Estaba todo preparado al milímetro en el Castillo de Windsor para despedir al Duque de Edimburgo, fallecido el 9 de abril a los 99 años. Y así sucedió, cumpliendo la estricta agenda establecida por la reina Isabel II y el expreso deseo del duque de no tener un funeral de estado.
Con puntualidad británica el féretro, cubierto por su estandarte personal, era conducido desde la entrada principal del castillo hasta la escalera de la capilla de San Jorge en una procesión dirigida por la banda de los Granaderos de la Guardia y en la que la caja mortuoria especial para mantener el cuerpo embalsamado, como la que tendrá la propia reina el día que fallezca, llegaba en el Land Rover verde militar que en su día diseñase el propio duque.
Había 30 únicos invitados por normativa Covid, algunas conocidas ausencias, como la de Meghan, y asistencias que a pesar de estar anunciadas han seguido suscitando comentarios de todo tipo, como la de lady Penelope Knatchbull, una ‘amiga muy personal’ del finado.
Los ojos del mundo estaban pendientes de Harry y cualquier guiño entre él y su familia tras las devastadoras declaraciones de ambos en la entrevista con Oprah Winfrey.
Este funeral pasará a la historia por muchas de estas cosas y yo lo resumo con 7 indumentarias y actitudes que han marcado su carácter de manera explícita, con todos sus lenguajes e intenciones.
1. Isabel II, la reina y la esposa, llegaba discreta y sola. Fidelidad a todo, a su propia historia y también a su incombustible estilo de abrigo corto sobre vestido, con su sombrero habitual, pero en rotundo negro de luto. Sin mirar a los ojos a nadie en su más pura señal de duelo.
2. El collar de cuatro vueltas de perlas con broche central de diamantes que Isabel II ha prestado a Kate Middleton para este funeral, y que ya prestase a Diana de Gales en su día. Joyas de la Corona, símbolo de unión, que Kate ha combinado con un modelo de Roland Mouret, asimétrico y de escote lazada. La unión de ambos lazos lo significa todo.
3. La ausencia de Meghan Markle se podía hasta escuchar en el silencio y la distancia, física y emocional, entre los príncipes Guillermo y Harry, separados a conciencia en la procesión por su primo Peter Phillips.
4. El chaqué negro ceremonial de la etiqueta británica para todos los hombres, sin diferencias jerárquicas, era un escudo perfectamente estudiado e impuesto por la reina en favor de su nieto Harry, que ya no podría haber llevado uniforme militar al desligarse oficialmente de la casa real británica.
5. El abrigo largo y poco ceremonial de la princesa Ana, su pamela con rejilla y sus botas desgastadas. Demostrando la fidelidad a lo que ella es, hasta para saltarse todo protocolo, con su desastroso atuendo.
6. Los deseos del Duque de Edimburgo para su propio funeral. La elección en vida de la música que hoy hemos escuchado. La lejanía con un funeral de estado, pero lleno de simbolismos militares.
7. La invitación por parte de la reina Isabel II a Lady Penelope Knatchbull, ‘amiga cercana’ del duque, entre los estrictos 30 invitados denota todo lo que la reina ha permitido en silencio durante más de 70 años y una vez más, su profunda fidelidad a todo y al amor por su marido.