Dice que con sus tartas manda “felicidad a la gente”. Y que no hay mejor trabajo que alegrar con dulce una fiesta. Teresita Chuecos ha sido la creadora del pastel con forma de barco pirata del cumple de Sacha, el hijo de Borja Thyssen, también la de tres pisos y corona del bautizo sorpresa de Dylan, el tercer varón de Alejandro Sanz, y el de la boda para 600 personas de Carlos Baute. ¿La última? El cuarto cumple de Daniella, la “princesa” de David Bustamante y Paula Echevarría, cuya foto ha sido todo un éxito en la red. Hablamos con esta arquitecta venezolana, que lleva 18 años creando arte efímero a base de dulce de leche, bizcocho y merengue.
“Trabajo más lo de dentro que lo de fuera, dentro está lo que importa”, con esta frase de doble sentido se presenta Teresa Chuecos, Teresita a secas para su agenda de amigos-clientes a este lado del Atlántico. Aunque nadie lo diría, porque lo suyo es más bien lo físico. O lo que es lo mismo, dar forma física con azúcar a cualquier sueño: “Ellos me dicen un poco su idea y yo me invento el resto. Por ejemplo, Paula Echevarría me dijo que su hija Daniella era su princesa, y yo me inspiré en el pelo castaño y en las facciones de la niña para hacer la princesita de la tarta, no quería hacer una Disney”, explica.
Tiene un millón de anécdotas. Varias por cada postre. Sobre el cuarto cumpleaños de la hija de Bustamante nos cuenta que es Paula la que llamó para encargarla porque “es ella la que siempre organiza”, que la actriz pidió una tarta para unas cincuenta personas y que la parte de arriba, hecha con dulce de leche, mininubes rosas y gotas de chocolate, era especial para la niña, pero casi todos acabaron prefiriéndola a la de abajo, de cookies oreo y chocolate blanco.
Lo sabe porque la propia Paula llamó para agradecerle “lo rico y la sorpresa”, justo dos claves de su trabajo. Teresita sabe muy bien que su éxito consiste en cuidar la relación directa, casi íntima, con sus clientes y en potenciar el factor sorpresa de sus creaciones, ya que los famosos nunca saben exactamente con lo que se encontrarán en su fiesta. También tiene muy en cuenta que cada uno de los pedazos de tarta que acaben en el plato tenga un aspecto elegante y apetitoso: "Cuido mucho que al cortar cada trozo quede entero, bonito, no hay que olvidar que todo entra primero por los ojos", insiste.
Así fue con una de las más espectaculares que ha ideado, la del último cumple de Sacha, el hijo de Borja Thyssen. A Teresita le dijeron solo que la temática del cumple eran los piratas y ella creó el barco, con la isla, el tesoro y el mar azul de base. “El barco estaba hecho con chocolate y bizcocho, había una isla con forma de calabera y un pergamino con el nombre del niño, daba pena comérsela”, describe.
También ideó la del bautizo-boda sorpresa de Dylan, el bebé de Alejandro Sanz y Raquel Perera. Hasta su finca de la Vera extremeña mandó “una tarta de tres planas con forma de cojines azules, que representaban a sus tres varones, pero el último de ellos tenía una corona como diciendo que ese día Dylan era el Rey”, explica. “Y les encantó”, repite.
La boda de Carlos Baute y Astrid Klisans fue uno de sus mayores retos: 600 personas, entre los que había cantantes, actores y deportistas, esperaban su parte de un pastel blanquísimo de ocho pisos para dar el veredicto. Salió airosa. Mucho, según los comensales.
Su fama en España llegó de la mano de una mujer venezolana (de la que no da el nombre), hija de españoles que emigraron a Caracas, quien se empeñó en que su boda en España debía tener las tartas, entonces venezolanas, de Teresita. Así que hizo que las mandasen en jet privado refrigerado desde Sudamérica. Pronto el boca a boca hizo efecto y su fama acabó por precederla a la hora de cruzar el Atlántico. No se lo pensó dos veces: dejó la arquitectura y mudó su pastelería a la calle Serrano de Madrid, una de las más glamourosas de la capital. “La gente me decía que estaba loca, pero hay que ir con actitud positiva por la vida, con una sola tarta alegro la tristeza”.