En todos mis años en la grada de prensa especializada en moda cubriendo la Semana de la Moda de Madrid, y algunas del mundo antaño, pocas veces había visto una tomadura de pelo como la del desfile de Pedro del Hierro con Tamara Falcó.
Después de 50 minutos de retraso porque la señorita, y juro que me cae divinamente, estaba atendiendo a los medios en un photocall atrezzado para tal fin más allá de cualquier moda, lo que hemos presenciado es la colección de otoño invierno de Del Hierro, que bien podría ser la del departamento de fiesta de unos grandes almacenes y si me apuran en rebajas.
Hoy, en este despropósito de desfile, ni había moda moda ni triunfaba Tamara o su supuesta colaboración, que se ha reducido a cuatro modelitos de verano metidos a capón en un desfile de invierno largo y tedioso.
En definitiva, no había aquí desfile de Tamara, ni del Hierro se ha lucido. Lo que había era una pareja de novios haciéndose arrumacos en un 'front row', allá cada cual con sus cuernos, y mucho bombo.
O lo que es lo mismo, han inflado un globo absurdo para convocar fuera de toda pasarela a una multitud de prensa en un photocall extra y seguir engordando la caja de la fortuna.
Tamara me seguirá cayendo bien, no lo niego, pero señores la moda es mucho más que este juego de novios que van y vienen, se matan o se aman y se casan, pese a quien pese, aunque el mundo los devore.
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