Puntadas con o sin hilo de la 80ª edición de Fashion Week Primavera-Verano 2025
Qué merecido premio de Isabel Sanchís este año en la 80 edición de la Semana de la Moda, la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Su desfile y su colección reflejaban perfectamente el espíritu que queremos ver de nuestra moda España. No sé si decir lo mismo del compartido premio de Pedro del Hierro, no porque no crea que no lo merece, que no soy yo el que lo vaya a juzgar hoy, sino porque lo de mitad y mitad me suena a consolación, cuando aquí no hay que consolar sino celebrar.
Así que me alegro por Sanchís y me quedo indiferente con la otra mitad. A buen entendedor…
Nota de siempre para mis lectores que copio y pego dos veces al año:
Que vaya por delante que mi análisis lo hago con todo el valor y el mérito que reconozco en todos y cada uno de los diseñadores que nos muestran su trabajo serio en esta semana. Me gusten más o menos. Sean amigos o no.
Y aviso también una vez más que el orden de estas Puntadas no responde a la importancia de cada desfile si no a su cronología en el calendario oficial de la semana. No de todos hablaré bien, eso es un juicio en mi libertad de expresión. Que nadie se ofenda. O sí, pero con cordura.
Y de los que no hable, no todo lo que vi sale en estas Puntadas, será opinión. Porque el silencio también es una opinión. Incluso la ausencia en algunos desfiles fuera de lo oficial. Y algunos, lo sé, agradecerán mi silencio educado y generoso, antes que una guantada.
Ágatha Ruiz de la Prada: CON HILO
Agatha se ríe de la vida y hasta de sí misma demostrando que hace lo que le place. “Lo estoy cambiando todo” dice su voz en off mientras su IA la satiriza divinamente como con los colores y formas de un inmenso cuadro de un Warhol tan pop como eterno. Ella cambia y descambia a su antojo y sus modelos vuelven a beberse ese loco y efervescente cóctel lleno de colores, olores y formas que saben a ella, a su mundo chispeante y optimista venga como venga la vida, o precisamente por culpa de ello. Brava Ágatha y toda su hilarante locura y verborrea.
Acromatyx: SIN HILO
Acromatyx se plisa y se arruga, pero sin el arte de un maestro acordeón. ¿Esto es malo? Vaya usted a saber. Me gustaron sus vestidos blancos plisados, tan femeninos y fluidos, y sus vestidos negros. Pero no lo hicieron sus sastres arrugados para ellos, que se jactaban de modernidad y a mí se me antojaron como aquellas mañanas de resaca, tras un boda pachanguera, cuando tu traje de la noche anterior lo has metido en un mini troley para viajar desde una isla hasta la lejana realidad de tu destino habitual. O sea, arrugado, sudado de alcohol y trasnochado. Lo de los chicos en mini shorts o con trajes con tacones a estas alturas del mundo tampoco me parece moderno. La verdad.
Simorra: CON HILO
La exquisita transparencia de Simorra, en esa caja de luz blanca, y sus sutiles sombras que evocaban la filosofía Ma japonesa donde lo vacío se llena de energía definía cada sentimiento de una colección llena de exquisita luz y patrones hipnóticos. Todo era bello, los vestidos blancos que flotaban, los fruncidos, los negros de brillos chispeantes, los rojos intensos, tan poderosos como las líneas de sus mujeres, los troquelados… Y sus femeninos plisados, de esos de los que el Fortuny de mi novela Un palacio en Venecia se habría vuelto a enamorar.
Odette: CON HILO
Las lentejuelas de Odette brillan solitarias en sus maravillosos vestidos túnica, blancos, puros, salpicados exquisitamente con esas plumas como espumas de mar de un Cantábrico eterno, y con esas espigas de lentejuelas azules y verdes como el paisaje de esa tierra de Odette que nunca defrauda. No todo me gustó en su colección Infinita. Ni todo me recordaba a esa Cantabria prometida. Pero sólo por esas y otras piezas me rendí una vez más a la belleza natural de todo nuestro Norte.
De la Cierva y Nicolás: SIN HILO
El rojo y el negro en la noche de miriñaques de De La Cierva y Nicolás podría haber sido tan divinamente dramático como su pretendida colección Lachryma. Pero yo no vi sus lágrimas por ningún lado, sino un batiburrillo de repollos fruncidos en muchos de sus vestidos rouge y unos negros miriñaques bajo sus interesantes vestidos blancos y negros de plisado estampado. Luces y sombras. Bellezas aisladas y dudas. Se me quedó corto.
