Todas, o casi todas, morimos por tener un Dior en el armario, pero obviamente nuestro bolsillo se niega en redondo a gastarse esas cantidades de dinero.
Como yo soy muy de enamorarme, en cuanto vi este vestido en una revista pensé: "Tiene que ser mío". Así que me puse a maquinar cómo tenerlo… sin tener que pedir una hipoteca (jaja).
Una tarde, mientras cepillaba al gato y él me mordía, se me ocurrió llamar a mi amiga la diseñadora Lorena Ocampo.
Durante mi paso por el programa, Lorena se encargaba de crear todos los vestidos que lucía en las galas, así que decidí picarla un poquito a ver si se atrevía a hacer algo parecido.
Me presenté en su taller y le mostré la foto de mi vestido de ensueño.
Miró la foto, me miró a mí y después de 5 segundos de silencio, me dice casi regañándome: "Paula, mi amor, por supuesto que lo podemos hacer. ¿Pensabas que no?"
Empezamos a analizarlo juntas, qué nos gustaba y qué no. Porque se trataba de inspirarnos y no de copiar, que para eso ella es diseñadora y yo estudié arte y creatividad. Teníamos que darle un toque personal.
En apenas unos días tenía mi vestido camisero y mi abriguito de organza. El resultado ya podéis verlo. Vale, no tiene el nombre Dior, pero las telas y el acabado son lo más y creo que tampoco tiene tanto que envidiar al de la pasarela. Además, tengo la satisfacción de haberlo creado junto a mi amiga.
Mi bolsillo lo agradeció seriamente ya que el Dior costaba 6.000€.
Pero con lo que me quedo es con la oportunidad de trabajar con gente que ama lo que hace. Creo que esto es lo más bonito de esta época que estoy viviendo.
Que paséis buena semana. Os quiero hasta el infinito y más allá.