El florecer de Anna Ermakowa, la polémica hija de Boris Becker
“De aquellos polvos vienen estos lodos” dice el refrán y a Boris Becker le viene al dedo. Hace 15 años, el campeón alemán tuvo un affaire (aún no clarificado de qué tipo) con Angela Ermakowa que supuso el fin de su matrimonio y el nacimiento, nueve meses después, de una pequeña llamada Anna. Al principio no se lo creía pero el parecido era tan evidente que a los siete años tuvo que reconocerla. Hoy, Anna Ermakowa es una dulce, educada y bastante guapa adolescente que quiere triunfar en el mundo de la moda o estudiar Historia del Arte y que ha sido presentada como una princesa de la alta sociedad en Inglaterra.
Fue uno de los escándalos del mundo del corazón a comienzos de este siglo, una de esas noticias que por mucho que te la cuenten siempre te sorprende. La leyenda cuenta que Boris Becker se encontraba cenando en un exclusivo restaurante londinense con unos amigos cuando conoció a una joven modelo rusa de piel morena llamada Angela. Se gustaron y algo pasó pero, ¿qué? La consecuencia de tal acto hoy tiene 15 años y se llama Anna.
Lo que ocurrió está cargado de misterio, sobre todo por una frase que se atribuye al tenista al conocer el hecho. “No puede ser, sólo tuve sexo oral con ella”. Y aquí es donde entran todo tipo de conjeturas. La más extendida es que Angela guardó el semen en un bote especialmente indicado para ello y luego provocó el embarazo, teniendo lugar la gestación en una clínica. También se dice que la mafia rusa contrato a Angela para extorsionar al jugador o que unos detectives privados consiguieron un pañal de la pequeña Anna antes de que Becker se hiciera las pruebas de paternidad oficiales para estar 100% seguro.
Cierto o no, a veces la realidad es mucho más evidente: ¡¡son dos gotas de agua!! Desde que Anna era un bebé, el gran parecido con su padre –circunstancia que él reconoció en 2007- era su mejor prueba. El Daily Mirror publicaba unas sorprendentes declaraciones de Boris. “Estaba mucho en las primeras páginas y no lo suficiente en las últimas (las deportivas). Eso aceleró el final de mi matrimonio con Barbara (…) Me avergonzaba y estaba triste por cómo había ocurrido todo, y por cómo rompió mi familia. Nos obligó a la madre de Anna y a mí a ser padres sin que tuviéramos una relación en la que apoyarnos”.
Está claro que la llegada de Anna fue un gran shock para todos. El tenista estaba casado con Barbara, con el que ya tenía un hijo (Noah) y estaba embarazada del segundo (Elias) en medio de todo este escándalo. Un divorcio que le costó 26 millones al deportista y seguir en las “primeras páginas”.
Anna siguió con su vida al margen de la polémica, cuidada por su madre, yendo a los mejores colegios de Inglaterra y haciéndose una mujercita. La relación de padre e hija nunca ha sido muy fluída, aunque Boris espera que con el tiempo acabe ganándose su cariño. De momento le apoya en todo lo que hace, en sus estudios y en sus ilusiones, como el mundo de la moda.
Así es, porque Anna debutó con 14 años en las Berlin Fashion Week y demostró que la pasarela para ella no tiene secretos. Con 1,78 m. de altura y una belleza exótica que mezcla el carismático pelirrojo de su padre y los rasgos africanos de su madre, Anna fichó por la agencia de modelos Mega de Hamburgo y tocó el cielo: “Es un sueño hecho realidad. Todas mis amigas sueñan con semejante oportunidad. Todo ha sido muy rápido en mi caso”. Consciente de que su apellido le ha abierto muchas puertas, “sí, pero no puedo hacerme la desconocida tampoco”.
Papá le apoyó en este momento tan crucial desde las redes sociales publicando en su cuenta de Twitter un bonito mensaje: “Una preciosa señorita de la que estoy muy orgulloso”. Anna sin embargo no habla de él ni de cómo llegó a este mundo, tan sólo aclara que esa historia “la escribiré yo algún día personalmente”.
Además de modelo, Anna es una aplicada estudiante que saca buenas notas en el colegio, condición sine qua non para seguir desfilando. “Me interesa mucho el arte y mi asignatura preferida es Historia. Puede ser que algún día me dedique profesionalmente a ello”.
Donde sí que la hemos visto de lo más desenvuelta con la alta sociedad británica. Anna Ermakowa vivió su particular puesta de largo en la Queen Charlotte’s Ball en el Palacio de Kensington ataviada con un vestido palabra de honor con falda de tul y aplicaciones de encaje de Emma Victoria Payne y una preciosa tiara de diamantes con la que parecía una princesa de Disney. “Para mí es un paso más para crecer y una manera de conocer gente nueva”, aseguraba la joven al diario alemán Bild, “pero también me siento muy privilegiada ya que la mayoría de las personas no tienen esa opción”.
Esta vez Boris Becker no comentó nada en las redes sociales, quizás no tan conforme con que Anna se convierta en un personaje público que sufra el acoso mediático que él mismo experimentó en sus carnes. Seguramente le gustaría verla más cenando con su nueva esposa, Lilly Kerssenberg, sus dos hijos mayores y el niño que comparte, Amadeus, de cinco años. Como una familia, quizás no la típica, pero al fin y al cabo una más.