Claro Couture: CON HILO
El tedioso malva de Claro Couture no hunde un buen trabajo de fondo. Se había sumergido, sin flotador, en un revuelto océano de drapeados, gasas superpuestas y colores imposibles que recordaban aquellos provincianos excesos del otro lado de los mares, como de certamen de belleza de América del Sur. Pero cuando sus vestidos de exquisito encaje hasta sus cuellos cisne y sus vestidos transparentes con blazers de lentejuelas chocolate aparecieron en el tapiz nos devolvieron, con alivio, a la realidad de Claro. Su Perséphone navega entre dos mundos tan opuestos que o te espanta o te encanta. Yo me niego a mezclarlos, me quedo con los divinos encajes y las chispeantes lentejuelas y olvido, como en los malos los sueños, lo que no deseo recordar.
Schlesser: SIN HILO
Schlesser esconde a las mujeres entre capas y volúmenes en unos patrones inciertos que ni son femeninos, ni sutiles, ni nada que se le parezca.
Me acordé de repente de aquella Amaya Arzuaga de antaño y sus arquitecturas y me reafirmé en que ella ensalzaba las siluetas y este Schlesser las oculta. Y esto ni me gusta, ni lo entiendo. Lo de los felpudos de lana a modo de siluetas pagoda ya ni os cuento. Imagino lo que pensaría aquel exquisito Ángel Schlesser de su época, tan meticuloso y elegante, y no lo digo para que no escuezan más las heridas.
Isabel Sanchís: CON HILO
El magistral juego de Sanchís es tan poderosamente femenino como esculturales sus vestidos en esta colección que aunque sea temporal podría ser eterna. Sus largos blancos con plisados que parecían esculturas; sus gasas plisadas y estampadas, como fuelles tintados de historias; sus vestidos amarillo lavado, como blondas del tiempo; y sus abrigos lila bordados con flores tridimensionales… Todo respiraba ese perfume rico que ha conseguido Sanchís estos últimos años, que huele tan divinamente internacional como sus éxitos, como su árbol blanco y lila mecido por una brisa nocturna en este exquisito desfile. Enhorabuena. No sólo por el premio.
Hannibal Laguna: CON HILO
No, no me he vuelto loco este año con esta oda a Laguna, ni es porque yo sea un samaritano y le ofrezca un bálsamo porque él no pudiese acudir a su cita por un desprendimiento de retina. Mi hilo va mucho más allá. Va por esa primera parte de flores inmensas sobre sus fluidos vestidos blancos, que me pareció tan bonita y tan chic. Y me vuelve a dar rabia que todas esas divinas primeras partes de los últimos años, recuerdo sus rayas en cadmios y azules de no hace tanto tiempo con placer, sus segundas partes de desfile se repiten, como el mal ajo, en ese tedioso rollo de madrina provincial que me satura. Pero hoy, vuelvo a ser blando, me quedo con las flores chic del inicio y felicito a este Hannibal de las pequeñas sorpresas.
Elio Berhanyer: SIN HILO
O en la nueva Berhanyer fuman alguna marijuana o si no no me explico, ni se lo explicaría Elio, dónde quedó aquel espíritu de su firma. No entendí su arranque de desfile con un tipo desnutrido y de cara vampírica en calzoncillos con ligueros, ni sus patrones mal ejecutados, ni las líneas que querían ser y nunca fueron, ni nada. Ni siquiera hallé el dichoso Círculo que rezaba el espíritu de la colección. Intenté buscar al menos un par de piezas que me hubiesen provocado un mínimo de emoción, aunque fuese por el puro recuerdo de aquel hombre que tanto hizo, y nada encontré. Ya me da rabia, lo confieso.
JC Pajares: CON HILO
Pajares, un hilo no rotundo, pero un hilo al fin y al cabo. Y como no estábamos para tirar cohetes de alegría tras Elio, la colección Annual 25 me supo a respiro de un mar en libertad. Encontré en su paleta de ocres y azules y en las líneas fluidas de los satenes de sus vestidos y pantalones con blusa muchos atardeceres de costa mediterránea. Tantos como noches azules de plumas en sus vestidos cortos con marabú. Pero más allá de eso, no quedaba más mar.
Álvaro Calafat: SIN HILO
Ya habrá quien diga que esto era arte modernista, vanguardismo y no sé qué más polladas (de impreciso mortero) pero a mí el inframundo de Calafat me pareció que era mucho show y poca moda y que llegaba al peligroso límite de la mamarrachada. Voy a salvar, por ser justo, sus chaquetas cortas como del más depurado Lagerfeld para Chanel y un multi blusón de capas de tul taupe con ribetes ultra rizados que habría sido la delicia de cualquier diva mundial en el duermevela de una noche de verano. El resto, a pesar de las siniestras esculturas, me interesaba cero.
Malne: CON HILO
El ballet nocturno y chic de los Malne llenó una noche de penumbras con focos, como en un teatro de ópera hechicera de los 20 en París en una velada de homenaje a la naturaleza. Así, tal cual. En ese curioso festín al que nos invitaron se mezclaban, con perfecta sincronía, rosas sobre satenes, plumas sobre gasas, encajes y sedas, en blancos puros y en negros vibrantes. Y todo era un fiesta, como tantas de los Malne, pero esta burbujeante de puro glamur, como el mejor de los champanes. Y lo celebro con y por ellos.
