Por encima de todo protocolo internacional básico, en cualquier ceremonia del planeta, sea civil, religiosa, hetero, gay, sobria, circense, pija, rancia o festiva… qué importa el por qué, está el propio protocolo que dictan los celebrantes, es decir, en una boda, los novios.
O para los que no lo entiendan, que si los novios piden que sus invitados vayan vestidos como para recoger un Oscar, el protocolo a cumplir es ese y no el común de toda ceremonia, que exigiría hombres de traje oscuro y mujeres de corto.
Dicho esto, y sin saber a ciencia cierta qué querían y qué dictaminaron los novios, Pelayo Díaz y Andy McDougall, vamos a sacar la lupa para descifrar en qué acertaron o en qué derraparon los invitados a tan insigne celebración. O lo que es lo mismo y bajo el prisma de mi pura opinión, que de eso se trata esta columna desde hace tantos años, vamos a analizar si estaban cuquis o daban miedo, más allá de lo que se debiese o no, que también tiene su miga.
Partamos de una premisa obvia. Era una boda de tarde, en una finca de la sierra madrileña y en plena ola de calor, aunque el otoño asomase chivato en el calendario. Y partamos de la base pura de no blancos, no negros, no pamelas si no es de día, no vestidos de alfombra roja, ni de vedette, ni, ni, ni… Vamos, que había despropósitos a cascoporro a pesar de que los invitados, en su mayoría, se dedican a la imagen y la influencia…
¡Manda Madre!
ACIERTOS
1. Paula Ordovás cumple la pauta de la invitada perfecta, muy llamativa pero en corto correcto. Y tocado red. ¡Bien!
2. Carla Hinojosa también cumplió protocolo básico y expectativa. Su corto, sus plumas y su glitter eran de esos que sí importan, hasta cuando es negro. No como los brillis que otros pretendieron colarnos.
3. Tul bordado y vestido túnica. La opción de Paloma González la firmaba Malne. Y para los que dudan, no es lo mismo ir de largo, que con un vestido ligero largo.
4. María Escoté, por si las moscas, cumplió con casi todo y se calzó un jumpsuit de esos suyos. Sin riesgos.
5. Acostumbrados nos tiene Dulceida a los estilismos imposibles, aunque arrasen en la red y eso tiene su mérito. Esta vez hasta cumplió con el protocolo básico. Un traje de chaqueta rojo con body lencero. Era opción correcta nos guste más o menos.
6. Vestirse de largo, de Alberta Ferretti, de rojo satén, con pamelón (largo y pamelón es casi una contradicción porque ni el largo es de día, ni la pamela es de noche) y a lo Gilda pero sin guantes podría haber sido toda una hecatombe de manual, porque todo chocaba con un protocolo de base en una ceremonia en la que ella no era la madrina ni nada similar. Pero claro, si esto se lo calza Gala González y me intento convencer de que los novios pidieron dress code ‘Fiesta’ a los invitados, pues me quedo con el impacto visual de su look final. Muy Hollywood. Y que conste que sólo sería acierto si el dress code pedía fiesta.
ERRORES
1. Hiba Abouk, la nonovia de Pelayo debió pensar que como no había novias en una boda gay se vestía de blanco. O sea que ella era la novia y con punto picante. Y la moza es un cañón, pero iba hecha un dramón. Vamos que ni el blanco, ni el bustier disfrazado de vestido. O lo que es lo mismo, que era la novia en bragas.
2. Parecido le pasó a la suplente de novia Teresa Andrés y su blanco abullonado. Aunque este era divino, no como el de Hiba. Sí era corto y podría pasar por un Valentino histórico, pero era tan novia, novia blanca impoluta que no fue la mejor opción.
3. Marta Lozano cayó en el negro, sirena, escote corazón, raja infinita… Que estaba guapa, obvio; que estaba acertada, obvio que no.
4. Juana Acosta, que casi siempre nos gusta y mucho, se vistió como para el certamen de Miss Colombia, diseñadora colombiana incluida. Y era error por todos los costados.
5. 4 El amarillo de Mónica Cruz ni era el peor, ni era el correcto. Y tampoco mataba de gusto.
6. Madame de Rosa se lo puso todo. Largo y no largo. Es y no es. Escote y no escote. Pamela de rafia en la tarde noche. Vamos que no sabría por dónde empezar…