Aciertos y errores de la boda de Álvaro Castillejo y Cristina Fernández Torres
Que una madrina se convierta en la protagonista de una boda tiene miga. Pero no queda otra cuando esta figura es la de la mismísima Isabel Preysler. Así ocurrió en la boda en Sotogrande de Álvaro Castillejo, hijo de su hermana Beatriz, fallecida en 2011 y Cristina Fernández Torres.
Isabel, tía del novio, se convertía en el centro de todas las miradas, pero no era la única, su hija Tamara Falcó también, a pesar de esquivar como una jabata a la prensa.
Pobre novia, relegada en semejante fiesta de reunión de los Preysler, a un segundo plano. Su vestido tampoco mataba de gusto, pero eso es otra cuestión que merece el análisis exacto del error.
Aciertos
1. Tamara Falcó y su vestido boho de escote abotonado se convirtieron en la revelación de la boda, a pesar de hacerse casi invisible para que la prensa no pudiese fotografiarla.
2. Isabel Preysler rara vez se complica. No era seguramente su vestido más divino, lo tengo claro, pero estaba guapa y correcta con su milimetrado midi azulado lavanda.
3. Ana Boyer llenó de margaritas optimistas su midi negro.
4. Susana Uribarri, divinos eran sus pantalones fluidos y su cuerpo/blusa, llegó del brazo de Julio José Iglesias Presyler.
5. Vainilla y tan simple como espectacular. Así era el vestido de Marta Carriedo.
6. Margarita Vargas, mujer de Luis Alfonso de Borbón, eligió un sencillo y efectivo midi con escote V cruzado.
7. Vicky Martín Berrocal a mí me gusta más en su fiesta cañera, o en su día a día, que en sus looks de ceremonia. La verdad. Pero su verde clásico con mangas abullonadas se debe quedar en los aciertos.
Errores
1. La novia. Sí, la dejo a mi pesar en los errores no porque la familia de su marido se llevase todo el protagonismo, no, qué culpa tiene ella. Sino porque era poco acertado su vestido cargado y contundente.
Ni me gustaba, ni me parecía lo mejor para una boda de julio en Sotogrande. Hay sitios donde el verano es más verano si cabe. Si no se desintegró del calor dentro de él fue un milagro. Y esto es un error antológico.
Si me dicen que se lo había hecho para una boda de invierno en el norte me lo hubiese tragado.
Que había más errores, pues sí. Pero hoy tampoco los voy a contar porque no eran públicos quienes los cometieron. Al menos no tan públicos como para esta palestra
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