Puntadas con y sin hilo de la tercera jornada de la Fashion Week Madrid
DUARTE
👎🏻 SIN HILO
Entre lo oversize y lo fantoche hay un trecho
Los sastres inmensos en raya diplomática gris, los negros integrales y los abrigos más que XXXL multiplican el error de una colección que tiene algunos puntos interesantes y muchos patinazos. Aún le estoy dando vueltas a sus chalequitos de plumas toreros encima de sus sastres.
Los chalecos edredón rectos y amplios, las cazadoras de cremallera y bolsillos cuadrados, las camisas de rayas con acoplados cuellos cisne en punto negro tienen su aquel para estos nuevos hombres que dibuja Duarte. Para ellas, me quedo con los acolchados fucsia y con unos vestidos naranjas de lentejuelas tan efervescentes que sobreviven bajo la losa de unos abrigos negros y opacos.
La guata lavanda, a pesar del tedio del color, también tiene su punto vintage renovado. No me gusta todo, pero tampoco me disgusta. No todo es bueno, pero tampoco es malo su esfuerzo. Esta primera vez le quito el hilo y observaré paciente la evolución de este Duarte que intuyo exitoso en algún momento venidero.
CUSTO
👎🏻 SIN HILO
Custo se quedó en los 90 y de ahí no sale
Y el problema no es que su creatividad no haya experimentado ni un ápice de renovación sino que de esos 90 en los que se ancló sólo rescató lo hortera, lo ostentoso, lo exageradamente chabacano. Que triunfa en muchas de sus clientas, no lo dudo. Que esas clientas tienen el gusto 'caló' del oro por el oro como urracas sin edad, pues también.
Que el oro se lleva y las lentejuelas chulas nunca se fueron, claro que sí. Pero de ahí a ser un Oscar andante pues como que hay un largo paseo. Y digo yo ¿por qué no probrar nuevas cosas y dejar de conformarse con vestir a las mujeres de media docena de futbolistas con chequera XL y gusto más bien Small? Pues mientras que él se lo piensa, yo sigo horripilado por sus oros sobre brillis y lentejuelas al por mayor. Aunque algunos de sus plumíferos gold y de sus vestidos irregulares de paillettes tengan su punto interesante.
BRAIN&BEAST
👎🏻 SIN HILO
Cuando la modernidad se hace burda y grotesca
No es nada nuevo eso de llegar a una pasarela por primera vez e intentar ser tan extravagante (la modernidad es otra cosa) como para que hablen de ti hasta en el infierno. No es nuevo, ni original. Pero de lo extravagante, tantos genios de la moda lo fueron en sus inicios para captar atenciones, a lo grotesco hay un paso bien definido. Ese es el que han dado los responsables de Brain&Beast.
Como estaba cantado desde que salió al tapiz un señor disfrazado de percha, lo que han imaginado no es moderno, ni original, ni divertido siquiera. Era más bien vulgar y a menudo hasta ridículo. Tanto, que no me voy a molestar en descifrarlo y definirlo. Me quedo muerto, como su mujer espasmódica del Exorcista, con cama incluida.
Si desfilaron cosas sueltas interesantes, que las había, quedaron sepultadas por lo histriónico del resto. El tiempo dirá si esto era una llamada de atención o una simple majadería.
ROBERTO DIZ
👍🏻 CON HILO
Los 80 de Diz son contundentes y afrancesados
Su costura es precisa, curtida en muchos años de trabajar a medida. Sus faldas tan rotundas como bien ejecutadas. Sus negros sólidos y bellos como esas noches enigmáticas sin luna. Diz camina entre el glitter azul de hombros más que ochenteros y el borgoña más francés pero basa su colección en esos negros onmipresentes y los resalta, aunque no lo necesitaran, con gárgolas y arquitecturas en plata y oro.
La esencia de Mugler se cuela en muchas de sus costuras enriqueciendo sus fetichismos.
Bravo por su arquitectura, por sus asimetrías y por esos vestidos de noche negros y contundentes con los que cierra, con Laura Sánchez en estático maniquí, su nuevo rumbo.
JUAN VIDAL
👍🏻 CON HILO
Vidal revisita el folk de los 60 y lo llena de sabores y texturas
Una perfecta mezcla, a pesar de lo arriesgado, de cuadros, rayas, bordados florales y cintas conviven en unos looks que viajan por el folk de los 60, con sus medias de rayas y sus zapatos cuadrados de charol y joyas, hasta el sueño hippie de los 70.
Me gustan sus abrigos de cuadros, su paño de jaquard, sus shorts, sus bordados de flores multicolores. Me gusta la divina extravagancia de estas mujeres Vidal sin complejos que pisan la vida con el optimismo de un caleidoscopio de infinidad de colores y que mezclan y superponen prendas con la naturalidad de una casualidad.
Me gusta que Juan le de tanto al coco como para cambiar cada año de rumbo de manera tan antagónica como magistral. Y lo que más me gusta de él es que pasen los años, que el niño atrevido vaya creciendo y que me siga gustando y gustando.