Vacaciones en St Tropez, concursos de equitación, jets privados, zapatos de Prada, fiestas de cumpleaños llenas de glamour… es fácil ser adolescente cuando papá tiene en el banco más de 9.500 millones de dólares y tú eres la niñita de sus ojos. Sofía Abramovich, hija del magnate ruso y propietario del Chelsea Roman Abramovich, nos ha dejado bizcos con el tren de vida que muestra en su cuenta de Instagram. Os vais a morir de envida, queda advertido.
Muchas veces nos imaginamos cómo serían nuestras vidas si nos tocase el Euromillón o si de repente fuésemos los herederos de una gran fortuna. Los hay que se comprarían una isla privada en el Pacífico, otros invertirían en Startups en Sillicon Valley o los que lo guardarían debajo del colchón (por si acaso).
Sofía Abramovich, por suerte para ella, no tiene que preocuparse de esas cosas porque con la fortuna que tiene papá tiene la vida más que resulta. A sus 19 años, Sofía es la segunda hija de Roman Abramovich y la que fuera su segunda mujer, Irina.
Su descubrimiento para la prensa internacional se produjo en una competición de hípica. Sofia representó a Rusia en el Longines Global Champions Tour y, si bien no ganó el campeonato, sí dejó a los presentes boquiabiertos gracias a su belleza. En la competición estaban además otras ricas herederas como Jessica, la hija de 22 años del cantante Bruce Springsteen, que cabalgó por Estados Unidos o Athina Onassis, que representó a Grecia.
Y es que esa es su vida, cuidar y amar a sus caballos, competir con otras chicas de su mismo estatus social e intentar pasarlo lo mejor posible. Así lo muestra en su cuenta de Instagram (@bramybramabram) donde los animales, y sobre todo los caballos, tienen un espacio primordial.
Pero no sólo hay lindos caballitos, también podemos ver a una Sofia posando en sinuosos selfies donde demuestra que es una adolescente de hoy en día, muy preocupada por su imagen. Zapatos de Prada o el último modelo de bikini de Cavalli son sus “caprichos” y los muestra a la cámara para que sus amigas mueran de envidia.
Lo bueno de ser amiga de Sofía es que con ella los viajes son alucinantes. La joven voló en jet privado en compañía de sus íntimas a las playas de St Tropez donde pudieron tomar un almuerzo en el yate de la familia, pasear en todoterreno o dejarse ver en el Nikki Beach, el club de moda de la ciudad de la Costa Azul.
Todo ello a cuenta de su querido padre, al que no escatima en mostrar todo su amor en las redes sociales colgando fotos familiares antiguas, cuando sus padres todavía no se habían divorciado.
Roman e Irina protagonizaron una de las separaciones más sonadas de Reino Unido. En 1990 Abramovich se divorciaba de su primera esposa Olga Lysova para hacer feliz a una bella azafata de vuelo que acababa de conocer, Irina Malandina. La pareja, que pasó por el altar en octubre de 1991, trajo al mundo cinco hijos: Ilya, Sofia, Arina, Arkadiy y Anna. Pero en 2006 transcendía que la pareja vivía una crisis por “culpa” de otra bella rusa, Dasha Zhukova, de 25 años, novia del tenista Marat Safin e hija del oligarca ruso Alexander Radkin Zhukov.
El divorcio, firmado tan sólo un año más tarde, le costó al magnate 1.700 millones de dólares, convirtiéndose en uno de los más caros de la historia. Una fortuna que hizo posible que Roman y Dasha pudieran estar juntos y fueran padres de dos pequeños: Aaron Alexander y Leah Lou.
Una gran familia, con siete hermanos, entre los que destaca Sofía por su afición por compartir una vida plagada de lujos en las redes sociales. Aunque, sabéis una cosa, ella también tiene sus malos ratos, sobre todo cunado suspende alguna asignatura en el colegio. “Básicamente, jodida” aseguraba en Instagram cuando suspendió su examen de Económicas.. precisamente esa asignatura que tanto va a necesitar para administrar todo el dinero de papá.