Victoria Federica se estrena en solitario en sociedad por todo lo alto.
En plena Feria de Abril de Sevilla, este año en mayo por caprichos del calendario, uno de los actos tradicionales es la Exhibición de Enganches. La madrina de honor de 2019 ha sido Victoria Federica, la hija de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar y nieta mayor de Don Juan Carlos y Doña Sofía.
Era su primer acto institucional en solitario y más allá de la juventud y las tendencias, se trata de un evento tradicional sevillano con un protocolo definido y una etiqueta muy concreta. La mantilla es la pieza principal del dress code femenino en este histórico evento andaluz.
Cumplir esa etiqueta era fácil, hacerlo con gracia es otra cosa. Pero claro, aquí surge el eterno dilema. ¿Se pueden adquirir la gracia, la belleza, el estilo, la clase?
Que le puso empeño no cabe duda. Sabía que iban a estar todos los ojos puestos en su persona. Que consiguió triunfar, eso es harina de otro costal, lo vamos a analizar al detalle. Pero aprobar lo hizo y con nota.
1. Albero en crepe de seda. El color elegido para su vestido era más que un guiño a la Real Maestranza de Sevilla. Y esto, aunque no sea el color que más le favorezca a su tez, es un acierto.
2. Vestido corto y cubriendo la rodilla. No podía ser de otra manera en la estricta etiqueta de este acto histórico. Ceñido, de manga larga y con falso escote V en superposición.
3. Mantilla beige de encaje de Bruselas, etiqueta correcta de las mujeres solteras, con peineta alta y un recogido natural.
4. Los pendientes de corales fueron otro de los guiños estudiados a la primavera en Andalucía y a sus costumbres. Bien.
5. Mantón de Manila, tradición inequívoca. Aunque le sobrasen colores y estampados gigantes que enturbiasen otros protagonismos del outfit.
6. Blahnik no falla. Los zapatos, ‘Manolos’ de cintas con madroños de colores, eran totalmente goyescos y se convirtieron en el punto colorista y tendente de su correcta etiqueta.
Que no iba a permitirse el desliz de cualquier error de bulto era obvio, no lo habríamos entendido de otra manera tratándose del primer acto público en solitario y con esa liturgia tan marcada en las tradiciones sevillanas. Pero por ponerle un ‘pero’ aquí quedan un par de aislados errores, que más tienen que ver con los gustos que con las etiquetas.
1. Que el color albero era un guiño y eso es acierto, sí. Que es lo que mejor le sienta a su piel y su rostro, pues no.
2. O los zapatos coloristas o el estampado XXL de su mantón de Manila. Yo le habría sustituido el mantón para dar todo el protagonismo a esos zapatos y a los pendientes.
Así fue su estreno social, errores de manual no hubo. Otra cosa es que la nieta de los reyes eméritos sea un paradigma de ‘estilazo’ pero esto, señores, ni se compra ni se alquila.