Madrid se ha vuelto a quedar sin sueño olímpico y no sabemos si tenemos el 80 o 90% de la infraestructuras ya construidas (Botella dixit), pero de lo que sí estamos seguros es que no se le ha contado al COI lo que habría que contarle. Es decir, los rincones más alternativamente 'sporty' de la capital. Nada de Cajas Mágicas ni Peinetas. Hablamos de esos lugares que viven los amantes del deporte y de la vida buena, seres castizos que lo mismo se escalan una pared o se corren un parque que se deleitan con un gintonic de reineta. ¡No todo son medallas! Así es el Madrid deportivo más divinity.
De las terrazas, al cielo
Nada como unos cientos de escalones para medirse a uno mismo. Del mismo modo que los montañeros tienen el Everest, los madrileños (gatos o de adopción) tenemos las terrazas de los tejados. Basta con optar por no coger el ascensor. Hay varias, algunas nuevas de esta temporada, donde los medallistas pueden relajarse entre prueba y prueba. Aparte de las clásicas como el Me o el Urban, están la del Círculo de Bellas Artes (con vistas espectaculares a Gran Vía) y la del Gaudeamos, en Lavapiés. Si tu deporte es el rey, prueba la del Real Café Bernabéu, desde la que puedes ver el césped merengue.
Con la bici hasta la barra
Una de las asignaturas pendientes de la capital son las dos ruedas sin motor. Pero estamos en ello. Existen conatos de un carril bici que atraviesa el centro por Sol y crecen como setas ricas los cafés bicicleteros, donde la pasión por los pedales es casi religión. Allí, en torno a una buena tarta de zanahoria y un café de comercio justo, se reúne todo tipo de hijo de vecino sanote, capitaneados por los 'fixeros', los 'cycle chic' o los entrañables 'cesta fruta'. A descubrir: 'La Bicicleta' o 'Toma Café', en pleno Malasaña, o el Costelo Río, en un rincón de Matadero.
Matadero, nuestro Meat Packing District
Los espacios culturetas amplios, reconvertibles, diáfanos y con parte al aire libre queman calorías como una buena sesión de 'spinning'. Los antiguos edificios de este matadero de ganado (metro Legazpi) han mutado en zonas en las que se idolatran el cine, el teatro, la música o las exposiciones… Un paseo entretenido asegura el uso masivo de julios energéticos y el aporte mental de meses de universidad. Les hubiese venido bien, for sure, a varios de los del comité. El (ejercicio del) conocimiento es poder.
Parque Madrid Río, toda una galaxia
A falta de High Lines por las que llegar haciendo 'footing' hasta Matadero, tenemos el Madrid Río, el parque (carete y) modernete que sustituyó los miles de carriles de la M-30 en las riberas del Manzanares. Rampas para skate y patines, carriles para bicicletas, paseantes y corredores, espacios verdes para hacer yoga y taichí… Para entretener a los niños de los deportistas urbanitas, hay también columpios con forma de jabalíes y demás fauna autóctona de la sierra madrileña, una playa con chorros divertisímos de agua y toboganes interminables. Este 'nuevo Retiro', diseñado por un estudio holandés de paisajismo que de esto sabe mucho (West8), tiene mucho deporte que ofrecer.
Escalando se vive mejor
Los pies de gato, y no es una metáfora, no solo se ven en Somosierra. El puente de Segovia en pleno barrio de La Latina tiene un rocódromo al aire libre de la que se sale de casa a tomar unas cañas y también se pueden disfrutar de travesías horizontales de más de 8 metros en el Puente de los Franceses, a 15 minutos de Príncipe Pío.
El diablo sobre ruedas
Patina y vencerás. Ya sea por nostalgia de la época adolescente o por el ansia de divertirse haciendo deporte, los patines levantan del sofá a cada vez más urbanitas. Se dan clases en diferentes partes del mapa, pero hay varios puntos neurálgicos clave. En torno a la estatua del Ángel Caído del Retiro (Madrid es la única ciudad con una estatua al diablo, por cierto) o en la plaza de Colón encontrarás decenas de versiones de patines y tablas de skate. Cerquita habrá algún grupo de chavales bailando 'street dance'.
Nutrientes sin adulterar: 'brunch' y churros
Si mezclas el concepto British 'brunch' con la dieta mediterránea… tienes el desayuno tardío madrileño, perfecto para los fines de semana de noches disolutas. En los bares más ‘in’ de La Latina, Malasaña o el triángulo de los Museos podrás dedicarte con esmero a los huevos con jamón, el pan siete cereales con tomate, la mermelada casera de pimientos o la macedonia de madroños. Como guinda de glucosa, unos churros con chocolate en San Ginés, el clásico más clásico. Así ya se pueden hacer los planes anteriores.