonces, algunas firmas low cost comienzan a sacar sus propias versiones, aunque sin demasiado éxito, hasta que llegó el de Calzedonia en 2012. Aún no existía Instagram, pero en ese momento algunos blogs se habían convertido en referente de estilo, así que bastó con elegir bien a las bloggers (Malena Costa y Paula Echevarría entre ellas) y un par de cuidados looks, para convertir una prenda maldita en objeto de deseo.
Pero qué ocurrió exactamente para que pasaran de prenda de moda a prenda básica. Lo primero y más importante es que sientan bien y además tienen mil y una puestas, es decir, que lo mismo los llevas de concierto que a la oficina. Lo segundo, que son comodísimos y además calentitos, porque van forrados. Lo tercero, que la firma ha insistido en dos planteamientos: los reedita cada año (igual que si fueran unas medias negras) y cuenta con caras muy conocidas para que los sigan moviendo en las redes.
Las UGG y todas las botas que se le parecen demasiado
El calzado más cómodo y calentito del mundo mundial nació en Australia en los años 30 como prenda invernal, aunque la marca UGG está registrada por la estadounidense Deckers Outdoor Corporation que es la que les ha dado fama mundial. A partir del año 2000 algunas famosas empezaron a usarlas, pero fue en 2004, gracias a Sienna Miller, cuando se convirtieron en un super-ventas que llegó al récord en 2013. Durante toda una década las hemos visto bien y mal llevadas a Gisele Bundchen, Alessandra Ambrosio, Sarah Jessica Parker, Sara Carbonero, Paula Echevarría, Blake Lively, Kate Bosworth, Rihanna, … tal vez sea más fácil enumerar a quienes no las han llevado. Han subido a la pasarela en dos ocasiones, en 2008 con el modelo tradicional y este año, de la mano de Y/Proyect, trepando hasta el muslo.
Pero de la exclusividad al mainstream sólo hay un paso o, mejor dicho, un cero. Cuando para tener una prenda tan molona hay que desembolsar unos 150 euros, es poco o nada probable que se convierta en uniforme, pero si le quitamos un cero al precio (aunque el resultado no sea ni tan molón, ni tan calentito, ni tan cómodo), la cosa cambia radicalmente. Y eso exactamente es lo que ha pasado con las UGG, aunque muchos de los modelos que se ven por la calle, en lugar de botas de borrego, parezcan dos magdalenas.
La bufanda-manta que nos uniformó
Quien no cayó en sus redes, es porque no la encontró. Llegó un momento en que podías jugar a contar cuántas te cruzabas por la calle y es que la bufanda manta se convirtió en el hit de hace cuatro inviernos. La prenda tenía su gracia: un pedazo enorme de tejido mullidito en el que te podías envolver desde la cabeza, colocarlo como una pañoleta o liarlo con varias vueltas al cuello. Tuvieron su momento de gloria, especialmente la de cuadros escoceses que estaban por todas partes, pero no sólo no han desparecido, sino que siguen renovándose cada temporada con nuevos estampados y colores.
La razón por la que se convirtieron en un básico es una combinación de todas las anteriores: por un lado está la prenda en sí misma, es resultona y calentita, por otro están las famosas, a las que se las hemos visto y se las seguimos viendo cada vez que hace frío, y en tercer lugar porque ya nacieron como prenda low cost, así que todas las que derivaron de ella se conseguían a precio de saldo y nadie se resiste a una ganga que te pueda levantar un look.
La parka militar con capucha de pelo
En el caso de la parka coreana el camino ha sido de ida y vuelta. Fue una prenda masiva, especialmente para chavales en edad escolar, pasó a ser prenda de tendencia y ahora es una especie de uniforme invernal. Obviaremos sus inicios y nos centraremos en el momento en que se convierte en tendencia. Fueron firmas como Alexander Wang, Joseph Altuzarra, Anna Sui, Givenchy o Maje y famosas como Olivia Palermo (con su inseparable Woolrich), Nicole Kidman, Kate Beckinsale o Rachel Bilson, quienes dieron a esta prenda de toda la vida el empujón a la fama, era el año 2011 y parece que nos moló mucho eso de mezclar prendas militares con prendas civiles. En 2016 conocimos a Ducie, la firma que pasó de vender en Portobello Market y ser prácticamente desconocida a tener tiendas en Europa, Australia y Estados Unidos. Agrandó y tiñó de colores los pelos de las parkas y esa fue una gran revolución. Todo el mundo quería una Ducie, pero no todo el mundo se podía permitir una Ducie, bueno, ni una Woolrich ni muchas otras.
Como la mejor vía de acceso a estas prendas para el gran público es quitar varios ceros (y calidad y demás, pero esa es otra historia), todas las tiendas low cost se inspiraron tanto en la parka coreana como en la parka de Ducie para crear versiones mucho más económicas. Así que lo que fue un clásico, vuelve a ser un clásico varias décadas después y esa prenda que vivió un momento de gloria fashion vuelve a ser el básico que fue.
El tamaño midi que un día nos dio miedo
De un día para otro nos levantamos y había pasado algo con el largo de las faldas y los vestidos: ya no eran mini, ni maxi, lo que estaba petando en la calle eran los largos midi. Pánico generalizado: no sabíamos cómo llevarlo, si nos sentarían bien, si pareceríamos setas, si era estiloso o por el contrario un error de estilo que pasaría rápido. Era pura nostalgia de los años cincuenta, pero estábamos en 2014 y no era fácil de entender, ni de combinar y mucho menos cuando al tamaño midi se le unió el tejido plisado.
Pero llegó la calma y el nuevo largo se instaló en nuestra retina como si siempre hubiera estado allí. A golpe de Street style y varias temporadas después, parece que el midi no sólo no ha sido un error sino todo un acierto que sigue llenando colecciones, escaparates, cuentas de Instagram y, por supuesto, nuestros armarios, a los que llegó sin mucho convencimiento pero con ganas de quedarse alguna temporada más.
El vaquero roto no siempre estuvo aquí
Es tal vez el ejemplo más evidente de una prenda que nace con vocación de tendencia y se queda como prenda básica incluso más de lo debido. No es sencillo colocarles la fecha de nacimiento, cualquiera que haya llevado un vaquero roto intencionadamente pudo ser el creador de esta tendencia, especialmente en la era del punk o del grunge. Pero en lo que a la moda se refiere, fue Moschino a principios de los noventa quien se atrevió a comercializar los primeros pantalones rotos. No fueron, desde luego, un éxito de ventas y sólo quedaron como anécdota. En 2010, coincidiendo con una vuelta a los años 80, volvieron de la mano de Balmain y Diesel y aquí se han quedado desde entonces. Tanto se han quedado, que la novedad está hoy en los vaqueros sin rotos.