Con la notable pero sabida ausencia de Kate acompañando al príncipe Guillermo, este viernes se celebraba en Chester la gran boda del año en el Reino Unido.
Los novios, Hugh Grosvenor, duque de Westminster y ahijado del rey Carlos III, y Olivia Henson.
Él con corbata rosa, ella con zapatos azules y españoles y la espalda desnuda a pesar de su vestido ultra clásico… Cosas que rompen las normas de la realeza sin que el mundo se acabe.
1. La novia. Simple era su vestido de cola desmontable, romántico, de satén crepé de seda y organza y tan atemporal que podría haberse casado con él en los últimos 30 años sin que nada nos hubiese chirriado salvo el escote de su espalda. Un error en las novias reales pero que ella se ha saltado con todas las intenciones. Y todo eso, aunque a mí ni me fascine, ni me moleste, es un acierto en una novia como ella. Lo firmaba la diseñadora británica Emma Victoria Payne.
El velo, con motivos que homenajeaban al enlace de su tatarabuela en 1880, la tiara Fabergé Mytrle Leaf creada en 1906 y los pendientes sencillos de perlas compensaban, para los puristas, la desnudez de su espalda.
El ramo fue un bouquet de flores frescas de los jardines del lugar. Margaritas, rosas rosas, iris, guisantes de olor, astrantias, hierba de pradera…
2. Me encantó que completase todo este historiado romanticismo clásico, a pesar del escote de la espalda, con unos zapatos azulones de terciopelo, y españoles. De la firma Silvia Lago.
3. El chaqué del novio, con chaleco oscuro, camisa celeste y corbata rosa. Estaba guapo sin ser un galán. Bien.
4. Guillermo, príncipe de Gales, llegaba el primero para cumplir su papel de acomodador de los invitados. Estaba mejorado físicamente respecto a sus últimas intervenciones públicas tras el comunicado de la enfermedad de la princesa Kate. Chaqué gris clásico con chaleco celeste.
5. La escritora Violet Henderson-Vestey, colaboradora de Vogue, se convierte en la invitada ideal con su dos piezas de cuadros en blanco y negro de tweed y sus divinos salones negros con pulsera en el empeine.
6. El look de blusa tableada y pamela en azules de Lucy, la esposa de Thomas Van Straubenzee, buen amigo del príncipe Guillermo, era una divina opción para no ir con vestido clásico.
7. La madre del novio, Natalia Grosvenor, y su divino vestido abrigo en fucsia.
8. Ella y sus tres hijas eligieron colores encendidos, rosa, rojo, flores naranjas sobre vivos en rojos y amarillos… Muy lejos de muchas de las invitadas y sus aburridos colores tan de las bodas inglesas.
9. Una invitada española formaba parte del cortejo de las damas de honor. Isabel Rodríguez-Legorburu. Su vestido color capote también tenía tono español.
10. El padre de la novia, Ruper Henson, combinó su chaqué clásico con un chaleco azul estampado y corbata amarilla. Y tenía un pintón.
1. Eugenia de York y su vestido de punto verde con falda tableada. No era tan feo, pero tan complicado de textura que parecía que iba con un jersey de adolescente rebelde que quiere marcarlo todo. No era una buena opción, pero en ella y sus gustos nada me sorprende.
2. Rosie Van Cutsem tampoco eligió el mejor vestido para esta ceremonia. Amarillo, con flores y largo, demasiado largo para una boda matinal de copete en la vieja Inglaterra. Muero por saber que habría pensado Isabel II. No sé si chirriaba más el vestido o la pamela como un wok.
Lo que sí sé es que había mucha tipa rancia en sus estilismos, debe ser que lo da el clima, y poca sofisticación suprema. Pero tampoco estaba nada fuera de ese lugar. Pues eso, las cosas del Reino Unido.