Salir a hacer la compra, ir a la farmacia y poco más se ha convertido para todos, en pleno confinamiento, en el único momento de vestirnos en público. Es una situación tan extraña que seguro que muchos se han hecho al abrir el armario la manida pregunta del ¿qué me pongo?
La respuesta es bien sencilla. Normalidad. Si no estuviéramos confinados ¿cómo iríamos al súper?
No hace falta ir con ese chándal viejo que nos resulta tan cómodo cuando estamos en casa, ni tampoco vestirnos como para ir a una fiesta por aquello del “ya que me visto por un día pues me arreglo para que me vean mono/a”. Y luego está esa versión del ‘me lo pongo todo’ que lo único que intenta es llamar la atención en unos días donde, sinceramente, no le encuentro el más mínimo sentido.
Un look cómodo de sport básico, jeans, zapatillas y sudadera es mi opción perfecta. Que puede ser un pantalón básico con una camiseta y un jersey, o con una camisa informal y una parka. Vamos que no debería ser otra cosa diferente a cuando vamos a nuestras compras, un día normal, en cualquier otro momento del año.
Pero claro, del dicho al hecho… Para muestra, algunos botones y muchos descosidos…
1. Ana de Armas y Ben Affleck esperan su turno para entrar en el súper y son un buen ejemplo de la naturalidad para salir a comprar en el confinamiento. Jeans, camisas ligeras abrigos cómodos…
2. Las hay monas hasta con la normalidad para ponerse la mascarilla y salir a la compra. Blanca Suárez.
3. La infanta Elena tira también de la normalidad, pero con protección, para salir a pasear al perro.
4. La imagen terrenal de Paz Vega, hasta con sus miedos y sin saber si se ha puesto bien la mascarilla, también muestra la naturalidad necesaria de estos looks para salir a la compra.
1. Las hay ridículas en la vida, con o sin confinamiento. Phoebe Price va así al súper en Los Ángeles.
2. Kathleen Kinmont confunde mascarilla con máscara y se monta su carnaval veneciano para sacar al perro.
3. Megan Pormer y sus performances en el ultramarinos.
4. También está la versión de la omnipresente Rosalía, que con tanto brillo de labios corre el riesgo de que se le quede la mascarilla pegada hasta mañana. Qué necesidad.
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