Sosan Firooz, la Rihanna de Afganistán
Podría estar amenazada de muerte por llevar el pelo largo al viento. O por sus vaqueros. También por usar camisetas un poco más ajustadas que el burka (¿todas?) o pañuelos de calavera, tendencia en occidente. Sin embargo, Sosan Firooz está en grave peligro por rapear. Esta chica de 23 años, que en los noventa emigró con sus padres y sus cuatro hermanas a Irán desde Kabul, canta “todo lo malo” que ve, sobre todo en defensa a las mujeres afganas.
Un tímido latido rosa está despertando en Afganistán. Es leve, pero parece que irriga algo de oxígeno a las mujeres del país. Es el caso de la actriz Leena Alam (que apareció en la televisión sin velo), el de la directora de cine iraní Hana Makhmalbaf (que rodó el premiadísimo filme ‘Buda explotó por vergüenza’) y el de Malala, de 14 años, que recibió un tiro talibán por defender la escuela para niñas y recibió el apoyo de cerca de 9,5 millones de estudiantes.
La última valiente tiene alma hip-hopera y mueve las manos como Rihanna en pleno Bronx. Apenas uno de sus temas ha traspasado las fronteras, pero está haciendo mucho ruido. Y eso es bueno. "¡Escucha mi historia! ¡Escucha mi dolor!", dice el estribillo de su canción. ¿Lo que más le interesa? Las injusticias con las mujeres, lo duro que es ser emigrante afgano en Irán ("Nos llamaban perros al ir a por el pan", confiesa) y la violencia que se ejerce sobre los más pequeños.
Su tío ha dejado de hablarla porque la considera una ofensa, pero su padre, su madre y sus cuatro hermanas la apoyan: "Estamos orgullosos de ella, he dejado mi trabajo para protegerla en las actuaciones y poder cuidarla", ha explicado en el Huffinton Post su padre, Abdul Ghafar Firooz, que trabajaba en el departamento de electricidad.
"Cuando estalló la guerra en nuestro país había balas, artillería y cohetes. Nuestros árboles quedaron quemados. La guerra nos obligó a salir. Tenemos esperanza para el futuro de nuestro país y pedimos a los países vecinos que nos dejen en paz", sigue el rap de Sosan.
El compositor y rapero Fared Rastagar está siendo su ángel de la guarda musical. "El rap aquí es necesario, admiro su coraje y el apoyo de su familia", ha dicho él. Precisamente estos días están grabando juntos más versos en el pequeño y rudimentario estudio que Rastagar tiene en Kabul. Las ofertas internacionales comienzan a llamar a la puerta, sobre todo por la repercusión mediática, así que quién sabe si la gira internacional espera a la vuelta de la rima.