👍🏻 CON HILO
Mar en calma.
Una cadena de perlas y conchas marinas bordea un sendero negro como la profundidad de un océano, igual que en los sueños infantiles. Con tan primaria y onírica fantasía arranca un idilio entre los Ailanto y el mar.
Casquetes de red con conchas marinas,cuerpos de corales sobre vestidos de algodón.Blusas superpuestas, largas y cortas. Bámbulas de algodón, gasas sedosas, bordados de lirios. Vestidos sutiles de manga larga. Chalecos de lentejuelas sobre vestidos fuidos. Jumpsuits ligerísimos y cortes tan vaporosos como la brisa de un mar en calma, que sólo pueden salir de la elegantísima visión de los Ailanto.
Verde musgo, espirulina azul, perla y coral conforman el verano oceánico de conchas, estrellas, corales y caballitos de mar de estos hermanos maestros por derecho de los estampados y las telas más exquisitas.
👎🏻 SIN HILO
La feria caótica de Sardá pierde ritmo.
A pesar de ser repetitiva su puesta en escena en los últimos años, las mini películas de Sardá seguían enganchando. Este año su propuesta estival partía de un resort norteamericáno de los 50, con su deco pink y sus descapotables coloristas. Pero se quedó en eso, en un simple inicio porque el desarrollo fue una farragosa concentración de dislates.
Las gasas polvo y las diademas lazo zapatero ñoñas a lo Minnie Mouse por un lado y el tartán con jeans de unas Lolitas colegialas con coletas por otro, se daban de tortas con el tul fruncido y colorista del final del desfile.
Los bikinis de rayas en blanco azul y rojo y los looks monoblock de capas de tul rizado se libran de milagro del conjunto dispar de propuestas que se marean en su propia montaña rusa, en esta feria de Sardá donde habitan señoritas con casquete vestidas como las cajas de las palomitas.
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El invierno de Schlesser naufraga en pleno estío.
Rabaneda tenía el encargo de levantar lo que quedaba de la firma Schlesser, tan lejos de aquel Ángel maravilloso de antaño. Pero ni levantó nada ni Dior te salve. Vamos que llegó este caballero tan alabado por algunos y decidió que su verano era gris, terracota y beige, como las cajas de maquillaje de los otoños. Y lo peor estaba por llegar.
Sus sastres rectos, sus trajes de chaqueta, sus tejidos arrugados color humo y sus abrigos en pardo y tabaco no eran ligeros, ni estivales, ni tan siquiera coquetos. En mitad del tedio, unas lentejuelas esmeralda con faldas de cuadros bajo guardapolvos cobalto. El acabose del terror.
O sea, que además de naufragar en un otoño en pleno verano, era rancia y trasnochada su propuesta hasta el aburrimiento.
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El baile de disfraces del todo a cien de Brain & Beast.
Al juego de la silla, tris trás sin asiento te quedarás... Que sí, que Brain & Beast llenó de sillas y disfraces la pasarela para un juego de texturas tan caótico como las fiestas de disfraces de las pandillas adolescentes de los veranos de los 90.
Ni le pillé el punto a sus caperucitas azules, ni a los sombreros burka de paja, ni a la novia cadáver, ni a sus desestructuras, ni a los morros manchados de chocolates de las meriendas ni a ciertas ambigüedades a estas alturas. Las camisas pañuelo de rayas para ellos, desfiladas con mucho rollo por un Eduardo Navarrete con coleta tirante y besos rouge, fue lo único interesante.
👍🏻 CON HILO
La Italia de Vidal bebe de Botticelli y la pureza.
La arquitectura y la pintura históricas de Italia, con todas sus riquezas, viven en la mente inquieta y la imaginación inagotable de este pequeño genio que es Juan Vidal. Blanco puro en sedas, blusas de nácar, linos, tules, gazares y algodones naturales.
Pantalones con chaquetas tan ligeras como el aire sobre una Roma triunfal de historias, arte y mil leyendas. Vestidos cortos con capas con capucha, faldas de tablas, pinceladas azules con toques de tierra. Y blancos puros. Organzas bordadas. Mangas abullonadas. Estampados pictóricos de los ángeles de los frescos de Raffaello. Pendientes de peces dorados y peinas gold laureadas en las trenzas de unas diosas romanas que pasan del blanco primario del polvo del mármol al lamé en plata y oro de los sueños triunfadores.
La visión del mundo de Juan Vidal es tan maravillosamente elegante y femenina como el nacimiento de Venus y como su alma pura de este exquisito rebelde.