Una princesa que estrena tacones, un vicepresidente con moño, una presidenta comunitaria vestida de cardenal y una moza que va de progre pero que vive como un rey y se viste de republicana para ir a ver a los Reyes. Todo muy nacional, vaya.
Así podríamos resumir, en cuanto a imagen, el Desfile del día de la Fiesta Nacional que cada 12 de octubre, Día de la Hispanidad y de la Virgen del Pilar, concentra miradas y sentimientos. Este año no podía ser en el Paseo de la Castellana como es habitual y se reducía al mínimo dentro del conjunto del Patio de Armas del Palacio Real de Madrid.
Dicen que Letizia volvía a caer en la pesadilla de Varela. Yo aplaudo que esta ya consolidada reina, también del estilo, haya conseguido convertir aquellos rancios Varela en looks tan depurados y limpios como el de ayer. Dicen que Sánchez y Ayuso se podrían haberse degollado sólo con las miradas. Habría tenido su miga que llegase la sangre al río con ese modelito disfraz de Díaz Ayuso como de cardenal en cónclave.
Dicen también que el Toisón de la Princesa Leonor era un grito de ‘aquí estoy yo, que se preparen los morados’, incluida Montero y su churri con moño, que tenemos monarquía para rato… Dicen, dicen y dicen. ¿Y qué quedó de tan magno día en nuestras retinas estilísticas?
1. La Reina. Pese a quien pese. Letizia de España ha conseguido convertir los Valera de antaño, rancios y pasados hasta el tedio, en looks tan simples y llamativos como el de ayer, repetido. Su vestido burgundy de terciopelo volvía a resultar esplendido bajo su abrigo rojo español. Más patria y estilo juntos no se puede.
2. La Princesa de Asturias. Pese a quien pese, también, estaba estupenda con su falda gris perla, su jersey de lana de manga francesa, sus nuevas bailarinas con tacón y su melena semi recogida… Y el Toisón poderoso. Esto siempre.
3. La Infanta Sofía, tan distinta a Leonor, estaba correcta con su pantalón azul tinta y su blusa blanca con lazada en la cintura. Sí, con pantalones y de ‘low cost’ español. Desgarbada y con melena al viento. Digan lo que digan algunos puristas.
1. A mí que me digan misa los que creen que criticar a Pablo Iglesias es de fachas, o de ‘derechones’ o de lo que les venga en gana decir. Si alguien en la faz de la tierra, en su sano juicio, cree que es estético que un vicepresidente del Gobierno vaya a cualquier lugar público con un ‘moñete’ como de adolescente díscola que se niega a pasar por la ducha en su semana de campamento me hago el harakiri. Así, sin más.
Si encima se casca una mascarilla reivindicativa pero antiestética, ya apaga y vámonos.
2. El trajecito morado de Irene Montero. ¿Es necesario que ella y el señor Iglesias vayan a citas institucionales donde no les apetece estar? Pero si pueden pensar lo que quieran, faltaría más, pero no hace falta ir a esos sitios.Vamos digo yo. Que es como si a mí mañana me invitan a su nueva boda y voy con cara de asco y criticando el ‘fiestorro’. Si no te gusta, ¿para qué vas? ¡Leche!
3. Díaz Ayuso, al lado del despropósito de Iglesias, se queda en un dulce estilístico. Pero estaría loco si no dijese que quién narices viste a la presidenta en los actos públicos que la convierte de un plumazo en una señorona rancia, pasada y pesada.
El modelito cardenalicio no sé si era peor que sus recogidos como de tarta caída de los que tanto abusa en las ceremonias. ¿Alguien le puede decir a esta moza que con la melena natural al menos no parece su abuela, aunque se vista de tal?
¡Ver para creer! Y lo que nos queda.