Cuando se les pregunta a las actrices cuáles son sus ídolos muchas dicen Meryl, otras cuantas Audrey e incluso las hay que se decantan por Pe. Andrea, que acaba de comenzar las clases de interpretación lo tiene claro: “Mi madre es mi referente”. También podría decir su abuelo, su padre, su tía, su prima… pero Andrea Molina apenas tiene relación con su familia paterna. Lydia Bosch ha criado y protegido a esta mujercita que hoy conocemos en Diviniteen.
A los pocos días de nacer apareció en una revista junto a sus padres, que la mostraban al mundo orgullosos. Hoy, a sus 22 años, esta estampa sería difícil de reproducir: Lydia Bosch y Micky Molina no tienen ningún contacto y la pequeña Andrea ha vivido muy alejada de su padre, que apenas habla de ella para no abrir la caja de los truenos.
“A Andrea la adoro, pero apenas puedo darle consejos”, aseguraba el hijo de Antonio Molina hace unos días, aunque espera que sea una actriz que “lo haga muy bien y sobre todo que lo disfrute. Vivir de la profesión se puede, disfrutar de cada momento es más difícil”.
Es innegable que Andrea Molina Boquera tiene genes de artistas. Guarda un gran parecido a su tía Ángela cuando era joven, y también a su prima Olivia, a la que apenas conoce.
Tiene la misma edad que tenía su madre cuando la descubrió Chicho Ibáñez Serrador para sustituir a Silvia Marsó en el mítico ‘Un, dos, tres… responda otra vez’. Así comenzaba su exitosa carrera delante de las cámaras, treinta años siendo una de las actrices más queridas por los españoles.
Con esa magnífica mezcla, cómo no va a ser una de las actrices más prometedoras. Alumna aplicada en la escuela de interpretación de Juan Carlos Corazza (de la que han salido rostros como el de Javier Bardem o Elena Anaya), Andrea Molina ya ha grabado dos cortos y cuenta con representante, casualmente el mismo que su madre.
En la agencia de Antonio Rubial, el que fuera manager de Penélope Cruz en sus inicios y mano derecha de Katrina Bayona en Kuranda, aparece su nombre al lado del de Marta Etura, Clara Lago, Goya Toledo o Natalia Verbeke. Lo que tiene un gran apellido…
Pero su mayor ídolo lo tiene en casa, y no sólo por su calidad como actriz: “Mi madre es muy luchadora, yo si hubiese aguantado tanto como ella, quizás hubiese tirado la toalla”. Andrea tuvo un papel demasiado protagonista en la separación de Lydia con el arquitecto Alberto Martín, un debut en el papel couché duro a pesar de la protección de su madre.
Pero Andrea se ha convertido en una mujer segura de sí misma, muy madura y positiva, que busca con ganas su sueño. “Quiero ser una buena actriz y mi madre es mi referente”. De hech, ambas ya han compartido set de rodaje en un corto y no descartan repetir la experiencia.
“Ella sabe lo importante que es formarse, pero vale para esto”, asegura Lydia Bosch orgullosa de la niña de sus ojos. Junto con los mellizos Juan y Ana, nacidos en 2003 de su matrimonio con Alberto Martín, conforman una familia unida, que intenta vivir con alegría cada momento. Ya sea en el desfile de los Reyes Magos o echando carreras en la playa.
Es más, podríamos decir que Lydia y Andrea tienen una relación más allá de la de una madre y una hija: son amigas. Se apoyan mutuamente y no es complicado verlas pasear juntas por la calle de la mano, como cuando Andrea iba al cole…
“Después de lo que hemos pasado, la relación con mi madre podría haberse ido al garete, sin embargo es más fuerte que antes. Me considero muy afortunada”, aseguraba Molina en la revista Elle cuando protagonizaba recién cumplidos los 18 años un reportaje al lado de su mamá.
Además de pasos muy importantes en su carrera, Andrea también le ha dado una oportunidad al amor. Lleva ya varios años saliendo con Gonzalo, compañero suyo en el instituto y nieto del jurista Eduardo García de Enterría (Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales en 1984).
Con él la hemos visto como dos tortolitos por las calles y los parques de Madrid, en una actitud muy relajada, ajena a toda la expectación que generan sus apellidos, intentado ser una chica normal antes de convertirse en una estrella de nuestro cine o nuestra televisión, ¿tendrá una carrera tan extensa como sus padres?