Ya he perdido la cuenta de las veces que se han casado en estos últimos tiempos Kourtney Kardashian y Travis Barker.
Pues ayer volvieron a darse el ‘sí, quiero’ en una ostentosa celebración que tenía derroche, lujo del hortera, poderío como de magnates ‘caciqueros’ de antaño y de todo. De todo menos clase natural, está claro.
Los fastos empezaron el viernes. Y ya desde entonces la firma italiana que viste a la novia fue disfrazando de extrañas ‘dolorosas’ a las féminas del clan.
1. El vestido rosa emplumado de Kris Jenner tenía tanta tela que ya podía haberle hecho una manta a la novia para pegársela a fuego toda la noche. Pero no la desmerezcamos, que era un vestidazo, a pesar del exceso. El de la madre, obvio.
¿Alguien vio algún mínimo acierto más? ¡Que me aspen!
La novia y todos sus despropósitos. Vamos por partes.
1. ¿Que iba en body braguero, porque a esto no se le puede llamar de otra forma cuando va como vestido debajo de un velo, y tan ancha? Sí. Tal cual.
Lo firmaba Dolce & Gabbana y esto nos confirma una vez más que el ‘money’ que cuesta un modelito no obliga a que sea exquisito. Si alguno aún lo duda que lo destierren del mundo.
2. ¿Que llevaba en el velo el bordado de una Virgen del tamaño del mapa real de Italia? También.
Ya manda narices semejante forma de convertir no sé qué fe en un carnaval tan ridículo y mundano.
3. Yo supongo que su hermana Kim, la Kardashian de las Kardashian, y su trope pensaron que la boda era casi un sepelio, por aquello de que si a la tercera no va la vencida apaga y vámonos. Así que por si no cuaja la cosa se enlutaron ya y listo.
Que lo de Kim podría haber sido un divino look barroco veneciano para un evento, sí. Que era cuqui para una boda, pues ni de coña. Y ya en los niños el negro integral era como de fiesta gótica sin límite de barra libre.
4. El leopardo de Khloé era para sesión nocturna de fiesta de discopub.
5. La lycra estampada de Kylie sería el menor de los errores entre tanto terror, pero no dejaba de ser tosco para una boda. Que a ver si alguna de estas se entera de que no es lo mismo boda que party fantasy.
6. Me espantaba todo. Desde la primera columna, de esas de oro pintado como para resucitar a Nefertiti, hasta el último matojo de flores. Porque no eran ramos, ni centros, ni manojos, ni mucho menos bouquets, no, eran matojos tan toscos como todo lo que se compra y se junta en exceso y sin sentido para aparentar hasta morir.
En fin, que muchos habrían dado media vida por ser invitados a tan deliciosa ceremonia, no lo dudo. Yo habría dado hasta tres cuartos por salir por patas de aquel abigarrado jardín antes de que el oro se hiciese humano y devorase a los invitados como Cronos a sus vástagos.