El pantone de Esperanza Aguirre: sus claves íntimas del rojo al negro
Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma es condesa de Murillo y nieta del conde de Sepúlveda, abogada liberal a lo Thatcher, british de flema, madre de Fernando y Álvaro y, para oponentes y colegas de partido, un animal político indiscutible. La (ex) 'Presidenta' solo ha tenido "miedo a Aznar", pero ahora está "cansada" y quiere disfrutar de su familia, sobre todo después de su cáncer de mama. Mientras todo el mundo intenta descubrir los motivos reales por los que se va, en Divinity nos inspiramos en la artista danesa Van Eekelen, un éxito viral, para analizar su caleidoscópico paso por la política en clave de color a través de sus estilismos.
Rojo Madrid, rojo pasión
Si hay una ciudad que esté íntimamente unida a Esperanza es Madrid. En la ciudad del Manzanares nació un 3 de enero de 1952, estudió derecho y trabajó en el Ministerio de Información y Turismo con Fraga. Su abuelo se equivocó al lamentarse de que no hubiera "nacido hombre, porque si hubieras sido un chico llegarías a ministro": en 1996 se hizo con la cartera de Educación, en 1999 presidió el Senado y encontró su hueco más castizo al frente de la Comunidad (2003-2012). Por si fuera poco amor, no se pierde una buena pradera de San Isidro vestida de chulapa, ni la oportunidad de fotografiarse comiendo rosquillas, gallinejas y entresijos.
Naranja, la acidez hecha polémica
Por el camino ha ido echando pulsos políticos. Conocidísimo es su duelo a florete con Gallardón, también con Tomás Gómez, Mayor Oreja y Rajoy, que parece haber perdido. Con todos menos con sus respetados Aznar y esposa, la nueva alcaldesa de la capital. La Presidenta –a secas y con mayúscula, como se le llama con cariño en su equipo-, tiene un ramalazo ácido-naranja que a veces le juega malas pasadas, como cuando llamó "hijo puta" a un miembro de su partido (no afín), "sindicalista retrógrado piquetero" a Zapatero y "camorristas y pendencieros" a los indignados.
Tonos rosas y azules: el apoyo del núcleo familiar
Esperanza se casó a los 18 años con Fernando Ramírez de Haro y Valdés, un grande de España por parte de padre y madre. Con él, economista de profesión, tuvo dos hijos, llamados Fernando (1976, casado con Carolina de Oriol) y Álvaro (1980, casado con Astrid Thams). Ahora, además de dedicarse el turismo en un puesto de Turespaña, quiere compartir más tiempo con sus tres varones y con sus nietos, quizás leer, también pasear los domingos con alguno de sus siete hermanos. Para empezar, fue con su núcleo familiar con quien comió tras la rueda de prensa de su dimisión, toda una declaración de intenciones. Sin duda su paso por el quirófano el año pasado por un cáncer de mama ha alterado sus prioridades vitales.
La marea verde: los recortes en educación
Su flema, el corte de las chaquetas, los broches en las solapas, los zapatos correctos, la ironía como arma… todo en Aguirre destila su educación British. Precisamente haber introducido los colegios bilingües en Madrid es de lo que más orgullosa se siente de su paso por la Comunidad. Los miles de maestros y profesores descontentos con su gestión de la educación pública podrían, sin embargo, añadir algunas lagunas notables. La llamada marea verde de manifestantes, con camisetas verdes y huelgas verdes, ha sido uno de sus talones de Aquiles.
Blanco: Animal político con colegas y detractores
"Yo no soy monedita de oro. Yo digo lo que pienso", dijo Aguirre a los periodistas en abril. Esperanza ama la política y sabe cómo hablar a las élites y a la calle, a populares y a "rojos", como ella llama a casi cualquiera que no sea popular. También conoce los engranajes políticos, mediáticos y emocionales. Es cordial en el trato, incisiva si es necesario, bromista si hay ocasión. Recuerda el nombre de hijos de colegas, incluso rivales en el hemiciclo, y sabe jugar al límite de la falta técnica, pero también hablar con elegante empatía. En su dimisión dio las gracias hasta a sus más críticos, con los que siempre ha tenido "buena relación".
Gris claro-oscuro, los escándalos
"Yo destapé la trama Gürtel", se marcó sobre el sonado caso de corrupción en el PP, con ramificaciones profundas y cercanas en Madrid. Consiguió abrir debate secundario, protagonizar portadas y, tras cortar algunas cabezas, salir prácticamente indemne de los sumarios. El 'tamayazo', otro hit polémico basado en una extraña carambola a tres bandas, la catapultó a una de sus reelecciones. Por aquel entonces tuvo otro escándalo, casi más sonado que los anteriores pero más anecdótico, cuando aseguró a una biógrafa no conseguir "llegar a fin de mes" con su sueldo. Ahí pidió disculpas.
Sus momentos más negros
Sin duda uno de sus momentos más dramáticos en su carrera política fue su operación de cáncer de mama, realizada con éxito en febrero de 2011. "El cáncer es una enfermedad igual de curable que las demás", dijo entonces. En 2006 sufrió un accidente de helicóptero con Rajoy, del que salió ilesa y dio origen a la conocida frase popular de 'las 7 vidas de Esperanza'. Más polémica fue la rueda de prensa tras salir indemne de los atentados de Bombay: para la historia queda la dramática imagen de la Presidenta, recién bajada del avión, con sandalias y calcetines.