Dolores Cortés: CON HILO
Dolores siempre es brisa fresca y embriagadora, como el mismo verano, como las mañanas azules de junio, las noches cálidas de julio y los atardeceres encendidos de agosto. Así son sus colecciones de los últimos años, cada vez más depuradas y ricas. Qué difícil es convertir en pura moda y sofisticación un desfile de baño. Pues Dolores, esta mujer chiquita y sencilla, lo borda con maestría, mucho talento y tesón. Me enamoraron un año más sus caftanes, esos maravillosos quimonos del tiempo, sus pantalones florales, su enriquecedora mezcla entre lo oriental y el trópico y ese perfecto atrezzo de sus pendientes XXL en oro, sus brazalates maxi, sus sandalias gold de vértigo y sus peinas doradas al sol. Todo junto alborotaba de alegría el corazón. Chapó.
Paloma Suárez: SIN HILO
El aullido de Paloma Suárez fue como parte de su front row, de botas de poliuretano en pleno verano, hasta las ingles, hasta el dolor. De plásticos, siliconas, licras y despropósitos. Qué miedo sus vestidos de lentejuelas con sombreros y botas de cowboy. Si hubiese sido un homenaje a Dolly Parton igual lo habría hasta digerido. Pero no. Qué espanto todo. Qué jaqueca. Juro que salí del desfile con el único deseo de zambullirme en uno de los cubos de hielo de la coctelería del kisssig room y respirar limpieza y libertad.
Fely Campo: CON HILO
Fely Campo, su luna llena y el camino espiral de su reflejo en un jardín oriental. No ha habido este año desfiles más elegantes, en su conjunto y ejecución, que este y el de Sanchís. La colección Lei Zu de Fely, que evocaba la magia de la ruta de la seda, de Europa hasta China, estaba llena de sutilezas, matices y perfumes para hacernos soñar. Salir de su desfile flotando me reconcilió de nuevo con este mundo loco de la moda. Fely Campo hizo inmenso el sueño de su noche de luna llena y nos lo regaló en cada una de esas mágicas 25 piezas.
Custo: CON HILO
No le suelo dar palmadas en la espalda a Custo con mis críticas, a pesar de que reconozca siempre su valor empresarial. Y es porque no, no me suelen gustar sus colecciones como para tipas de disco sin edad definida, y escaso gusto. Pero de repente este año descubrí con placer a un Custo muy artista que ha plasmado con fidelidad cada segundo de su mini movie virtual de arranque de desfile en cada prenda de su colección. Y este hilo conductor perfecto nos hizo viajar por el mundo a través de algunos de sus vestidos, sus bomber oversize abullonadas y, por encima de todo, de sus estampaciones optimistas. Como los osos, los gorilas y la fauna que monta feliz en las vespas, bicicletas y demás de sus camisetas de hombre. Muero ya por alguna de ellas, lo confieso.
Yolancris: CON HILO
Las novias de Yolancris mutan a amazonas de ciudad llenas de transparencias, bordados y plisados que nos hacen soñar con muchas noches de fiesta en una chispeante azotea de Nueva York. Me fliparon sus trenchs y faldas de denim con bordados, sus encajes, sus tejidos como de cotas de malla gigantes bordadas en cristal, sus plumas, su glamur…Si en ese instante hubiese aparecido una Sara Jessica Parker no me habría sorprendido. Habría venido vestida del exuberante Yolancris de este año y de la mano de esa figurinista inmensa que es mi querida Cristina Rodríguez. O por la mano experta en años de moda de mi amiga y compañera Ana Pérez. Bravo por estas nuevas Yolancris que visten noches de ciudad más allá de sus eternas novias.
Lola Casademunt: CON HILO
Tenía curiosidad por ver a la anfitriona de esta edición de Lola Casademunt. Era ni más ni menos que Esther Cañadas. Y fue, qué cosas de la vida, lo que menos me gustó del desfile y de una colección maravillosa inspirada en la rica cultura japonesa y sus milenarias gheisas. Me encantaron sus patrones de kimonos ultra femeninos, su efervescente mezcla de verdes intensos y azules casi eléctricos, sus carteras abanico gigantes, sus brazaletes, sus cortes nipones en los sastre/kimonos de hombreras pagoda en los chicos…
Me gustó el perfume oriental chic de su desfile, mucho, aunque no me gustase nada el trotar de una Cañadas más embrutecida que nunca. Pero que eso no reste, faltaría más, todo lo bueno anterior, que fue mucho.
Hasta aquí esta nueva semana de moda y reencuentros en el kissing, esa sala de los besos donde besamos a los diseñadores, amigos, colegas de profesión y artistas que apreciamos. ¡Nos vemos en la próxima MBFWMadrid de otoño/invierno!