Aciertos y errores de la boda de Ronaldo Nazario y Cecilia Locks
Dicen que fue una boda romántica la de Ronaldo Nazario y Cecilia Locks y no sé si lo era, pero que parecía todo como de andar por casa y de aquí te pillo aquí te mato sí. Quizá porque a la cuarta vez que te casas ya te la bufa todo.
El caso es que la pareja se casó en Ibiza tras siete años de relación y esta boda, a priori informal e idílica por la propia isla y el entorno de Sant Josep, se quedó en una reu de colegas con unos novios vestidos como de party ibicenca de disfraces.
La celebración gorda, con 400 invitados, está por venir. Esto era el trámite de los íntimos, en la tarde temprana y a la vera de la iglesia de Es Cubells. O sea, una ceremonia familiar y de amigos muy contados, simple y que podía haber sido ideal.
Casarse a esa hora y por la iglesia era sencillo, bastaba con que se hubiesen molestado un poco más en mimar este ceremonia simple.
Aciertos
1. La novia. Me ha costado meterla en los aciertos pero haré un poder reuniendo algunas cosas que me gustaban mucho más que su vestido lencero con estampados de raso champán, más propio de una fiesta de tardeo que de una ceremonia en una iglesia a las cinco de la tarde.
Pero estaba favorecida con él y con su melena suelta con ondas, su informalidad a pesar del lencero y su paniculata natural como ramo de novia.
Errores
2. El novio. Todo en sí. No había nada que le salvase salvo su aparente alegría. Era un terror el traje arrugado, la americana de otra talla que no es la suya actual, la camiseta que parecía que había salido de la madeja loca de una mochila adolescente, los mocasines trotados de cada día…
3. Que unos invitados pareciese que iban de fiesta y otros de pasear por un mercadillo no ayudaba nada a que todo tuviese ese aire idílico que prometía la isla.
Esto es lo que hay, no había mucho más que rascar. Tendremos que esperar al fiestón para descubrir si esta cuarta boda es de postín o de tirarse al mar.