Oteyza: cuando la capa de Bécquer y el sombrero cordobés se hacen modernos
Intento hablar con ellos en OTEYZA, el lugar desde el que Paul García de Oteyza y Caterina Pañeda, los creadores de Oteyza, han revolucionado la sastrería que, entre otras muchas cosas, ha dejado de ser masculina para convertirse en unisex. No están allí, pero contactamos al día siguiente. Me encuentro con dos personas especialmente generosas, amables y educadas.
Soy entusiasta de “La Costura”, les digo cuando me preguntan por qué quiero hablar con ellos y de su casa. Quiero saber quiénes son y por qué han iniciado este difícil camino. Paul me cuenta que Oteyza es una empresa familiar nacida hace 6 años. “Somos hijos de la crisis. Nacimos en un punto en el que nadie te daba créditos y eso te curte. Además, te obliga a tener un proyecto coherente, a crear con solidez y responsabilidad, porque no estás en un momento para hacer tonterías”.
Paul y Caterina se iniciaron con un pequeño negocio de sastrería en la calle Argüelles y aunque venían de sectores muy diferentes, estaban familiarmente vinculados a este mundo: el abuelo y el bisabuelo de Caterina habían sido sastres, su abuela oficiala de taller y el padre de Paul trabajaba con lana merina. Ellos buscaban un oficio artesano, menos industrial y la causalidad les llevó por este camino. “Nos formamos en la Escuela Superior de Sastrería Española, pero además contamos con un gran equipo: un sastre de la familia que ya se ha jubilado, un camisero con más de 30 o 40 años de experiencia, oficialas y costureras”.
Me cuentan que empezaron el negocio sin decir nada a nadie, ni siquiera a la familia “construimos unos patrones base y comenzamos a testar el producto, vimos que la aceptación cada día era mayor y el segundo año nos lanzamos: nos movimos a nivel de comunicación y de patronaje y decidimos dar el salto a nivel internacional”. Aquel año presentaron su primera colección en Pitti Uomo, el evento internacional más importante de moda masculina “nos presentamos con una colección de plumas para prendas masculinas y aunque llegamos en el último momento, tuvimos muy buena acogida: nos dieron el mejor pabellón e incluso nos dijeron que si hubiera habido un premio, nos lo hubieran dado a nosotros”, recuerda Paul entre risas. “Estuvimos dos años trabajando con plumas, dándoles la mayor expresión masculina y fue allí donde empezaron a pedirnos que hiciéramos sastrería. Es entonces cuando nos lanzamos con la capa”.
Oteyza tiene tres líneas de negocio: dos líneas de sastrería, una artesanal y otra industrial, con las que han conseguido el reconocimiento nacional y una colección de prêt-à-porter que les dio visibilidad internacional. “Queríamos obtener un feedback, que otros profesionales del sector nos aportaran su visión y esa fue la razón de exponerla en Pitti Uomo. Abrimos dos temporadas el calendario oficial, era la primera vez que una firma española abría esta feria”, pero no pueden decir eso de que nadie es profeta en su tierra, pues les han llamado para formar parte de la Asociación de Creadores de Moda de España y este año han sido finalistas del Premio Nacional de Moda en la categoría de nuevo valor.
Siento curiosidad por cómo ha sido acogida aquí la modernización de algunas de sus piezas emblemáticas, como son la capa española o el sombrero cordobés. Dicen que cuando presentaron el sombrero cordobés en junio, los primeros comentarios de sus amigos y clientes andaluces era en tono jocoso: “¡¿a dónde vas sin caballo?!” o “¡no se coloca así, lo tienes que llevar hacia la derecha!”, pero un año después los andaluces son sus mayores fans. “Saben la coherencia con la que trabajamos, que guardamos un profundo respeto por estas prendas y al mismo tiempo las oxigenamos, les aportamos sofisticación y les damos otra salida. Es una manera de embellecerlas, de sacarlas del folclore”.
Quiero saber si tienen un cliente tipo y cuando trata de nombrar uno, salen perfiles muy diferentes: gente que trabaja en banca, en profesiones liberales, artistas… “en realidad no hay un único tipo de cliente, pero todos tienen en común el sentido artístico en cuanto a que buscan la belleza como equilibrio, como algo armónico. Nuestros clientes, jóvenes entre 30 y algo más de 50 años, entran en la sastrería y aunque se hacen cómplices nuestros, inician su propio camino. Es una especie de transgresión tranquila”. La diferencia es que “antiguamente, para fidelizar al cliente, el sastre se inmovilizaba en su propio patrón, ahora las necesidades han cambiado, al tiempo que se ha producido una evolución estética de los gustos”.
Hablamos sobre la velocidad a la que va la moda, esa necesidad de presentar colecciones y novedades cada seis meses y en este aspecto lo tienen clarísimo: “no estamos en esa sensación de agobio, en esa idea de devorar y desechar al minuto siguiente”. Paul no se siente un forofo de la moda, ni siquiera sigue las tendencias, piensa que eso le haría volverse loco. Hace una reflexión con mucho sentido: “los creadores deben olvidarse de las tendencias, debes tener tu propia alma, eso que marca tu esencia, lo contrario puede crear una inestabilidad mental que te lleve a momentos de pánico”.
Me interesa quién o qué les inspira y no me sorprende que no haya nombres concretos, para Oteyza este trabajo es una constante línea de investigación y estudio en el que beben de diferentes fuentes: pintura, música, fotografía, artes escénicas... “Es el lugar en el que nos sentimos protegidos y nuestra manera de generar creaciones, aunque luego es necesario testar el resultado en la calle”.
Resulta más que anecdótico que hace dos años abrieran Pitti Uomo presentando la capa española con una especie de performance, que fueran portada del New York Times junto con el discurso final de Obama, que Sir Paul Smith apareciera por Conde de Xiquena 11 (sastrería El 91) y que luego les invitara a una visita exclusiva a su tienda de Covent Garden, que hayan confeccionado una capa a medida para el primer bailarín del teatro de Nueva York y que esta temporada tanto Prada como Dior las hayan incorporado a sus colecciones. A pesar de este éxito arrollador, siguen trabajando en perfeccionarla buscando paños más funcionales y aportándole más ligereza y movimiento. Y en ese constante trabajo de investigación y estudio, siguen explorando nuevos caminos que enriquezcan sus creaciones. Aunque sin forzar las cosas, un mantra que resume otro de los pilares en los que han asentado su oficio: el de tenderos, como les gusta definirse, el de sastres valientes, que es como yo los veo.