No es solo una botella de fino con sombrero y chaquetilla roja. El cartel luminoso del Tío Pepe que ha presidido la puerta del Sol desde hace más de setenta y seis años se ha ganado, a base de estar presente en los momentos clave de la vida de muchos españoles, en todo un icono pop; como el toro de Osborne o las sopas Campbell de Andy Warhol. Prueba de ello es el apoyo que está recibiendo desde las redes sociales al hacerse público que la empresa que lo puso allá arriba en 1936 quiere quitarlo para siempre después de vender el edicio a Apple, otro símbolo, pero de la modernidad del otro lado del Atlántico. Repasamos en cuatro puntos por qué Tío Pepe es irrempazable, en ese tejado madrileño y en nuestros corazoncitos. Brindemos por 'el sol de Andalucía embotellado'.
Porque lo castizo es moderno
Las cañitas, el vermut, las tapitas, las aceitunas y la Cibeles: Lo castizo está ‘in’. No hace falta más que darse un paseo por el centro de Madrid para descubrir que los bares de siempre, paisajes urbanos donde los haya, lejos de desaparecer o mutar en minimal como sucedió en los noventa en Barcelona, conservan a propósito los azulejos azules y blancos y las barras largas atestadas. El 1 de la Puerta del Sol no puede ser menos.
Porque fue símbolo de desarrollismo
La empresa Gonzalez Byass lo colocó allá arriba en 1936 y se convirtió en símbolo del desarrollismo. Dejando a un lado la caspa franquista (la dictadura llegó a apropiarse del poder seductor de sus lucecitas) las cosas no están como para quitar ningún amuleto que contribuya a la esperanza económica.
Porque ha sido testigo de varias generaciones
Setenta y seis años presidiendo una de las ágoras más emblemáticas de la ciudad dan para muchos emotivos paseos. Desde las uvas de cada 31 de enero hasta la histórica acampada del 15-M (que también lo rescató como uno de sus iconos), Pepe ha sido el ‘tío’ favorito de abuelos y nietos.
Porque forma parte del imaginario colectivo
Además del toro de Osborne por las carreteras, está el del Tío Pepe de Sol, el de Schweppes en Callao, el del BBVA en Castellana y el de Firestone junto al Retiro, que ya quedaron indultados por los pelos de una ordenanza de Gallardón que condenaba carteles de toda la capital. Gallardón dijo entonces: "El Tío Pepe es a Madrid lo que la Torre Eiffel a París, dado que ambos iconos surgieron sin vocación de permanencia pero se han acabado incorporando al paisaje urbano de ambas ciudades". Todos ellos han aparecido además en numerosas pelis y novelas. O lo que es lo mismo, han paso a ser una parte muy importante de nuestra cultura estética y emocional. Picadilly Circus y Times Square lo entendieron mucho antes.