El mundo es menos interesante sin Leonard Cohen (y sin David Bowie)
Hay años tristes y años aciagos y 2016 es de estos últimos y no solo porque Trump haya ganado unas elecciones. La música ha perdido a dos genios y el mundo es un poco menos interesante sin ellos. Bowie se fue en enero y ahora se ha marchado Leonard Cohen. Los dos se han ido en silencio, elegantes, lo han comunicado oficialmente a través de sus redes sociales y nos han provocado a los europeos amargos despertares.
Cohen había alarmado a los fans con un “Estoy listo para morir” en esta entrevista concedida a The New Yorker en octubre. Antes, en agosto, tampoco sonaba muy optimista esta emocionante despedida a Marianne, sí, la de ‘So long, Marianne’, en la que le decía “Somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto”
Tenía 82 años y es de esos músicos tan grandes que hasta los que creen que nunca lo han escuchado descubren que sí lo conocen. Aunque solo sea porque es el autor de la magnífica ‘Hallelujah’ que en los últimos años se hizo más popular en la versión de Rufus Wainwright que formó parte de la BSO de ‘Shreck’.
¿Quién iba a hacer mejor una versión de Cohen que Wainwright? No solo lo admira profundamente sino que es su “yerno” o al menos el padre de su nieta… Cohen tiene una hija que se llama Lorca como homenaje a Federico García Lorca. Ella es muy amiga desde niña de Rufus Wainwright que es gay. Él estaba deseando ser padre y ambos decidieron tener una hija juntos. La niña se llama Viva, tiene cinco años y posee unos genes que probablemente le garanticen un gran talento artístico.
Su último disco sonaba a despedida pero demostraba que, aunque su cuerpo no lo acompañara, su mente seguía en plena forma. “Me propongo vivir para siempre” dijo en aquella presentación como para quitar dramatismo a lo que parecía un adiós pero él ya hacía tiempo que había conseguido ser inmortal.